Capítulo 42. Sintiéndonos libres

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-Pues, Paola, Olivia es una mujer preciosa, tiene unos ojos que encandilan y hasta a veces te incomodan si te miran por mucho tiempo.

-¿A ti te incomoda cuando ella te mira así?- Preguntó la niña a la inspectora. Tenía ganas de saber qué sentía la mujer por Olivia. Esas dos mujeres le gustaban mucho a Paola, y ya se las estaba imaginando juntas, al igual que hacía su padre. Esos dos eran tal para cuál.

-¿A ti, no, Paola? Tiene una mirada muy cristalina. Seguro que toda ella es así, pura y cristalina. Es una mujer que puede gustar a cualquiera, porque además de ser guapa por fuera, por dentro todavía llama más la atención. Y por eso mismo, hay que mantenerse lejos de ella, porque te puede hacer trizas el corazón, ¡Imagínate!

Olivia no se podía creer lo que estaba diciendo Vanesa. Esa descripción de ella misma le daba a entender que a la inspectora le podía gustar ella. Y para colmo pensaba que era mejor tenerla lejos. Eso no se lo esperaba.¿Acaso le daba miedo a Vanesa tenerla cerca?¿Podría romperle el corazón a la inspectora, como le había dicho a Paola? Estaba claro que apenas la conocía. Ella era incapaz de jugar con los sentimientos de nadie. ¿Y quién era Sara? Olivia necesitaba saber quién era esa mujer porque si la niña la mencionó, seguro que había jugado o todavía jugaba un papel crucial en la vida de Vanesa. La forense tragó saliva y decidió marcharse de allí, muy a su pesar, puesto que la conversación que estaban manteniendo Vanesa y la niña se había vuelto interesante.

Al rato, apareció Vanesa en el comedor, después de haber estado un tiempo prudencial hablando con Paola, y también de haberse despedido de los otros dos hijos del matrimonio. Le gustaba hablar con esa niña en especial, la cual no tenía ningún tipo de filtro a la hora de hacerle preguntas a la inspectora, y aunque muchas veces éstas eran incómodas, a Vanesa no le importaba, ya la conocía y sabía lidiar con ella, el problema era cuando le hacía ese tipo de preguntas delante de otra persona involucrada.

Como si Vanesa hubiera leído la mente a Olivia, le preguntó delante del matrimonio si quería irse ya, y ésta le sonrió diciéndole que sí. Así que las dos mujeres se despidieron sólo de García y de Rosa, puesto que los niños ya se habían ido a dormir y Vanesa ya se había despedido de ellos, y se marcharon. Los cuatro habían disfrutado mucho de la cena y García tenía ya pensado que repetirían nada más pudieran.

Cuando Rosa y García se quedaron ya solos, comenzaron a hablar de las dos mujeres mientras recogían toda la mesa.

-¡Qué, Rosa! ¿Cómo las ves?- le preguntó García a su mujer con ganas de saber su opinión sobre sus amigas. Ya no podía esperar más para ver si su mujer coincidía con lo que él pensaba.

-Está claro que sí se atraen, Marco. Yo creo que si se dejan llevar por lo que sienten, podemos tener una pareja nueva. Eso sí, Vanesa no sé si está preparada para salir con alguien. Ese es otro tema aparte.

-Tienes razón, yo creo que, aunque ella crea que ya tiene superada a Sara, aún la tiene presente en sus pensamientos. Esa mujer le ha dejado huella, Rosa.

-Sí, pero, quizás ahora que tiene a Olivia, ésta le ayude por fin a dejarla atrás. Ya va siendo hora de eso. Nada es eterno, y menos si hablamos de desamor. Cuando la otra persona no lleva el mismo camino que tú, no hay que forzar las cosas y hay que dejar ir.

-Cariño, en mi opinión, para olvidarte de alguien lo mejor no es sustituirla por otra persona. Tienes que ir superándola estando solo. Porque si ahora se pone con Olivia, y luego aparece Sara, ¿Qué podría pasar? No lo sabemos y la situación se puede complicar.

-¿Y tú crees que Sara podría aparecer? Si ha sido ella la que dejó a Vanesa, ha pasado ya un año de eso. Sinceramente yo creo que Sara sí la superó hace tiempo y no volvería con Vanesa. Además ésta debería tener amor propio y si se diera el caso de que Sara quisiera volver, ella tendría que decirle que no.

-Sí, lo normal es que no quiera saber nada de Vanesa. Pero a decir verdad, desde que lo han dejado no se han vuelto a ver. No sé, me da miedo que Vanesa y Olivia tengan algo,porque estoy seguro que no sería sólo un revolcón ya que pienso que Vanesa sí siente algo fuerte por ella, luego aparecezca Sara y Vanesa llegue a dudar. Eso le haría mucho daño a Olivia.

-Marco, eso es pensar demasiado, ¿No crees? Lo que sí tengo claro es que Olivia es la mujer que puede hacer que Vanesa vuelva a sentar la cabeza.

-En eso estamos de acuerdo, Rosa.


Cuando llegaron donde tenían estacionada la moto, Vanesa le pasó el casco a Olivia mientras ella se colocaba el suyo.

-Vanesa, me preguntaba...Si te importaría llevarme a dar una vuelta por la ciudad en moto. Sabes...En el trayecto de antes he disfrutado mucho. He descubierto que me gusta mucho que me lleven en moto.-Sólo le faltó decirle que le encantó que fuera ella la que la llevara. Tenía claro que con otra persona no hubiera disfrutado de dicho trayecto como lo había hecho con la inspectora.

La noche no acompañaba nada la idea de ir en moto con el frío que hacía, y tenía pinta que se iba a poner a llover en nada. A Vanesa, aunque sabía que era peligroso, le gustaba ir en moto lloviendo, ya que cuando iba por las montañas con la moto cuando llovía, para ella era una sensación única y difícil de describir. Pero sí sabía que era sumamente placentera. Ella se sentía más libre que nunca.

-Olivia, creo que va a llover ya mismo. No creo que quieras mojarte, además del frío que hace.

-Umm, déjame decidirlo a mí. A no vaya ser que a ti no te guste conducir la moto cuando llueve- le contestó Olivia con una sonrisa pícara.

Vanesa la miró alegremente. Sabía que iba a disfrutar tanto o más que Olivia la vuelta en moto en esas condiciones.

-A mí sí me gusta conducir cuando llueve. Tengo una sensación de contacto directo con lo que me rodea, y de libertad, que me relaja sobremanera. Así que si tú quieres, daremos esa vuelta.

Olivia no podía estar más feliz. No veía el momento de volver a juntar su cuerpo con el de la inspectora. Y por fin lo iba a hacer de nuevo. Se lo había pasado muy bien con sus amigos en la cena, pero a decir verdad se moría de ganas de tener a Vanesa para ella sola. Sabía que esta vez iba a abrazarla nada más subiera a la moto con ella, y más después de haber oído lo que ésta le había dicho a la hija de Marco. No se esperaba haber escuchado lo que escuchó y le sorprendió gratamente.

-Pues, sintámonos libres, Vanesa. Es nuestro momento.

Las dos mujeres se subieron a la moto, y mientras Vanesa la arrancaba, Olivia, sin preguntarle a la inspectora, pasó sus brazos por la cintura de la mujer, y acercó su busto al cuerpo de ella. Ésta no se lo podía creer. No se esperaba que la forense la abrazara, así, sin más, sin pedirle permiso y tan pronto. Si casi no le había dado tiempo ni a poner la moto en marcha. ¿Tendría la forense tantas ganas de ella, como ella misma tenía de la forense? porque sí, se moría de ganas de besarla. Ahora sí lo tenía claro. Vanesa no dejaba de pensar en qué sentiría cuando sus labios rozaran y se juntaran con los de Olivia. No veía el momento de hacerlo, para descubrir las mil y una emociones que de seguro sentiría cuando ese momento llegara.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora