Capítulo 39. Una situación embarazosa.

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Mientras Vanesa conducía por las gélidas y desérticas calles de la ciudad, Olivia estaba pensando si debía agarrarse a la moto o a la inspectora. Su cabeza le indicaba que se agarrara a la moto y su corazón a la mujer que la estaba llevando a la mismísima gloria. Pero en ese momento pensó que estaba ya harta de tantos convencionalismos, de ser tan sumamente formal y recta consigo misma. Entonces, sin pensarlo dos veces, decidió pasar sus brazos por la cintura de Vanesa, ya que era una oportunidad que no podía desaprovechar. Además Vanesa le dijo que ella misma le serviría de pantalla para evitar el viento de frente. La inspectora, cuando notó que la forense la abrazaba, soltó una sonrisa que le llegó de oreja a oreja. Menos mal que llevaba a Olivia detrás y para colmo llevaba el casco y la forense no podía verle el rostro ni por los espejos. Vanesa no podía estar más feliz. Dicha sonrisa se intensificó cuando notó el busto de Olivia apretarse a su espalda. Joder, ya daba igual que el clima fuera tan pésimo, Vanesa dejó de sentir el frío calarse en sus huesos. De repente comenzó a sentir un calor proveniente del cuerpo de la mujer que la estaba abrazando. Y a la inspectora se le dio por pensar que aún estando vestidas y ambas abrigadas, y con esa noche tan sumamente fría, si era capaz de sentir el calor que le daba el abrazo de Olivia, ¿Su cuerpo se quemaría si en un momento dado se llegaba a fusionar con el de la forense, estando ambos desnudos? Joder, el sólo hecho de pensar en ello, su cuerpo se estremeció de un gusto extremo. Pero a Olivia le pasó igual que a la inspectora. Se sentía tan bien abrazando a Vanesa, que por ella podía dar vueltas por toda la ciudad sin ningún problema durante toda la noche, lloviera, granizara o incluso helara. Nunca antes había disfrutado tanto de un trayecto en una moto de esas características y con alguien tan especial como lo era Vanesa.

La inspectora paró en un semáforo, y se encontraba eufórica de que la forense aún estando paradas, no la soltara.

-¿Vas bien, Olivia?- Le preguntó Vanesa. Ella sabía perfectamente que debía de ir muy bien si aún paradas seguía abrazándola.

-Sí, Vanesa. Si te soy sincera, tuve miedo de subir en una moto como ésta. Nunca antes había subido en una. Pero tengo que reconocer que la llevas muy bien. Me siento muy segura contigo - le contestó Olivia. Era verdad que con Vanesa se sentía tremendamente bien. Sólo le faltó decirle que no pensaba soltarla hasta que llegaran a su destino.

-Me alegro. La verdad que te mueves poco. Eres un paquete excelente -le dijo Vanesa con una sonrisa resplandeciente.

Olivia también sonrió. Como para moverse, si había conseguido unir su cuerpo con el de la otra mujer a la perfección. Parecían un sólo cuerpo sobre esa moto. Si hasta las rodillas y el interior de los muslos de Olivia rozaban los muslos de Vanesa. A las dos mujeres les gustó mucho tener esa sensación de unión aún sin ser nada una de la otra. Ambas estaban encantadas y Olivia se alegró mucho de que su amigo hiciera a Vanesa ir a buscarla a su casa.

Cuando Vanesa aparcó la moto en la entrada del chalet de García, Olivia por fin soltó, muy a su pesar, a la inspectora. Nunca antes había disfrutado tanto el corto transcurso de un viaje. Aunque le entristeció tener que soltar a Vanesa, enseguida se animó al pensar que luego la inspectora la tenía que volver a llevar a casa, o eso esperaba ella.

Olivia le devolvió el casco a Vanesa, y cuando sin querer, rozó con sus dedos la mano de la inspectora, ésta sintió un nudo en el estómago oprimiéndoselo. No esperaba sentir lo que estaba sintiendo en ese momento, al tener sólo para ella a la forense. Era algo muy nuevo en ella, algo que le producía mucho miedo, pero también la ilusionaba por partes iguales. Pero enseguida se desmoralizó pensando que tenía razón García cuando le dijo que ella no era el tipo de Olivia. Esa mujer era demasiado femenina y delicada, y tenía que reconocer que ella era todo lo contrario a Olivia.

Vanesa tocó al timbre, y les abrió la hija mayor del matrimonio, Paola, de once años. Ésta abrazó primero a la inspectora y seguidamente lo hizo con Olivia. Y ni corta ni perezosa, miró de forma pícara a Vanesa y le hizo una pregunta embarazosa, delante de Olivia.

-Vane, ¿Olivia y tú estáis juntas? Mi papá no nos ha dicho nada. Pero si venís juntas, y a las dos os gustan las mujeres...

Vanesa palideció. La cena iba a ser más complicada de lo que ella creía. ¿Cómo le preguntaba eso la niña, delante de Olivia?

Olivia sonrió como pudo, y esperó pacientemente a que la inspectora le diera una respuesta a la niña. Quería ver cómo se desenvolvía Vanesa ante ese tipo de situaciones.

-Pues verás, Paola, Olivia y yo somos amigas de tus papás. Sólo que como estamos invitadas las dos, y ella no tiene coche, quedamos en que vendríamos juntas- Contestó como pudo la inspectora, intentando no mirar a Olivia a los ojos.

-Vaya, pensé que erais novias. Sois las dos muy guapas. Si me gustaran las mujeres, no sé a cuál elegiría de las dos.

Olivia desvío la mirada de Vanesa, sabía que ésta estaría pensando que la tierra la tragara en ese mismo instante. Esa niña era como su padre, una descarada cupido. Vanesa y ella ya tenían bastante con Marco cómo para tener que aguantar en la misma línea también a su hija.

A Vanesa le dieron ganas de darse media vuelta e irse. Paola consiguió ponerla más nerviosa de lo que ya estaba por culpa de la presencia de la forense.

Justo cuando Vanesa le iba a volver a contestar, se le adelantó Olivia.

-Paola, cariño, que vengamos juntas no quiere decir nada. Además, Vanesa tendrá alguna chica por ahí, y sabes que yo me dedico a estudiar y a trabajar. Tu papá ya te lo habrá dicho.

Vanesa miró incrédula a Olivia. ¿Por qué había dicho que tendría alguna chica por ahí? ¿Que sabía Olivia de cómo era ella?¿Acaso García le habría hablado de cómo era ella con las mujeres? Sólo esperaba que su compañero no le hubiera contado a la forense todo lo que le pasó con Sara, y la consiguiente respuesta o comportamiento a dicho abandono. A Olivia no le importaba en absoluto lo que ella había vivido con su ex novia.

De repente apareció García limpiándose las manos con un trapo de cocina.

-Ey, chicas, ya estáis aquí. Joder, qué tarta nos has traído, Vanesa. Paola, cariño,¿a qué esperas para dejarlas pasar? Entrad, por favor- les dijo a las dos mujeres.

-Papá, tus amigas dicen que no son pareja, pero yo no me chupo el dedo- contestó la niña a su padre, cogiendo la tarta de las manos de Vanesa, dándose media vuelta y yendo para el comedor con sus hermanos.

García sólo pudo reírse. Esa niña había salido como él, no se podía negar.

-Lo siento chicas, Paola no sabe lo que dice. Aunque no negaré que es hija mía.

Vanesa y Olivia no sabían dónde meterse. Así que intentaron no darle más importancia al asunto y prefirieron dejarlo como estaba, por lo que primero entró la forense a la casa, y luego la siguió Vanesa.

García y Vanesa se miraron a los ojos y el policía entendió que hasta ese momento había ido todo bien, por cómo sus ojos se encontraron con los de su compañera, y él se alegró por ello.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora