Capítulo 6- ¿Me estas hablando amablemente?

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—Arabella Burberry y Hunter Nichols. —gritó alguien haciendo que me sentara de golpe y alcance a ver cómo Hunter caía de lado en el piso. Solté una ligera carcajada que se esfumó en cuánto vi a mi madre con sus manos en las caderas viéndonos con cierta complicidad que se ocultaba un poco por el enojo. Frunció su ceño sin entender cómo había llegado Hunter hasta mi habitación—. ¿Se puede saber que son estas horas de levantarse?

—Nos volvimos a quedar dormidos. —susurre, mi madre alzó una ceja. Estaba enojada y parecía cansada, su mirada se dirigió a Hunter que se sentó en el piso y se rasco la nuca nervioso, iba a hablar cuando mi madre lo interrumpió.

—No quiero saber cómo entraste. —Hunter se relajo, por suerte había cerrado la ventana—. Necesito hablar con mi hija.

—Si, me voy, señora Tate. —dijo Hunter con voz neutra mientras se ponía los tenis. Mi madre lo miraba diferente, su mirada se suavizaba automáticamente al verlo. Luego se giró hacia mí—. Vengo mañana si no hay ninguna molestia.

Se paró y se fue casi corriendo, dejándome a solas con mi madre. Tenia puesto unos pantalones de vestir negros, unos tacones de punta del mismo color y una camisa blanca. Apago la tele y se sentó en frente de mí, en mi cama. Estaba casi segura que mis padres se desvelaron hablando de cómo su hija había perdido la cabeza al negarme de tal forma.

—Quiero que seas sincera conmigo Arabella. —Su tono era firme y serio, empecé a mover mis manos en mi regazo—. ¿Tomaste o fumaste algo ayer?

Su pregunta me tomó desprevenida y sentí una furia inmensa, apreté mis manos en puños y me tensé. ¿Pensaban que por eso me había negado?¿Porque estaba drogada? Apreté mis dientes tratando de controlar todo lo que quiera soltar. La mire y su cara de preocupación de que realmente creía que había sido eso solo hizo que me enfureciera aún más. Pose mi mirada en la ventana, me obligué a calmarme para poder contestarle.

—Jamás me drogaría, lo saben y no tomo porque no tengo edad suficiente. —Mi voz salió monótona, como si no fuera yo la que estaba hablando.

—Sé que has de estar frustrada por todo esto. —susurro trazando círculos con su dedo índice en la colcha. Su mirada se perdió, estaba recordando seguramente lo que pasó con mi padre pero ellos eran amigos, era más fácil de sobrellevarlo. Yo no podría aunque quisiera. Ronan me haría la vida imposible, de eso estaba segurísima—. Van a aprender a amarse, así lo hicimos tu padre y yo. Ronan es un buen chico, no entiendo porque Mars y Hunter intentaron cubrirte.

—Porque Ronan no es un buen chico mamá, es una fachada. Ustedes no lo conocen. —Hunter tenía razón, tenía que intentar que se diera cuenta de la clase de chico que era.

—Lo conocemos desde hace años, ¿no recuerdas la vez que casi te ahogas en el lago cuando tenías seis años, él intentó salvarte? —preguntó sin escucharme realmente, sin percibir el dolor y la verdad en mi voz que empezaba a fallar por la impotencia.

Claro que recordaba esa vez. Estábamos en un gran lago y yo estaba sentada en el muelle viendo hacia el cielo cuando sentí cómo alguien me empujaba y caía al agua. No sabía nadar y empecé a patalear, tratando de ir a la superficie. En esos intentos que no funcionaban vi cómo Ronan me veía riendo. Hasta que se inclinó para ayudarme, me sentí tan bien cuando me agarro, pude descansar pero me volvió a soltar. Dejándome de nuevo, empezaba a perder la conciencia cuando sentía como alguien me sacaba cargando. Era mi padre pero jamás olvidaría que me aventó para que me ahogara.

—No creo poder amarlo, no me quiero casar con él. Hablo en serio. —dije tratando de sonar firme, sus ojos grises me veían sin poder entender el porqué decía eso.

Las Estrellas de ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora