Capítulo 4- Sin opciones

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Sentí como una gota de agua caía en mi mejilla, luego otra en mi brazo, en mi pierna. Abrí los ojos de golpe y vi que estaba empezando a llover. El atardecer se veía sobre el hermoso lago y las gotas hacían que se ondulara el agua de este. Me senté y empecé a mover a Hunter que tardó en abrir los ojos.

—¿Qué pasa? —pregunto confundido cuando una gota de agua le cayó en la frente, haciendo que entendiera que estaba pasando—. Ven, no pasa nada.

—Nos vamos a enfermar. —dije quejándome, él simplemente me sonrió e hizo que cayera en su pecho riendo—. Hablo en serio Hunter, no quiero morir de una neumonía

—No seas dramática, el dramático aquí soy yo. —Sentía su respiración y cómo latía su corazón rápidamente, deje de poner resistencia y quede en la misma posición en la que me había dormido.— Por una vez hay que mojarnos

—Eres imposible. —dije poniendo los ojos en blanco, él me pico la costilla haciendo que me revolviera.

—Lo sé, pero así me quieres. —Me empecé a reír y dejamos que la lluvia nos envolviera completamente, estábamos empapados en cuestión de cinco minutos. Sentía como la ropa se me pegaba en la piel y las botas muy pesadas por el agua.

—No estés muy seguro de eso. —susurre, me apretó más a su cuerpo.Las gotas seguían cayendo.

Iba a contestarme cuando nuestro celulares sonaron al mismo tiempo, me senté rápidamente. Nos miramos con preocupación y susto. Me paré como pude sintiendo como las gotas caían más fuerte.

—Nos van a matar. —susurre, agarrando mi cabello mojado en un chongo pesado. Hunter ya estaba de pie, viéndome con el ceño levemente fruncido.

Mi estómago se revolvió de nuevo al verlo con la camiseta pegada a su fornido torso. Puede que no estuviera en ningún equipo deportivo pero iba tres horas por cinco días al gimnasio que tenía su padre en el sótano de su casa.

Desvié la mirada hacia mis pies. Desde hacía un tiempo sentía cosas que enterraba en mi interior, muy en el fondo que solía olvidarme de ellas por Hunter y solía culpar a la adolescencia que las había convocado. Me mentía a mí misma al tan solo pensar que no sentía nada por él pero no podía perder su amistad, el miedo por eso me consumía.

—¿Qué día es? —pregunté alterada, saque rápidamente mi celular. 10 de septiembre, hoy iban a anunciar si me casaría o no. Pase mi mano por mi frente nerviosa y desesperada y empecé a correr. Hunter no tardó en seguirme. Pasábamos por los árboles, sentía como se me hundían las botas en el pasto y cuando llegamos a la camioneta en el lodo.— Hoy, es hoy

—¿10? —preguntó Hunter prendiendo rápidamente la camioneta y saliendo del bosque, asentí con los nervios de puntas.

Deseaba que no me casarán pero sabía que estaba perdida. La otra posibilidad había sido mi hermana pero se casó a escondidas con su novio universitario que empezó a trabajar en la empresa familiar. En un pestañeo mis padres ya no pudieron fijar los planes, entonces cambiaron de persona, los mismos planes pero conmigo. A veces solía odiar a Dakota por eso, no la culpaba, jamás lo haría para ser sincera y era egoísta de mi parte desear que fuera ella la que se casara con alguien que no quería pero mi familia firmo mi sentencia hace cuatro años cuando se descubrió que se había casado y yo necesitaba a mi tutor legal para casarme a esta edad entonces no podía hacer nada. Solo rezar para que al menos fuera alguien que podría querer con el tiempo.

—Todo va a estar bien, no te vas a casar. —Agarro mi mano distraídamente, tratando de que dejara de darle vueltas—. Y si te casa lo más seguro es que será con Mars. Pueden llegar a un acuerdo, tú y él.

Las Estrellas de ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora