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Lunes por la noche.

Nuevo departamento.

— ¡Hogar dulce hogar! —Scarlett decía mientras entraba al nuevo departamento.

Florence y Lizzie venían detrás de ella con menos entusiasmo por no decir con casi nada. Después de abandonar el viejo departamento, fueron a comer algo por ahí para esperar que el equipo de mudanza contratado hiciera su trabajo. No fue hasta tres horas después que le avisaron a Scarlett que ya estaba todo listo.

— ¡Esto sí que es vida! —agregó la norteamericana recorriendo el lugar con sus brazos abiertos—. ¡Esto sí que es lujo! —cualquiera que la estuviera viendo o escuchando pensaría que el lugar estaba bañado en oro—. ¡Éste es el palacio que se merece la gran Scarlett Johansson! —sus delirios de grandeza hacían acto de presencia.

—Tampoco es para tanto —Florence hacia que la norteamericana bajara un poco de las nubes.

— ¿Qué no es para tanto dices? ¡Por Dios, Flo! ¡Mira ésta sala! —el departamento tenía una enorme sala de estar, las paredes estaban pintadas de un blanco pulcro y del techo colgaba una encantadora lámpara moderna.

—A mí me gustaba la sala del departamento de _____ —dijo Florence.

La norteamericana hizo oídos sordos al comentario de la bailarina y siguió inspeccionando.

— ¡Wow! ¡Mira esta decoración!

Sobre las lisas paredes había pinturas que tanto Scarlett como Lizzie reconocían fácilmente a diferencia de la bailarina. La castaña pudo distinguir una copia bastante mal hecha de "El Beso" de Gustav Klimt.

—A mí me gustaba la decoración del departamento de _____ —otra vez puntualizó Florence.

Scarlett soltó un simpático y fuerte resoplido.

—Por favor, a eso no se le puede llamar decoración. No se le puede decir decoración a paredes sin revocar, ni pintar y mucho menos a las telas de arañas que colgaban de ellas. ¡Dios! ¡Oh Dios! ¡Miren esto! ¡Miren qué vista!

La norteamericana no demoró en apretar un botón de un pequeño control que había sobre una mesita con una pequeña lámpara y las traslucidas cortinas de una enorme ventana se abrieron. En realidad esto era la razón del alto precio del departamento más allá de la ubicación. Una de las paredes era totalmente de vidrio y formaba un enorme ventanal que dejaba ver casi toda la ciudad. Las cortinas que cubrían la vista eran de color crema y de una tela traslucida. Al parecer, los ventanales estaban equipados con blackout o algo así le habían explicado a Scarlett.

—A mí no me gusta —observó Florence—. Ya no están los simpáticos chicos del departamento de enfrente que me gritaban cosas lindas o que jugaban al dígalo con mímica conmigo —dijo con nostalgia.

Scarlett la miró enfadada.

—Esos tipos son unos pajeros, Florence, nada de simpáticos —le aclaró—. Y las señas no eran mímica ni mucho menos un juego —más de una vez la norteamericana les había respondido con sus propias señas.

Cuando Florence estaba por protestar de nuevo, la norteamericana la interrumpió.

—Además, eso es lo de menos... ¡Por Dios! ¡Mira estos pisos! ¡Mira estos muebles!

Los pisos del departamento eran todos de fina madera. En el medio de la sala, cerca del enorme ventanal, habían dos gigantes sillones de color marfil, enfrentados uno al otro y solo separados por una, no tan pequeña pero sí baja, mesita redonda con vidrio al centro, que tenía una adorno bastante raro pero lujoso en su centro, algo así como una caramelera muy parecida al pensadero de Albus Dumbledor si me preguntan. Al costado de uno de los sillones, había una alta lámpara y sobre ellos varios almohadones forrados con un estampado estilo cebra muy interesante.
Florence se cruzó de brazos, estaba negada a ver lo mismo que Scarlett.

No soy para ti - Elizabeth Olsen y tu (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora