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Podía entender que, con todo su historial, sea un poco difícil creerle; podía comprender incluso que, viendo la escena que vio, era aún más factible pensar en el engaño que cualquier otra situación; pero dadas las últimas circunstancias, todo los ...

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Podía entender que, con todo su historial, sea un poco difícil creerle; podía comprender incluso que, viendo la escena que vio, era aún más factible pensar en el engaño que cualquier otra situación; pero dadas las últimas circunstancias, todo los que había hecho por Anaira los últimos días, en especial el haber mantenido su palabra al dormir con ella, creía que tenía por lo menos el privilegio de escuchar sus razones, ¿no?

Por primera vez en su vida estaba al borde de la desesperación, las cosas no eran como las había visto ella y no le dio la oportunidad siquiera de hablar. Se sentía frustrado, no quería perderla por una estupidez como esa. Tamara había jugado sucio, mucho más de lo que él pudo haber hecho durante sus andanzas. Y esta vez no diría que se lo merecía, porque no era así.

En ningún momento le prometió a ella o a cualquier otra, una vida juntos ni nada por el estilo. Trató de terminar aquello por las buenas, llegando a un acuerdo y dejando todo en lo profesional. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué quería destruir lo único bueno que había pasado en su vida? Tratar de separar a Anaira de él era el golpe más bajo y doloroso que le había dado, y no veía razones para ello, menos siendo Tamara.

Sin embargo, el principal obstáculo para remediarlo en ese momento era su padre. Frente a él, ceñudo como siempre y sosteniendo su maldito maletín sin dejar su porte elegante, odiaba eso, detestaba parecerse tanto físicamente a él.

—¿Puedo saber qué mierdas hiciste ahora? —le reclamó enojado—. No me como ese cuento de tener problemas con su familia, ¿qué le hiciste?

—En tu cabeza siempre soy el malo de la historia, ¿no? —replicó Derek con indiferencia hacia su padre.

Lo que Derek menos quería en ese preciso momento era escuchar, soportar y responder a las acusaciones de Daniel. Su mente, concentración e incluso su corazón estaba hecho un manojo de miedo en ese momento. Tenía que hablar con Anaira a como dé lugar, debía explicarle las cosas como habían sucedido en realidad.

—Hablo según lo que demuestras, solo espero que no hayas jugado también con la pobre chica —le advirtió—. ¿Quieres decirme que le hiciste?

—Nada que te...

—No por nada está llorando, o dime, ¿por qué es tan urgente esa reunión con ella? —le interrumpió con severidad.

—No te incumbe —zanjó con dientes apretados.

—Deja la estupidez, Derek, ya no eres un adolescente rebelde, eres un adulto, maldita sea —gritó exasperado—. Dime la verdad, ¿o es que me crees tan estúpido como para no saber de tus mierdas infantiles?

Necesitaba salir de allí lo antes posible, pero cada vez veía más difícil quitarse a su padre de encima, más por el estado de alteración en el que se encontraba. ¿De qué lo iba a culpar?

—Jugar con ella hasta que renuncié por su propia cuenta, sí, me enteré —añadió Daniel como si leyera sus pensamientos.

Un terror frío caló por su espalda, que haya llegado esa información a su padre precisamente, solo indicaba que su poca suerte se había acabado. Eso, y que alguien dentro de allí estaba jugando para dos bandos.

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