12. Ne Ver, Ne Boisia

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La metáfora que utilizó para describir la vida, esa en donde lo asociaba con una montaña rusa. Parece que ahora no solo tiene una subida y una cuesta, si no que está llena de movimiento, turbulencia y muchos, pero muchos gritos de desesperación. En pocas semanas pasó mi vida de estar como siempre la había soñado, tranquila y pacífica. Al convertirse en eso, una montaña rusa llena de emociones que no sé si estoy disfrutándola como se debe.

Lo más resaltante es Will, me pidió que no lo esperaba cada vez que se quedaba hasta tarde en clases de artes, aunque yo solo hacía caso omiso a su petición y recibía un silencio suyo. Pensé que el enojo provocado de ese día en mi casa se esfumara, pero como pasaban los días parecía que solo crecía y crecía.

Para empezar, no dejaba de hablar, no solo en el instituto, si no que cuando iba a su casa ni siquiera me gritaba para que me fuera, solo dejaba que la puerta sonara o que su madre me dijera que me fuera por hacer mucho ruido. También lo veía menos en la tienda, incluso un día estuvo casi tres horas esperándolo o incluso lo peor, que un día que me lo espere en la salida, le entregue una bolsa de gomitas y pedí perdón por haberlo hecho enojar. Él había tomado la bolsa, acto seguido las tiró a la basura, se puso los audífonos del reproductor y se marchó sin decir algo. Por lo menos usaba mi regalo.

Diría que eso fue la única cosa buena que me pasó, pero había otra situación que me distraía de mis problemas con Will.

Mi novia.

Al final si logré darle una carta a Zara, solo que mi valor estaba algo caído por el problema con Will, así que le entregué una carta que era casi una calma de la que leí, solo que con más cosas que solo ella entendería. Sería más que obvio decir que acepto al momento en que me la tope a la salida.

Pensaba que nunca tendría pareja, no solo por mi baja autoestima, si no que soy tan aburrido que podría dormir hasta un peluche con mi vida. Pero Zara era diferente, ella amaba mi simpleza, decía que no necesita a alguien que le mostré que la vida es solo una, quiere a alguien que solo le demuestre que podemos disfrutar la vida con cosas pequeñas. Yo podía hacer eso y me alegra que lo haya visto.

Llevamos juntos poco menos de un mes, sé que no es mucho tiempo para garantizar algo, pero puedo decir que es mi relación más larga o bueno mi única relación. En estos días solemos pasar en casa del otro, si no estoy en la suya, ella viene a la mía para pasar el rato, hacer tarea o mi nueva actividad favorita que está reemplazando al fumar.

Besarla.

Sentir sus suaves labios contra los míos.

Besarnos.

Dios, la primera vez que sentí sus labios contra los míos mi corazón dejó de latir por unos minutos, tenía un cosquilleo que era indescriptible y una calma invadía todo mi cuerpo. Era casi mágico.

Desde ese día nos besamos cuando nos despedimos, nos besamos cuando nos encontramos y nos besamos cuando queremos. Incluso siento que sus labios saben a cereza, tal vez sea por su labial, pero era tan adictivo que he llegado a relamerme los labios sin estar consciente. Mi mundo se detenía cada vez que la veía caminando hacia mí, era tan feliz con poder abrazarla y sentir entre mis brazos mientras sonreímos a la par.

Con ella sentía que ningún problema importaba. Lástima que los problemas sean más fuertes que el amor.

Estaba sentado en los escalones del instituto, fumando un cigarrillo mientras escuchaba música de mi reproductor y realizaba un trabajo de historia. Era un simple ensayo sobre una leyenda, yo elegí una de carácter oriental, ya que siempre encuentro muy bueno el estilo de escritura y la pasión en que elaboran sus historias, son simples, pero con bellos mensajes.

Zara se quedó con un grupo de compañeras en la biblioteca realizando un trabajo grupal, decidí esperar afuera para no interrumpir y también quería fumar un cigarro antes de llegar a casa.

Toda mi calma se desplomó al escuchar que alguien salía del instituto.

