Capítulo 30- Eres la chica más inteligente que he conocido

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Pov de Mars

—¿Dónde estás Mars? —Hice una mueca cuando escuche la voz de Ronan, guarde rápidamente una de las grandes cajas que estaban en el armario de Arabella.

Escuché cómo se acercaba con rapidez al cuarto de su querida prometida. De verdad no sabia cómo las personas los soportaban. Cada vez que lo veía me daban ganas de darle un buen puñetazo en la cara.

No podía creer que alguien pudiera ser tan patán como él, el modo en el que le encantaba tratar a Arabella es algo que ni en mis sueños se me ocurriría hacer. Entendía que a veces la chica puede ser un poco estresante pero eso no le daba derecho a tratarla de esa manera.

—No te importa idiota. —Entró a la habitación de Arabella, parecía alterado y me reí entre dientes haciendo que me matara con la mirada.

—No deberías de estar aquí, lo sabes Mars. Tate te lo prohibió desde hace una semana. —Puse los ojos en blanco mientras me estiraba por completo, haciendo que Ronan se viera más pequeño de lo normal.

—La madre de Arabella no tiene ningún derecho de decirme que hacer. —Frunció el ceño aún más. Era algo que nunca me hubiera imaginado decir cuando tenía diez años, solía tenerle mucho miedo a Tate Burberry, me daba pánico estar con esa señora. No sabía el porqué pero mi yo pequeño decidió tenerle miedo hasta los quince años—. Aparte, ¿qué haces aquí? No hay nadie en esta casa hasta en la noche.

Se quedó callado pensando bien en lo que iba a decirme. Tenía claro que estaba aquí por algo importante y no tenía pensado decírmelo. Mientras él analizaba sus opciones empecé a sentir como el dinero que había encontrado en donde Arabella me había dicho me picaba la espalda, ya que no entraba todo en mis bolsillos.

Si Ronan descubre esto, sabría que pronto iría a verla, no me dejaría en paz por lo menos otro mes y no podía permitir eso. Hunter y Arabella ya habían estado un mes solos, habían pasado año nuevo juntos sin poder celebrarlo cómo debían, ya que no tenían casi dinero para sobrevivir.

Tenía que ir a dejarles el dinero y una que otra cosa que me pidió Hunter. El plan era que de aquí me fuera con Lana hacia la casa de su madre para quedarnos tres días con ellos. El problema era que Ronan no dejaba de verme, yo creo que pensaba que tenía superpoderes y de la nada me podría leer la mente.

—Yo tengo derecho de venir cuando quiera, me lo dejó claro Tate. Tu no, le voy a marcar para decirle...—Volví a poner los ojos en blanco. ¿Este chico nunca se cansa de protegerse con los adultos?

—Mira, Ronan, —empecé a decir mientras hacía que retrocediera hasta que chocara con la pared—. Deja de ser un cobarde y haz algo por ti mismo por primera vez. No me voy a quedar para ver cómo intentas pegarme sin poder lograrlo.

—Eres...—No deje que hablara, le di un puñetazo directo a la nariz. Lo más seguro es que se la rompiera. Qué satisfacción, tantos años con ganas de pegarle de esa manera.

—Espero no verte pronto. —susurre dejándolo retorciéndose en el piso, tratando de parar la sangre que salía de su nariz.

Salí rápidamente de la casa y vi a Lana dentro de la camioneta de su madre para pasar un poco más desapercibidos. Ella empezó a manejar hacia la casa de Hunter. Se me quedó mirando, esperando a que hablara. No dije nada mientras sacaba todo el dinero que encontré y lo metía en una bolsa. Sabía que ella sabía que me encontré con Ronan, seguramente había visto como entraba.

La verdad es que no tenía mucha ganas de decirle que le había pegado, sabía que se iba a enojar conmigo por eso. Al parecer le gustaba ser la que hacía esas cosas y más a Ronan.

Las Estrellas de ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora