Roro.

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A la mañana siguiente.

Ultimo día en Los Ángeles.

Al igual que la mañana anterior, Lizzie se despertó por el enorme bulto que estaba apoyado en su trasero.

—Oh por Dios, no ese estúpido inflable de nuevo —Lizzie cerró los ojos fuertemente tratando de dormirse de nuevo.

Demasiado tiempo de su sueño le había costado lograr que Maddie dejara de sufrir por esa estúpida ballena y aún más esfuerzo le había costado evitar que _____ cediera ante los encantos de la pequeña pelinegra y fuera a esas horas de la noche a comprarle un remplazo de su tan estimada compañera, pero ahora ese estúpido juguete la despertaba de nuevo.

— ¡No, ballena, no! —agitó su brazo hacia atrás tratando de golpear a la cosa que la acosaba y quitársela de encima, pero el bulto se apretaba aún más contra ella y como si fuera posible, Lizzie pensaba que se agigantaba.

Trató de no darle demasiada importancia y apretó aún más los ojos, rogando que el sueño le volviera, aun así no fue suficiente, la rubia ya estaba despierta.

— ¡Uf! —quejosa le dio un golpe a su almohada. Tenía demasiado sueño, las horas que había pasado tratando de consolar a su hija le estaban pasando factura—. Ballena de mierda —se quejó—. ¿Por qué demonios se tuvo que perder en medio del estúpido mar con gusto a...? ¡Un momento! —Lizzie abrió los ojos rápidamente, había caído en cuenta de que la ballena no podía estar en la cama junto a ella.

Tiró su mano hacia atrás rápidamente y a diferencia de la mañana anterior, sus dedos tocaron una suave y blanda superficie.

— ¿Llena? —se estaba mimetizando con su hija. Subió su mano un poco más y tomó la nariz de una cabeza que se agitaba en negación a su pregunta. Mientras tanto algo crecía en su trasero—. Por favor, Diosito, que no sea un maldito inflable —suplicó, mirando al cielo mientras con su mano seguía recorriendo la superficie que tenía detrás de ella—. ¿Eres otro animal inflable que la cabeza dura de mi novia compró? —preguntó por las dudas.

En cuanto su pregunta terminó, sintió como la misma nariz que había sostenido hace unos segundos, ahora le respiraba cerca del cuello. Sintió el roce de la misma nariz en su oído cuando la cabeza negaba de un lado para el otro.

— ¿Eres otra persona que no sea mi novia? —tenía que seguir descartando—. Oh Dios —besos pequeños y húmedos empezaban a llegar sobre su cuello desnudo—. Porque... porque si lo eres, esto está muy mal, muy mal —lo que no estaba nada mal era la humedad que se estaba acumulando en sus piernas por culpa de la insistente erección que la acosaba

—Nunca... —sentir la voz de _____ muy cerca de su oído aumentaba el calor de la habitación—. Nunca, pero nunca... dejaría que alguien más se metiera... se metiera en esta cama contigo —dijo la pelinegra con su característica voz mañanera para después volver a su tarea de dejar marcas sobre la piel bronceada de Lizzie.

—_____... —Lizzie quería frenar para decirle las habituales advertencias o precauciones que circulaban por su cabeza como: "la puerta está abierta". "Mis padres están a dos habitaciones". "Nuestras hijas pueden entrar en cualquier momento". "La pervertida y alzada de Scarlett huele el sexo a doscientos kilómetros". "No quiero darle una mala impresión a mis suegros". "La hermana Ana nos va a poner en penitencia" y alguna que otra cosa más, pero lo que estaba haciendo la lengua de _____, acompañada de sus labios no la dejaba formular palabra alguna—. Oh mi Dios —a la boca ahora se le sumaba las manos de la pelinegra que, sin importarle la barrera del pijama, exploraron los senos de Lizzie como si la pelinegra aún no los conociera lo suficiente.
—Amor...

No soy para ti - Elizabeth Olsen y tu (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora