Capítulo 111. Cara a cara.

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A pesar de los nervios que llevaba encima, Vanesa pudo conducir la moto a una velocidad rozando la ilegalidad, pero tenía tantas ganas de tener a Olivia enfrente de ella, que le dio exactamente igual que la multaran. Estaba desatada.

Cuando llegó, por fin, a donde vivía Olivia, aparcó la moto y se quitó rápidamente el casco. Entró en el portal aprovechando que salía un vecino de Olivia, colándose en su interior. Tenía tanta prisa por verla, que prefirió subir por las escaleras para no tener que esperar al ascensor. El vecino debía haber bajado por las escaleras.

Una vez ya en la puerta del apartamento de la forense, antes de tocarla, intentó dominar su descontrolada respiración, como también los nervios que se habían apoderado de ella sin previo aviso. Ella sabía que esos nervios eran completamente justificados. Pero necesitaba ver a Olivia desesperadamente y pedirle perdón por haber sido tan estúpida con ella.

Olivia se encontraba preparándose un café, cuando estaba pensando en la decisión que había tomado de no coger el avión finalmente. Tenía razón Marco, si se iba a Londres, que fuera porque no tuviera nada que ver Vanesa, porque cuando volviera a Madrid a ver a su familia o a su amigo, siempre pensaría en la inspectora, y peor sería si la llegaba a ver en algún momento. Ella no podía huir de esa manera. Por lo que decidió no irse a Londres, y aunque Vanesa le diera una oportunidad a Sara, lo mejor era asumirlo y aceptarlo, aunque le costara un mundo retirar a Vanesa de su corazón.

Los ojos de Olivia no le habían dado tregua alguna. Seguían haciendo de las suyas derramando lágrimas sin cesar. No lo podía evitar, ni quería. Si se ponía a pensar en Vanesa con Sara, se resquebrajaba sin poder hacer ella nada. Estaba muy enamorada de la inspectora y era tremendamente doloroso para ella no ser correspondida por la inspectora.

Cuando Olivia se acercó a la ventana mientras se llevaba la taza de café a sus labios, alguien llamó a la puerta. La forense se sobresaltó, dejó la taza en la encimera y se dirigió a abrir la puerta. Pensó que sería Marco. Conociéndolo como lo conocía, habría ido para animarla. Para ella, el policía era un amigo como pocos. O quizás era Lucas, pero ya habían hablado por teléfono con anterioridad y Olivia le había comunicado que no había cogido el avión finalmente. Su hermano la entendió a la perfección, para una vez que Olivia estaba enamorada, entendía que quisiera aclarar sus sentimientos y no huyera a otro país para no hacer frente a ellos. Su hermana era una mujer fuerte y valiente y sabía que había tomado la decisión correcta, porque no era una mujer de tomar decisiones importantes a la ligera.

Olivia abrió la puerta y cuando sus húmedos y cristalinos ojos se posaron en la figura que tenía enfrente, no se lo podía creer. ¿Qué hacía Vanesa ahí? De repente la forense se puso muy nerviosa y le costó mirar a la inspectora a los ojos directamente. No quería que Vanesa la viera como la estaba viendo, pero lo que Olivia no sabía era que para Vanesa, ella siempre estaría preciosa.

Vanesa se quedó impávida en el sitio cuando Olivia abrió la puerta. Por fin la tenía enfrente. Al igual que ella, la forense había estado llorando. Pero aún así lucía espectacular. Llevaba sólo una camiseta universitaria puesta, y a Vanesa le daban unas ganas irrefrenables de abrazarla y sentir, por fin, el calor que emanaba de su piel.

No había sido consciente, hasta ahora, del daño que le había hecho a Olivia.

Vanesa cogió todo el aire que pudo, y se acercó a la forense, porque ésta era incapaz de decir ni una palabra.

La inspectora intentó controlar su errática respiración, porque necesitaba hablarle a la mujer que tenía al lado. Se armó de valor, y por fin consiguió hablar.

-¿Estás todavía decidida a irte, Olivia?- Le preguntó la inspectora con la voz temblorosa. Le iba a dar algo si finalmente Olivia decidía marcharse más tarde quizás.

Olivia le contestó, mirando a Vanesa a los ojos de forma impasible, mientras una lágrima cayó lentamente por toda su mejilla.

-No, albergaba la posibilidad de que el amor de mi vida luchara por lo nuestro. Y no me he equivocado. Porque si estás aquí, quiere decir que no le diste una oportunidad a Sara. Así que no, si dicho amor me dice que me ama y que quiere estar conmigo, no me iré, ni después ni nunca.

Ahora fue Vanesa la que no pudo evitar el llanto. Aún estaba muy vulnerable por todo el peso que había tenido que llevar en la investigación, y para colmo el hecho de poder perder a Olivia, le hubiera roto el corazón. La mujer que amaba le acababa de decir que se quería quedar con ella. Una felicidad indescriptible se apoderó de la inspectora.

-Olivia...- Dijo tímidamente Vanesa, mientras miró fijamente a la forense, y se dio cuenta que ésta tenía la mirada más cristalina y hermosa que había visto en su vida. - Yo lo siento. Siento haber dudado de lo nuestro, cuando en realidad eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Eres una mujer increíble. Me has demostrado que me amas, que me quieres, que me deseas y además respetas mi trabajo porque sabes lo importante que es para mí. No quiero perderte, no quiero pasar de nuevo por un abandono. Así que si tú estás dispuesta, pero sólo si tú crees que aquí vas a ser más feliz que en Londres, me gustaría decirte que quiero acostarme todas las noches contigo y despertarme todas las mañanas con medio cuerpo tuyo, desnudo, sobre el mío. Quiero contarte todos los días cómo me ha ido en el trabajo, y tú por supuesto que hagas lo mismo conmigo, y me gustaría hacer contigo escapadas de fin de semana con la moto. Como también llevarte a comer algún domingo a casa de mi madre, con mi hermana también.

Olivia se encontraba muy emocionada. No se creía que Vanesa le hubiera demostrado tanto, y que le hubiera abierto su corazón de esa manera. Las dos mujeres sentían lo mismo la una por la otra.

-Entonces...¿Me amas?- Olivia necesitaba que Vanesa se lo confirmara con un sí.

-Joder, si te amo...No sabes cuánto, Oli.

La forense acercó su rostro al de Vanesa, posando su mano sobre la de la inspectora, y buscando entrelazar sus dedos con los de ella. Vanesa, por supuesto, se dejó hacer con la forense. Estaba ensimismada con Olivia, estaba viviendo un sueño en ese momento, por fin la mujer de la que estaba enamorada, prefería luchar por lo que tenían y la valoraba. Sabía que había tomado la decisión correcta rechazando a Sara. Y menos mal que había llegado a tiempo para enmendar el error que había estado a punto de cometer.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora