Capítulo 88. El desenlace.

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Eran casi las cinco de la mañana y Olivia no había podido pegar ojo en toda la noche

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Eran casi las cinco de la mañana y Olivia no había podido pegar ojo en toda la noche. No paró de dar vueltas en la cama, mientras abrazaba a la almohada pensando que era Vanesa. El presentimiento de que algo malo iba a pasar seguía rondando en su cabeza y no podía quitárselo. Tenía mucho miedo de que a Vanesa le sucediera algo. No se lo perdonaría en la vida, pero a decir verdad, ¿Qué podía haber hecho ella si Vanesa estaba haciendo su trabajo y además amaba lo que estaba haciendo? Igualmente no se había arrepentido de haberse enamorado de una inspectora de policía. Ella ya sabía el riesgo que existía de salir con alguien como Vanesa y le importó bien poco seguir adelante con ella. Merecía la pena la decisión que había tomado.

Finalmente decidió hacerse un café bien cargado, esa mañana iba a necesitar una buena dosis de cafeína si quería rendir en el trabajo.

Mientras se tomaba el café caliente, se apoyó en la ventana para ver cómo la lluvia se había apoderado de toda la calle, habiendo tramos inundados, y es que las alcantarillas estaban obstruidas por recibir tanta cantidad de agua, hasta que vio cómo unos operarios las desatoraban. Debían preparar a la ciudad para cuando ésta despertara y comenzara a funcionar. Y mientras, no podía dejar de pensar en Vanesa y en García, en cómo en una noche de esas características los dos debían dedicarse en cuerpo y alma al trabajo. Olivia se desmoralizó. Necesitaba saber cómo estaban los dos. Pero esperaría a que uno de los dos la llamara.

Conforme Vanesa iba avanzando, decidió empuñar su pistola, no sabía con lo que se iba a encontrar pero tenía claro que Álvaro podía estar esperándola, por lo que debía estar preparada para cualquier cosa.

En unos segundos, por fin comenzó a ver más luz, pero sus ojos se quedaron fijos en una silueta de persona, sentada en una silla, de espaldas, y esa visión la dejó paralizada.

El corazón de Vanesa estaba trabajando al máximo, latiendo como nunca antes lo había hecho. Y a pesar de que la inspectora había entrado en pánico, empuñó su pistola conforme se iba acercando poco a poco a ese cuerpo inerte, sentado en una silla de madera. La cabeza estaba ladeada, colgando todo el cabello rubio, y el cuerpo se encontraba desnudo y atado a la silla. Tenía que ser Teresa, no había otra, porque si fuera Carmen no tendría el cabello rubio.

Los ojos de Vanesa se le iban a salir de las órbitas cuando divisó a un costado un frigorífico doméstico con unas grandes dimensiones. No quería ni pensar en lo que se podía encontrar allí adentro. Sabía que en un corto periodo de tiempo lo iba a descubrir, y eso la horrorizaba todavía más. Hasta que por fin dejó el miedo a un lado y se acercó todo lo que pudo a la chica. Ésta estaba inconsciente, por eso no escuchó ningún grito en todo el tiempo que llevaban merodeando García y ella alrededor de la casa. Vanesa palideció cuando vio el cuerpo de la joven todo golpeado. La ira se apoderó de ella, pero esa ira pasó de nuevo a un terror inaudito cuando la inspectora observó sobre una mesa de madera una pequeña sierra eléctrica de mano, cuyos dientes de la hoja tenían manchas de sangre ya secas, un martillo y más objetos destinados a llevar a cabo una verdadera carnicería. Además se percató de que había una cámara grabando todo lo que estaba ocurriendo en ese espacio minúsculo del sótano. Habían llegado justo a tiempo para que ese vídeo gore que estaba grabando Álvaro no tuviera un final macabro.

Vanesa estaba tan aterrada, que le faltaba el aliento y no se dio cuenta que alguien se estaba acercando por detrás a ella. La inspectora quería saber si la chica estaba viva, por lo que se acercó más a ella. Una silueta se dibujó detrás de Vanesa empuñando un objeto punzante en una mano. Hasta que sorpresivamente esa persona pasó un brazo por el cuello de la mujer, y con el otro brazo comenzó a dar un par de navajazos en su espalda. Por suerte, cuando ésta sintió algo introducirse en su piel, se removió rápidamente consiguiendo que los navajazos fueran superficiales. Logró darse la vuelta, pero en ese acto reflejo, Álvaro golpeó con un pie la mano de la inspectora haciendo que su revólver cayera al suelo. Vanesa pudo observar horrorizada la mirada, por fin,de un asesino en pleno acto delictivo. Esa mirada la atravesó por la intensidad que llevaba implícita en todo lo que estaba pasando entre ellos. Esa mirada denotaba un terror extremo y una frialdad en el acto absolutamente atroz.

-Te estaba esperando, puta...-Le dijo lleno de rabia Álvaro a la inspectora mientras ésta miraba horrorizada cómo su revólver estaba más cerca de Álvaro que de ella. Si no llegaba pronto García, ya se podía ir despidiendo de la vida, y de Olivia.

Vanesa se encontraba en situación de defensa cuando Álvaro se abalanzó sobre ella como un animal en celo. Los dos cayeron al suelo, él sobre ella, y comenzaron a pelear mientras se removían en el pavimento sucio y helado, Vanesa golpeándolo por dónde él le dejaba y él defendiéndose del ataque de la inspectora. Aún estuvieron así unos segundos, que a la inspectora se le antojaron interminables. Además, Álvaro aprovechó también a golpear a Vanesa en el rostro, hasta que de repente se escuchó el ruido atronador de un disparo en el silencio sepulcral de la noche.

De repente el cuerpo inerte de Álvaro yacía sobre la inspectora, y cuando ésta vio que el hombre no se movía, lo empujó con fuerza hacia un lado, quitándoselo de encima. García le había disparado con la suerte de haberlo matado en el acto, o eso parecía. Éste había bajado silenciosamente por las inhóspitas escaleras del sótano mientras estaba escuchando a Álvaro dirigirse a Vanesa de malas maneras, por lo que se imaginó que él estaba atacando a su compañera, y no perdió ni un segundo en ir a ayudarla.

-¡Vanesa, Vanesa!¿Estás bien?- bramó el policía cuando por fin se percató de que Álvaro estaba inconsciente. Fue corriendo a donde estaba su compañera tirada en el suelo.

Vanesa no lo pudo evitar y se echó a llorar desconsoladamente. Lo que había vivido en esa casa era lo más cercano a haber vivido una auténtica pesadilla.

García se apoyó con las rodillas en el suelo e intentó ayudar a Vanesa a que se reincorporara, pero a ésta le dolía mucho la espalda, y de repente se acordó que Álvaro le había clavado algo.

-No, espera, no me muevas, Me duele mucho la espalda. Álvaro me clavó algo.

García se desesperó cuando pasó su mano por la espalda de su compañera y ésta apareció llena de sangre.

-Maldito hijo de puta. Vanesa, te estás desangrando. Hay que llamar a emergencias - García sacó su teléfono móvil de su bolsillo y llamó sin demora alguna a emergencias. Dio la dirección del domicilio donde se encontraban y enseguida colgó la llamada. Necesitaba estar con su compañera y amiga. Necesitaba estar para ella. Además también llamó a sus compañeros mientras seguía atendiendo a Vanesa. Pero también tuvo tiempo para tomarle el pulso a Álvaro y por fin pudo respirar más pausadamente cuando se dio cuenta que el hombre estaba muerto.

-Vane...Lo hemos cogido, joder, lo tenemos. Está muerto. Y gracias a ti...Tienes más huevos que toda la policía junta.

Vanesa río amargamente. Aún habiendo atrapado al asesino, ella estaba hundida, además de muy dolorida. Iba a necesitar unos días de descanso para curarse, pero no sólo de las heridas que le había provocado Álvaro.

-García, desata a la chica, mira a ver que tenga pulso y que respira, si es así tiéndela en el suelo con sumo cuidado y tápala con algo, por favor. Ah, y apaga esa puta cámara. No quiero ni imaginarme lo que habrá dentro de ella, ni quiero que nos siga grabando a nosotros. Esta película de extremo terror se ha terminado.

-Claro, Vane, hemos llegado a tiempo, el hijo de puta la iba a desmembrar. Mira todo lo que tiene sobre esa mesa - dijo el policía mientras se acercaba a apagar la cámara.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora