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—La arrastrada y sus perros guardianes, ¿se te acabó la protección de tu jefecito? —pregonó Tamara con altanería

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—La arrastrada y sus perros guardianes, ¿se te acabó la protección de tu jefecito? —pregonó Tamara con altanería.

—Te mandaría al infierno, pero el diablo no tiene la culpa, ¿sabes? —contestó Anaira con calma sin siquiera mirarla.

Tamara había llegado para lo único que sabía hacer, fastidiar la existencia de Anaira y los que estuviesen a su alrededor. Menos Derek, claro, con él se le iba la actuación en ser la víctima del espectáculo. Sin embargo, hasta ese momento ninguno de sus intentos le había funcionado, él no duda en quien era la mala la película, mucho menos si Anaira usaba una de sus caritas tiernas para convencerlo.

—¡Mosca muerta!

—Me surge una duda, Tamara —dijo Anaira ignorando su prepotencia—, si se supone que tienes un increíble trabajo más importante que el de una simple asistonta como yo, ¿qué tanto haces perdiendo tu tiempo conmigo? ¿No tienes nada de servicio que hacer muy lejos de aquí?

Los cuchicheos se escucharon por toda la sala, encolerizándola aún más. Por ello, el ambiente empezó a poner un tanto pesado, como si se dividiera en dos bandos. Por un lado, estaban los amigos de Anaira, todos burlándose de las expresiones de Tamara al no conseguir los resultados que esperaba; y por el otro, era aún más extraño. Penélope seguía siendo indiferente en apariencia, pero seguía observándola con desprecio e incluso llegó hacer algunos cometarios hacia Anaira. Y Cristal, ella solo era una espectadora burlona, no apoyaba a nadie en específico pese a las quejas de Tamara.

—Eso no te incumbe, puedo y hago lo que me da la gana —expresó con rabia, cruzándose de brazos y abultando de más sus pechos.

—¡Eso se nota! —se burló Anaira y con ello más risas.

—No sé cómo es que le gustas a Derek, siendo tan ordinaria y vulgar —añadió Tamara observándola de pies a cabeza con asco.

—No ando por la vida insultando gente, así que la vulgar no soy yo —refutó con inocencia e indiferencia.

—Sin clase, sin estilo, sin nada atractivo, solo una gata callejera —continuó.

—¡Ja! Ahora soy una gata rompe hogares, que cruel de mi parte —teatralizó con gracia.

Desde que empezaron los conflictos, trataban de no aportar leña al fuego a menos que sea estrictamente necesario. Darle cuerda a Tamara para discutir era de los peores errores, más si estaban en medio de su jornada laboral, así que optaban por ignorarla pese a resultar peor. Sin embargo, Anaira no podía quedarse callada cuando era hacia ella que dirigía todos sus insultos.

—Mira niña, si sabes lo que te conviene es mejor que te alejes de Derek —exigió Tamara alterada—, solo te aprovechas de su situación para llevártelo a la...

—Cuidado con lo que insinúas, Tamara, si no tienes pruebas de nada solo es difamación —intervino Luis amenazante.

—Tú no te metas, deberías estar de mi lado —le reprochó—, ¿no estabas interesado en la pulgosa esta? Te estoy haciendo un favor, alejándola de mi Derek.

✅Esto es guerra, jefecito [DISPONIBLE EN AMAZON EDICIONES MOB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora