Capítulo 85. La peor noche de Vanesa y García.

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Vanesa se saltó algún semáforo que otro para llegar con la máxima celeridad posible a la dirección que le había dado su compañero

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Vanesa se saltó algún semáforo que otro para llegar con la máxima celeridad posible a la dirección que le había dado su compañero.

Cuando por fin llegó, lo hizo con la ropa completamente empapada. Además hacía mucho frío, pero a Vanesa eso le dio exactamente igual. Ella solo tenía algo en la cabeza en ese instante, y era salvar a la chica que tenía Álvaro secuestrada en esa casa.

Nada más bajó de la moto y se dirigió a la casa, cuando llevó los ojos a ésta, de repente tuvo miedo. Esa casa, de estilo victoriano, podía estar perfectamente sacada de una película de terror. Debía ser de finales del siglo XIX, y para colmo, aunque no estaba en las ruinas, parecía que estaba abandonada. Además el clima no ayudaba en nada, era desoladora toda la atmósfera que envolvía a la inspectora. El olor del pavimento completamente mojado se apoderó de sus fosas nasales. De repente se le dio por pensar que era la protagonista de una película de terror, y su cuerpo se estremeció, y no por el frío que tenía, sino por el miedo que se apoderó de ella. No quería ni imaginar, si estando afuera, se encontraba así, cómo estaría cuando estuviera dentro de la casa.

Vanesa comenzó a respirar agitadamente. Su corazón se iba a salir del pecho literalmente. Una brutal taquicardia hizo que apoyara una de sus manos en la herrumbrosa verja que rodeaba a la casa, y comenzara a inspirar y expirar pausadamente. Necesitaba relajarse sino quería bloquearse y cagarla.

Tenía que pensar en frío si no quería tirar todo por la borda. Pero su cuerpo no reaccionaba a su cerebro. Estaba reaccionando a un miedo totalmente racional. Era completamente comprensible que el miedo que tenía por lo que sus ojos estaban observando aterrados, hiciera que su cuerpo se bloquerara.

Estaba tan absorta en lo que tenía ante sus ojos, que no se percató de la llegada de García. Éste, conforme se acercaba a la casa, decidió apagar las luces del coche puesto que podían llamar la atención del asesino en plena oscuridad.

García salió corriendo del coche y como la noche era muy lóbrega, volvió a pisar un charco tras otro hasta que llegó a donde estaba su compañera.

Como Vanesa estaba pensando en cómo entrar sin ser vista en la casa, cuando García la llamó con un tono de voz muy bajo, la mujer se sobresaltó y sin poder evitarlo cayó al suelo embarrado.

-Joder García, mecagüen la puta, ¡Qué susto me has dado!¡Tengo taquicardia por tu culpa!

-Perdona Vanesa. No quise asustarte, pero no me mientas, joder, tú tienes taquicardia porque has visto lo siniestra y tenebrosa que es esta casa y tengo que reconocerte que yo mismo tengo también taquicardia. ¿En serio vamos a entrar ahí? Estoy cagado de miedo...Pero por favor, esto no se lo digas nunca a mis hijos. No pueden saber que su padre es un cagado de mierda.

Vanesa no sabía si llorar o reír. ¿García se estaba quedando con ella?Nunca había visto así a su compañero, entonces no sabía si creerle o no.

-García,¿Me lo estás diciendo en serio?-Preguntó dudosa la inspectora a su compañero.

-Vane, ¿A qué ser humano no le da miedo esta puta casa? Y encima con un psicópata asesino dentro de ella y haciendo de las suyas. Sólo espero salir vivo de ésta. Y llevas el trasero lleno de barro, por cierto. Lo siento.

-Da igual, no lo sientas. Tengo toda la ropa calada de agua. Si salimos vivos de ésta, no sé si saldré viva del resfriado que voy a coger. De esa sí que no me salvo.

-Si salimos de ésta los dos, recuérdame que le pida a la jefa un aumento de sueldo, joder. Creo que nos lo merecemos de sobra.

-Bueno, García, a lo que hemos venido, que no tenemos tiempo que perder. Ahora no estamos para hablar de aumentos de sueldo.

-Lo sé, sólo quiero que te relajes, estoy quitando hierro al asunto. No podemos entrar ahí siendo dos manojos de nervios, ¿No crees?

-Tienes razón. No se oye ningún ruido que provenga de la casa. ¿Estará durmiendo Álvaro? ¿Estará aquí también el psiquiatra?

-Bueno, ahora sabremos si duerme o no ese hijo de la grandísima puta, y sí, sé lo que estoy llamando a la madre de Álvaro, pero esa mujer se lo merece por haber parido a ese animal. Y en cuanto al psiquiatra, lo dudo mucho que se encuentre él aquí. Yo me aventuraría a decir que ese hombre no viene por aquí. Y si no escuchamos ruidos, aunque la casa esté medio abandonada, la han podido insonorizar. Porque si Álvaro tiene a una chica secuestrada ahí dentro, no será para jugar al parchís, y la chica digo yo que se le dará por gritar.

-Tienes razón, si te descuidas esta casa era de sus abuelos y la ha heredado. O tal vez la haya comprado simplemente para poder llevar a cabo sus más sanguinarios deseos sexuales. Ese hombre aquí no pinta nada. Le pega más el barrio de Salamanca. Además, está más o menos abandonada. Tal vez tenga malos recuerdos en esta casa y prefiere no pisarla.

-Pues la verja está abierta. Si estuviera abandonada, ¿No crees que el dueño le habría puesto un candado para que no entrara nadie? Estoy seguro que aquí vendrán a merodear muchos chavales a los que les llame la atención todo lo relacionado con el terror. Imagínate este lugar en la noche de Halloween, estaría atestado de críos disfrazados.

-Pues más a mí favor, García, de que tenemos ahí dentro a Álvaro.

Los dos policías se miraron con cierto temor. Ambos sabían que Álvaro se encontraba a unos metros de ellos. Ambos lo presentían.

-Bueno, entremos en silencio y prepara el arma. Creo que lo mejor será que nos separemos -Dijo García con voz temblorosa.

-Sí, claro, entremos y luego decidimos por dónde separarnos. Convendría saber si tiene más de una entrada. Yo estoy segura que sí tiene más de una, una casa así, y siendo tan antigua, tiene que tener varias entradas.

-Estoy contigo. Cuando sepamos cuántas entradas tiene, nos separamos.

-Está bien.

-Vanesa...

-Dime, García.

-¿Entras tú primero, por favor?-García estaba muerto de miedo, no podía evitarlo y le importaba un comino que su amiga descubriera a un García desconocido para ella. Quizás ya iba siendo hora de que conociera su parte más desconocida y sorprendente.

-Claro, compañero. Pero...Joder, no sabía que fueras así. Me refiero a que tuvieras tanto miedo.

-Vanesa, sabes que soy un hombre muy sensible. Qué quieres que te diga, yo también lloro y me cago de miedo, y no me importa reconocerlo. Los hombres también sentimos.

-Lo sé, y a mi no me importa en absoluto que seas así. Sigo estando muy orgullosa de ti. Por favor, haznos un favor a las personas que te queremos y no cambies. Además, yo también tengo que reconocerte que estoy muerta de miedo, pero pienso en esas chicas y me obligo a no dejar que el miedo me paralice, voy a entrar ahí por ellas. No quiero ver otro cadáver más. No me lo perdonaría, García.

-Joder, tienes razón. Vamos entonces.

Los dos policías entraron por la verja que estaba abierta. Tuvieron que moverla un poco para que García pudiera entrar, y los dos se asustaron cuando oyeron rechinar los goznes de la puerta. Éstos estaban completamente oxidados.

-Vamos, compañero, sígueme.

Los dos fueron avanzando con una tenue luz del móvil de Vanesa. Necesitaban ver por dónde estaban pisando. No querían que el asesino viera ni oyera nada allá afuera que le llamara la atención. Querían pasar totalmente desapercibidos, pero eso iba a ser difícil puesto que Álvaro tenía todos los sentidos demasiado agudizados.

Hasta que divisaron a lo lejos una ventana con una luz interior algo llamativa y potente. Y en ese momento les invadió a los dos una excitación extra,por saber que ahí se encontraba Álvaro, el hombre que llevaban tantos días buscando.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora