Capítulo 2- Dulce venganza

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Sonó la alarma y no podía abrir mis ojos. Estaba tan cansada, hasta que suspiré y los abrí. Ya era viernes y la semana había sido pesada. Los rayones de nuestros casilleros no se pudieron borrar, los iban a cambiar el fin de semana. Gracias a Ronan y sus amigos nos llevamos todas las burlas de todos los grados, tuve que acudir a todo mi autocontrol para no ir y pegarle.

Me paré de la cama como pude. Me dolía toda la espalda y sonreí, hoy sería el gran día. Había pintado el Mercedes de Robin. Mi rutina era acabar la escuela e iba al patio trasero de mi casa donde tenía escondido el auto y lo pintaba, me quedé despierta hasta la una de la mañana y apenas lo había logrado acabar para hoy.

El Mercedes de Robin tenía dibujado en el costado del asiento de copiloto a Darth Vader. Su idea, no la mía y por el otro lado tenía a la princesa Leia, que también fue su idea. Apenas y tuve tiempo de hacer todas las tareas para la escuela pero esto, pintar el auto convertible sería una forma de decirles vean, no nos afectó tanto como ustedes pensaban, palabras de Mars no mías.

Fui directo al baño y me di un baño rápido , saliendo fui a mi enorme armario y saqué una falda de jeans, unas botas negras con un tacón de no más de tres centímetros y una camisa blanca. Agarré mi mochila y bajé a la cocina. Mis padres no estaban, ya que siempre se iban como a las seis de la mañana y desayunaban afuera. Aún era temprano para que alguien de servicio estuviera por aquí. Tuve que convencer a mi padre de que podría prepararme mi desayuno para que Mallow, la cocinera, no se despertara a las siete de la mañana. Me serví un cereal y comí sola como todas las mañanas. Me llevaría el Mercedes de Robin porque quería que fuera sorpresa, nos veríamos en el estacionamiento.

Era muy curioso que los de nuestro instituto vecino y el nuestro compartiéramos estacionamiento. Ellos tenían que caminar dos cuadras cortas para llegar a su edificio y nosotros lo teníamos exactamente enfrente.

Saqué mi espejo de mi mochila y vi cómo el maquillaje que me puse antes de salir del baño tapaba las ojeras debajo de mis ojos. En ese momento no supe cómo me había parado, me había desvelado y normalmente cuando lo hacía no me podía parar por más de una semana sin sufrir y ya veía venir eso la próxima semana. Me acabé el cereal y fui corriendo a lavarme los dientes porque se me iba a hacer tarde.

—Buenos días Arabella. —volteé mi cabeza hacia la voz y vi a mi vecina a doscientos metros, en la entrada de su casa. La salude con la mano sonriendo

—¿Qué tal Lana? —Me sonrió y pasó su cabello rubio dorado atrás de su oreja. Tenía un vestido con flores de diferentes tonos de morado hasta arriba de las rodillas y unos tacones morados lilas de casi 10 centímetros de altura. Se veía espectacular como siempre—. ¿Nos vemos después?

— Sí, ¿en la tarde? —Asentí sonriéndole, sus ojos verdes brillaban y se subió en el asiento trasero de una Range Rover negra. Cuando estaba fuera de la vista , me subí al auto de Robin.

Suspirando dejé la mochila en el asiento de copiloto y prendí el motor con un leve ronroneo. Lo puse en marcha y manejé con Arctic Monkeys de fondo. Sentía como el viento fresco de la mañana me daba en la cara. Mi cabello revoloteaba por todos lados, era tan reconfortante, me sentía tan libre siempre que manejaba y el aire me daba en la cara. El instituto no quedaba tan lejos, estaba a diez minutos en auto y cuando vi el gran edificio de color rojo sonreí.

Baje la velocidad cuando estaba entrando con el auto con tema de Star Wars. Todos se le quedaban viendo con la boca abierta. Me estacioné con un movimiento rápido casi enfrente del edificio de nuestro instituto. Vi cómo mis amigos venían corriendo, abriéndose paso a todos los que estaban admirando el auto. Sentía mis mejillas calientes. Me había gustado cómo había quedado pero no creí que fuera tan espectacular, aún había ciertos detalles que no diría que le faltaban. El diseño era muy llamativo porque ocupaba todos los colores posibles; ya que los rayones eran de un montón de diferentes tonos. El auto parecía una bomba de colores en el buen sentido.

Las Estrellas de ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora