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Y así era él paraíso. Tenía diversos paisajes y escenarios, donde no existía el dolor ni el sufrimiento, ni tampoco arrepentimientos, ni cuestionamientos. Bueno, algunas cosas puede que sí. Pero no deberían.

- ¿Dónde estamos? – Preguntó Luther.

- Muertos. – Sonrió Klaus.

- ¿Qué?

- Tranquilo. Menos mal que estoy aquí para tu primera vez, sé que al inicio se siente como despertar de un sueño súper lúcido, pero te acostumbraras.

- No puede ser…. Papá me asesinó.

Klaus frunció el ceño y luego alzó sus cejas.

- ¿En serio? ¿A mi igual? Más de una vez, de hecho.

- No, Klaus, él es un alienígena. - Se notaba desconcertado y algo abrumado.

- No uses ese tipo de conceptos raros aquí…. Probablemente… sea británico.

- No, Klaus. Hablo de un alíen de verdad, del espacio, con cuchillas como brazos de color azul.

Klaus frunció el ceño y se recostó en su sofá.

- Bueno, ya qué. Mejor relájate y espera el momento de tu siguiente vida.

- ¿Qué? ¿Te vas a rendir? Nuestra familia está en peligro. Mi esposa está en peligro.

- Si, si, y yo empecé mi noviazgo con Ben hace un par de horas y ni siquiera tuvimos sexo.

- ¿Estás saliendo con Ben?

- Estaba - Corrigió -. Ahora estoy muerto.

- ¿Le darás la espalda a tu familia?

- Nada de eso. Vendrán aquí de todas formas, van a morir. Todos mueren al final.

- No puedo creerlo, Klaus. ¿Es en serio?

- Yo ya hice mi parte, Luther. Y nunca nadie valoró mi esfuerzo. ¿Me necesitan? Que triste, ya me morí.

- Eres un… - Luther se abalanzó contra su hermano para golpearlo.

Klaus salió volando, y fingiendo quejarse, se levantó del piso y comenzó a reír.

- En el paraíso no hay dolor. – Se burló.

- Que bueno, porque aún no termino de desquitarme.

- ¡Luther, no! – Salió corriendo para que su hermano no lo alcanzara.

- Quiero que me lleves de vuelta con Sloane para advertirles. Tienes que advertirles, hermano.

- No quiero. Aquí todas mis preocupaciones se fueron, si vuelvo allá abajo, volveré a ser un bebé llorón.

- Pues en la vida se sufre, hermano. Ahora ven aquí. – Se abalanzó contra él, pero pronto desapareció al lanzarlo contra las rocas.

Luther hizo lo mismo: se lanzó, traspasando una especie de portal donde vio a Klaus quejarse y volver a lanzarse contra él, cayendo a unos juegos inflables.

- Ay, ¿tenemos que caer aquí? – Klaus miró a los niños.

Luther cayó y levantó la mirada, Klaus saludó y volvieron a forcejear entre ellos.

- Luther, ya basta. - Se quejó Klaus.

- Por favor, Klaus, no te lo pediría si no estuviera desesperado. Pero la vida de nuestra familia corre peligro…

- ¿Por qué ahora pides mi ayuda? He estado vagando años alrededor de una miseria eterna, me gritaron en la cara que no me atreviera a volver a la vida, que siempre fui un estorbo, ¿y ahora me necesitan?

I'm Not HimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora