El verdadero poblema.

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_____ fruncía cada vez más el ceño al no obtener una respuesta de las otras chicas. Eso no le gustaba para nada. Todas sus alarmas empezaron a sonar; ya había cedido la comodidad de su casa por obligación de su psicóloga, pero no quería perder su segundo hogar ahora. La pelinegra sacudió la cabeza y trato de tranquilizarse.

— ¿Qué... qué hacen aquí? —les preguntó un poco nerviosa.

— ¡Miren esto! —Zach se había levantado de su puesto y se acercaba al grupo—. ¡Gran P nuevamente dejando a chicas con la boca abierta —festejó, caminando hacia _____—. No te cansas de hacerlo, ¿cierto? —le dijo, riendo junto a la pelinegra para luego aprovechar de abrazarla.

Todo para Lizzie era algo absolutamente nuevo. En un abrir y cerrar de ojos, pasó de estar aterrada por una aguja clavándose en su cuerpo a estar intrigada por cada tatuaje en el cuerpo de la pelinegra. Para nada consideraba atractiva semejante cantidad de dibujos en la piel de una hermosa persona; de hecho, solía cruzar de calle cuando alguien así se le acercaba, pero en _____ era otra cosa. Claro que el abrazo entre _____ y el chico logró hacer que Lizzie no pudiera distinguir los tatuajes, y empezó a preguntarse, entonces, por qué la pelinegra se alejaba de ella mientras que las otras personas podían abrazarla; no lo entendía.

En el momento en que varias preguntas iban a salir de su boca, la chica que había estado esperando en los sillones la interrumpió.

—_____—con una voz sensual y con un vaivén digno de admirar, la mujer se acercaba a _____ cual depredador a su presa. El vestido apretado y; si le preguntan a Lizzie, de estilo ramera, que usaba, nada dejaba libre a la imaginación—. Qué lindo verte de nuevo —dejó un beso en la mejilla de la pelinegra, logrando que la misma agachara su cabeza con vergüenza.

Lizzie quiso sacarle de un cachetazo la sonrisa de estúpida que puso ante la chica y restregarle con un trapo la mejilla hasta que se le saliera la pintura labial que la otra mujer le había dejado.

—Ya te estaba extrañando —seguían los elogios.

La rabia de Lizzie aumentaba a niveles inesperados. Un abrazo de un chico era pasable, pero un beso de una descarada mujer ya era mucho. ¿Por qué todo el mundo tenía derecho a tocarla si a ella se lo negaba?

Aún avergonzada, _____ alzó los ojos hacia la chica.

— ¿Estás lista? —preguntó de forma profesional—. ¿Te preparaste como te lo pedí? —al parecer el tatuaje de la mujer requería ciertas cosas de alguna determinada manera.

—Por supuesto —la mujer giró, dándole la espalda a la pelinegra—. ¿Esto está bien? —para nada lenta, la mujer tomó el final de su vestido y lo levantó para dejar ver una reveladora tanga. Difícilmente se veía una tirita de estampado de leopardo.

Lizzie sintió a Scarlett murmurar un "Dios mío" en español y no pudo evitar rodar los ojos. Un silbido que provino de Zach hizo que los volviera a rodar por segunda vez consecutiva y además hizo que la mujer que aún tenía levantado el vestido sonriera sin pudor. Sin embargo, la cara de _____, que era el destino de la mirada de Lizzie, estaba totalmente inmutable. Miraba el trasero de la chica como Picasso debió haber mirado sus lienzos. Para la pelinegra ese pedazo de piel era su hoja en blanco.

—Perfecto —concluyó _____—. Melissa —miró a la jovencita—, ¿puedes acompañar a Alice a mi oficina? En unos minutos estaré ahí. Ve preparando todo, por favor —pidió con amabilidad para después volver hacia la mujer ahora vestida—. Ya iré contigo —le dijo.

La mujer le sonrió y se acercó aún más a ella.

—No te demores —susurró para nada suave y dio media vuelta para seguir a Melissa, para que ambas desaparecieran por la puerta que estaba en la pared del fondo.
— ¡Gran P vuelve a anotar! —gritó Sam para hacer reír a Zach también, _____ estaba cada vez más colorada.

No soy para ti - Elizabeth Olsen y tu (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora