Después de la muerte de Billy, Max dejó de ser la misma.
Una carcajada, incluso una sonrisa sincera se volvieron desconocidos en su vida.
Por otro lado esta t/n Bennett, recién llegada a Hawkins (o regresada), con un trágico pasado, pero dispuesta...
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Tal vez estaba molesta conmigo. Tal vez no le gustó el beso o no le gusto yo. Tal vez se sentía culpable de haberme besado. Tal vez pensaba que era un error. Tal vez...
—¡Max!
—¿Qué? —le contesté a mi madre quien estaba sentada frente a mí en la sala a la hora de la comida.
—Te estoy hablando, ¿estás bien? —sacudí la cabeza dispersando mis pensamientos.
—Sí, solo tengo un poco de sueño.
Terminé de comer y me fui a mi habitación. Me tumbé en la cama y de nuevo salieron mis pensamientos a flote.
T/n no me había dirigido la palabra en todo el día que estuvimos en la escuela, incluso salió corriendo cuando me miró en el pasillo y eso tenía mi cabeza ocupada. El día de ayer todo estaba bien incluso después de habernos besado, pero ahora ni siquiera me volteó a ver.
Me comenzaba a sentir mal, mi cabeza comenzó a crear escenarios en los que T/n se alejaba de mí para siempre y todo sería mi culpa, al menos eso me haría creer.
No quería llorar, pero la presión en mi pecho se incrementaba con cada momento que imaginaba. No quería perder a T/n, fue verdad cuando dije que ella hacía mi vida mejor.
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[Ese día en la mañana]
Me subí al auto de Lana antes de que comenzara a gritar como loca para irnos a la escuela. Me sentía realmente bien, y al parecer era algo que no podía ocultar.
—¿Y esa sonrisa? —fue lo primero que preguntó al cerrar la puerta del coche.
—¿Qué sonrisa?
—La que tienes en el rostro.
—¿Qué?, ¿no me puedo levantar de buen humor?
—Claro que puedes, pero esa sonrisa es mucho más que solo buen humor —hice un gesto de burla.
—Entonces dime, Lana Lovewood, experta reconocedora de sonrisas, ¿a que se debe la mía? —ella rió por mi tono deteniéndose en un semáforo.