Sus ojos se plasmaron con los míos y una corriente se desprendía por todo mi cuerpo.

Will salía con la cara manchada de pintura rosa y algunas manchas de color café se imperaron en su camisa.

—Will...

Sin siquiera detenerse puso sus audífonos y caminó sin darme la cara. Yo inmediatamente apague el cigarro, guarde todas mis cosas y fui tras de él.

—Will, por favor, ¿podemos hablar?, sé que me puedes oír.

—Largo, quiero ir a casa.

—Te puedo acompañar.

En ese mismo instante Will se detuvo, volteó su cuerpo para tenerme frente a frente y ver con ojos llenos de furia.

—¡Déjame en paz!, ahora porque no le vas a tocar los senos a tu novia y me dejas de fastidiar.

En sus ojos podía ver un fuego ardiente que se intentaba al ver mi reacción tan calmada por escuchar su insulto.

—Si tienes un problema con Zara me lo puedes decir, no es necesario que la insultes.

—No me importa Zara, no me importa nadie. Solo te quiero lejos de mí.

—¡¿Por qué?! —No puede contenerme más—. ¡¿Qué hice mal?! ¿No éramos mejores amigos? ¿No dijiste que seguiríamos en las buenas o en las malas? ¡¿Acaso yo siempre fui un juguete para ti?!

Eso último lo dije casi gritando, pero fue el último sonido que se escuchó por los siguientes minutos. Ninguno de los dos hizo o dijo algo más. Solo nos quedamos quietos mientras manteníamos la cabeza baja.

—Lo siento... Miles

Con eso se despidió, se marchó sin voltear o mucho menos decir algo malo. Yo por otro lado estaba qué temblaba de ira, hundía las manos en mi cabello, insulta a diestra y siniestra, incluso patee un bote de basura que se encontraba cerca. Apreté mis puños y las lágrimas comenzaron a salir. No entendía por qué diablos estaba llorando, sabía que tarde o temprano se iría, los amigos no duran eso lo sabía de sobra. Pero por qué diablos me dolía tanto ver como él se alejaba, porque me duele recordar su sonrisa, sabía que era un idiota, pero aun así nos apoyamos. ¿Por qué no te puedo sacar de mi cabeza, William Seron?

Volví a los escalones a esperar a Zara, la cual no tardó mucho tiempo en salir. Venía con una sonrisa de oreja a oreja que poco a poco se fue borrando al ver mi expresión triste.

—¿Pasó algo? —Se sentó a mi lado mientras tomaba mi mano.

—No es nada, es solo que... no hay adición más fuerte que la compañía.

Zara me abrazó, tenía la cara apoyada en mi pecho y decía con calma que si quería hablar ella estaría conmigo, no se iría a ningún lado. Una sonrisa se formaba en mi rostro, pero rápidamente desapareció al pensar en cómo todas mis preguntas fueron respondidas con una baja disculpa.

No quería comprarlos, no quería decir que ella se iría. Ni mucho menos decir que pueda quedarme solo otra vez. Solo... solo quiero dejar de pensar por unos minutos.

—Vamos a tu casa, ¿Sí? —dijo con una voz tranquila mientras me tomaba de la mano—- Haremos algo de comer, veremos televisión y me dejaré en mi casa antes de la media noche.

—No podrías quedarte a dormir en mi casa. —Con algo de ánimo dije esa broma.

—Es bastante tentador, pero si quieres caerle bien a mi padre, dudo que dejar que su hija se quede en casa de su novio a dormir.

Solté una pequeña carcajada.

—Está bien, cena, televisión y una caminata nocturna. —La bese entre la sien— Nos vamos.

—Claro, es mucho más agradable verte feliz.

—Tú me haces feliz, Zara.

Nos dimos un beso corto antes de volver a poner la vista en dirección hacia mi casa. Quisiera tener más momentos así, sin preocuparme de alguien más que no sea Zara o yo. Pero, aunque quiera dejarlo a un lado, Will Seron también es parte de mi vida y lo odio por eso. Odio que esté tan presente en mi mente.

Amantes de la Nicotina (Boys Love) | COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora