Capítulo 9 - El secreto de la familia Nichols.

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—¿Qué? —conteste tratando de sonar desinteresada, un asomo de sonrisa pasó por su cara.

—Tu muñeca y tu brazo Arabella. —dijo dándose explicar y no pude zafarme, mire hacia mi muñeca y la alcé, luego vi mi brazo.

—¿Esto? —pregunté nerviosa mordiéndome el labio, recordando el por qué había venido en primer lugar a su casa. Traté de controlar mi nerviosismo que subía de golpe. Hunter entrecerró sus ojos hacia mí.
—¿Quién te lo hizo Arabella? —volvió a preguntar, me rasque el cuello. ¿Por qué me ponía tan nerviosa? Me senté cómo indio en lo que pensaba que responderle.

—Nadie. —Me golpeé mentalmente por esa contestación tan ridícula, era obvio que no lo había hecho yo. Antes de prever lo que iba a hacer jalo mi brazo y vio mi muñeca. Había cuatro marcas medialunas con un poco de sangre seca, se notaban que fueron hechas por uñas postizas.

—¿Las chicas del instituto te están volviendo a molestar? —pregunto haciendo que me sonrojara de la vergüenza al recordar como solían molestarme siempre porque no me gustaba pasar tiempo con ellas como una "chica normal".

—¿A dónde se habrá ido Robin? —pregunté torpemente, no quería hablar de eso porque no podía decirle la verdad ahorita.

—No me cambies el tema. —Me jalo hacía la tina haciendo que mi pecho quedará pegado a la porcelana. Estamos peligrosamente cerca y mi respiración se entrecorto.

—No me molestan. —murmure entre dientes evitando sus ojos pero me era imposible dejar de verlo, su mirada era hipnotizante—. Fue Rhiannon.

Lo solté, me golpeé mil veces mentalmente. Tenía que decirle la verdad, no podía mentirle mirándolo, él era mi debilidad. Sus ojos se abrieron de sorpresa, mis brazos ya estaban mojados y me empezaron a arder las heridas, hice que me soltara y me pare hacia el lavabo. Me enjuague las manos y empecé a quitarme la sangre seca aunque me doliera mucho. Me sequé con la toalla, ya no me salía sangre pero se quedaría la marca al menos una semana. Hunter me miraba desde la tina y por primera vez en mucho años me sentí mucho más alta que él.

—Ahora toma. —dije pasándole la toalla, parecía que quería decir algo pero agarré mi sudadera y salí dejándolo solo.

No era el momento de hablar esto, tendría que mentirle y bien, o contar la mitad de la verdad era lo único que me quedaba como opción. Metí mi sudadera en la mochila y me senté en el escritorio de madera que tenía. Su habitación está llena de pósters de bandas de Rock, y sonríe cuando vi la puerta de su armario, había fotos de nosotros, de Mars y Robin incluso había una donde parecíamos todos con nuestros hermanos.

Se abrió la puerta del baño y salió un poco de vapor. Desvié la mirada hacia un póster de Queen. Abrió el armario y por el rabillo del ojo vi cómo la toalla rodeaba su cintura, dejando ver casi todo. Se volvió a meter al baño y dejé escapar un leve suspiro. Pase mi mano por mi cara tratando de controlar mi mente por una vez en la vida, mis pensamientos que se fueron hacia imaginarme a Hunter desnudo se fueron y agradecí a mí maravillosa mente por ayudarme después de mucho tiempo.

Vi el reloj digital que tenía Hunter en la mesita de noche, eran las cuatro y media de la tarde. No me preocupaba que mis padres supieran que llegaba tarde a la casa, ellos no llegarían pasadas las nueve de la noche. Su cuarto tenia al menos cinco guitarras colgadas en las paredes y algunos bajos en una esquina amontonados. 

—¿Por qué lo hizo? —Volteé mi cabeza de golpe hacia Hunter, miraba las marcas de mi muñeca que eran las que serían más visibles. Me encogí de hombros, caminé hacia la gran cama y me senté en la orilla. Deje la pomada en mi rodillas.

Las Estrellas de ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora