Por fin.

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En la cita de Florence y Scarlett.

—Scar... Scar... Scarlett... —Florence llevaba al menos quince minutos tratando de que Scarlett se bajara del auto, pero no conseguía moverla de donde se había quedado.

En cuanto llegaron al estacionamiento del restaurant, la bailarina se bajó entusiasmada, pero cuando vio que Scarlett no la seguía, fue hasta la puerta del conductor y la abrió con suavidad. Scarlett estaba quieta, mirando fijamente hacia adelante y sus nudillos estaban blancos de la fuerza con la que agarraba el manubrio del coche.

—Scarlett, me encanta el lugar que elegiste, es mi preferido. Ven, vamos —la animó.

Scarlett agitó la cabeza de forma negativa—. No puedo, Flo, no puedo hacerlo. Lo voy a arruinar y no vas a querer ser ni siquiera mi amiga —dijo.

—Sí puedes, Scarlett. Vamos —intentó tomarle la mano, pero Scarlett la rechazó.

—No puedo —volvió a agitar su cabeza—. Lo siento, no puedo hacerlo. Prefiero que volvamos a casa y que estés enojada conmigo un par de días, pero que después me puedas hablar. Si hacemos esto seguramente arruinaré todo y después no me vas a querer ver más, y yo no voy a poder soportar eso, Flo. Por favor no me obligues a hacerlo, no puedo perderte —dijo todo sin mirarla.

Florence se quedó unos minutos mirando fijamente a Scarlett. Luego suspiró y cerró la puerta del conductor para darle vuelta al auto y así poder volver a su asiento.

Scarlett miraba a la rubia caminar resignada. Supuso que Florence se había cansado de tratar con ella y llevó una de sus manos para arrancar el motor del auto justamente cuando su acompañante ocupaba el lugar de su derecha.

— ¿Puedes apagar el motor, por favor? —pidió suavemente la rubia.

—Pero, Flo... yo... pensé que... pensé que nos íbamos a ir y...

—Apaga el motor, Scarlett—ordenó esta vez de tal forma que a Scarlett no le quedó de otra que hacerle caso—. Y dame las llaves —agregó.

Scarlett giró lo ojos e hizo caso. Resignada, apoyó su cabeza en el volante luego de soltar un suspiro—. Flo, yo...

—Sé que tienes miedo —afirmó Florence, interrumpiendo lo que seguramente iba a ser una excusa más del miedo de la norteamericana.

—No tengo mie—

—Sí lo tienes —no dejó lugar a duda—. Y tienes que dejar de mentirme, siempre sé cuándo lo haces, te conozco demasiado y no me gusta que lo hagas, me hace sentir tonta —era cierto, nadie la conocía mejor que Florence, ni siquiera Lizzie llegaba a tal punto.

—Perdona, nunca quise que te sintieras así —se disculpó sinceramente.

Florence acarició el cabelló de Scarlett—. Lo sé, pero no tienes que avergonzarte de tener miedo, yo... yo también lo tengo —confesó, agachado su cabeza y escondiendo la mano de vuelta.

Scarlett levantó su rostro de inmediato y la miró sorprendida—. ¿Tú tienes miedo? Pero, Florence, tú nunca tienes miedo —era sabido ya, entre el grupo de amigos, que Florence era la más valiente de todos. Nunca le temía a enfrentarse a nada ni nadie.

—Scar... —Florence suspiró y la volvió a enfrentar—. Voy a contarte algo y quiero que no te atemorices más por lo que voy a decirte. Al contrario, quiero que lo veas como si yo te estuviera contando algo que solo lo sabe una persona —Scarlett iba a preguntar de quién se trataba, pero era obvio que Florence hablaba de Lizzie. De todas formas, asintió y le dio paso a lo que venía.
Florence tomó aire.

No soy para ti - Elizabeth Olsen y tu (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora