1

64 4 1
                                    

20 años después.

El festival que cada año se celebraba en honor al día de inauguración del reino de Aritmania, duraba una semana, dónde todo el pueblo festejaba, ferias, concursos, incluso los reyes solían salir el primer y último día para celebrar con el pueblo.

Las banderas y linternas de papel se podían ver desde la gran ventana con balcón de su habitación, pero cómo cada año solo podía ver desde la torre donde su habitación estaba ubicada, con su barbilla apoyada en sus manos soltó un suspiro largo, cuánto desearía poder salir y recorrer las calles, probar los dulces que solo en esos días preparaban, o el pan de flor de loto.

Con desgano se levantó del cómodo sofá y entro antes de que la puerta se abriera, esbozo una sonrisa al ser su madre quien había ingresado llevando su medicina, dejándola sobre la mesa se acercó a cerrar bien las cortinas de la ventana.

- Cariño, ya te he dicho que no abras demasiado la ventana, es peligroso, alguien podría entrar y hacerte algo, no lo hagas, de acuerdo – rodó los ojos, cosa que su madre no vio al estar acomodando las cortinas, se sentó en el acolchado que estaba al pie de su cama.

- Solo quería ver la decoración del festival, ya que no puedo salir, desde aquí puedo ver algo de eso... madre, algún día podré salir de aquí – la mujer se sentó a su lado y con una sutil caricia en su mejilla le pasó la taza con el té medicinal.

- No estoy segura de eso, sabes que tu padre tiene miedo de que algo te suceda, pero tal vez, algún día puedas salir – eran las mismas palabras que venía escuchando desde que tenía memoria, cosa que no le daba la respuesta que quería, pero solo asintio sin indagar más.

- Descansa un poco, si, estos días te vez mejor, tu padre y yo saldremos, el rey Han y sus hijos llegaron hace unos minutos, irán a ver el festival de esta noche, así que pondré más guardias para que estés bien, si necesitas algo puedes decirle a Sonmi, no te quedes despierto hasta tarde.

Una vez su madre la reina salió, se dejó caer de espaldas en la cama, exhaló dramáticamente mirando la lámpara con cristales lilas que colgaba del centro del techo, según sus cuentas, sus padres tardarían hasta las diez en regresar, por qué solo ellos podían salir y disfrutar de eso, mientras el se quedaba encerrado en esa torre, era injusto.

Después de que sus padres salieran se acostó para dormir, no podía hacer más, pero no dejaba de pensar en que era injusto el tener que vivir encerrado y privado del mundo exterior, quería explorar, conocer, pero mientras sus padres no lo permitieran, tendría que vivir así.

La mañana siguiente estaba como siempre mirando desde el balcón, podía bajar a la biblioteca a las tres de las tarde y eran las 10am, miro hacia abajo viendo a los guardias hacer su trabajo, proteger el castillo, ni siquiera podía salir a los jardines, dentro de unos días sería su cumpleaños número 20, pero no le entusiasmaba, siempre festejaban sólo él y sus padres, era aburrido, le gustará poder hacer una fiesta como en el cumpleaños de sus padres, o en el aniversario de estos.

Pero ese año sería diferente.

Cuando fue la hora en qué podía bajar a la biblioteca lo hizo tan rápido, que los 5 guardias que lo seguian tuvieron que casi correr detrás de él, una vez ahí escogió un libro para colorear, no tenía ganas de leer ese día, se sentó en el cómodo sofá frente a una mesa y abrió el libro, extendió su estuche que contenía variedad de colores traídos de otro continente, regalo de su madre cuando volvió de uno de sus viajes.

Tarareaba una melodía concentrado en lo que hacia, alguien que pasaba por ahí lo escucho y sumido por la curiosidad de saber quién era, entro a la biblioteca, pudo divisar al menor agachado, sus largos cabellos azabaches caían tapando parte de su rostro, vestían prendas sencillas, pero que hacían ver su piel aún más blanca, ese color crema le quedaba tan bien, pero su voz era lo que más le atraía, era dulce y armoniosa, cómo la de un ángel.

My princeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora