Extra: El solo de Maddie parte 1.

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Viernes por la mañana.

Casa Williams Olsen.

— ¡Mamáaaaaaaaa!

Lizzie estaba preparando un perfecto desayuno familiar justo cuando escuchó el grito exageradamente aterrador por parte de sus cinco hijas. Desde que Maddie había empezado a utilizar el baño más seguido para sus reacciones naturales, todas las mañanas en casa eran iguales; o al menos lo eran las mañanas que eran escolares. La empresaria miró a una ya sentada en su pequeña silla a Brooklyn y suspiró justo cuando fuertes golpes de pies se sentía venir desde la escalera.

—No crezcas nunca, cariño —la empresaria besó la pequeña cabeza de su hija menor al mismo tiempo que Leah aparecía con Mía agarrada de una de sus manos.

—No puedo hacerle las trenzas a Mía si no puedo entrar al baño a usar el espejo y si no tengo acceso a ningún cepillo o coleta, o algo —se quejó la mayor de sus hijas. Mía acompañaba el relato de su hermana con pucheros en su boca—. Ni siquiera puedo arreglarme yo misma —suspiró la joven—. Sabes que le tengo paciencia, pero hay veces que me dan ganas de matarla...

Lizzie admiró el control y la paciencia que Leah había adquirido aún en sus peores años de adolescencia—. Cariño...

— ¡Mamáaaaaa! —London, que sin lugar a dudas se había ganado hace rato el trono a la heredera suprema del carácter Olsen, fue la tercera en irrumpir en el lugar.

Autumn seguía a London de cerca igual de ofuscada, pero más tranquila. Lizzie tuvo que aguantar la risa ante el desaliño que portaban todas sus hijas. Era una evidencia ante la clara falta de baños en la casa. La empresaria iba a tener que hablar con su esposa acerca de un futuro cambio de casas.

—Esto así no se puede —recriminó la niña de doce años, volviendo a llamar la atención de su madre—. Me pediste paciencia...

— ¡Nos pediste paciencia! —Alex se sumaba y sumaba su molestia a la mañana.

London miró a su hermana y asintió—. Eso. Nos pediste paciencia, pero esto ya es demasiado, así no se puede. Es la número no sé cuánta vez que tenemos que hacer cola en el baño —protestó la melliza, recibiendo el apoyo de su hermana.

—Niñas... —Lizzie entendía a la perfección a sus hijas.

—No, mamá —esta vez fue Alex la que tomó la palabra—. No nos pidas más paciencia ni mucho menos tranquilidad —a la empresaria le impresionó el nivel de enfado de Alex, si London era la archienemiga declarada de Maddie, Alex era todo lo contrario—. Hoy puse el despertador una hora antes para tratar, ¿sabes? Una hora antes para tratar de llegar al baño antes, pero... pero... —la jovencita cerraba los ojos, tratando de calmarse—. PERO MADDIE YA ESTABA AHÍ —no fue útil la técnica de yoga que su abuela Jarnett le había enseñado—. No es justo —terminó cruzándose de brazos, enfadada.

—Además, hace unos ruidos bien raros —Mía era demasiado pequeña para entender.

Leah miró a su madre con súplica. Algo había que hacer.

—De acuerdo —Lizzie aceptó—. Pueden usar el baño de mi habitación mientras yo— ¿qué? —sus hijas se habían mirado entre sí.

—Mami _____ está ocupando el otro —la personalidad de Autumn era totalmente distinta a la de su melliza, pero aun así no le impidió hablar aunque su cara se sonrojó de inmediato. Lizzie acarició a su pequeña para animarla al mismo tiempo que giraba los ojos, pensando en su chica.
—Hace muuucho tiempo que mami _____ no sale del baño —aportó un dato importante Leah, mirando fijamente a su madre—. Me pregunto quién será la culpable de eso —la enterada joven miró a su madre con gracia.

No soy para ti - Elizabeth Olsen y tu (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora