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Pedido traducido
Te despiertas sobresaltada, ¿Qué demonios era ese ruido? Tardaste unos instantes en recuperar el sentido común antes de darte cuenta de lo que te ha despertado de tu apacible sueño, era el sonido de una guitarra eléctrica que entraba por las ventanas de tu vieja y sucia caravana.
Dios, una cosa que odiabas de vivir en un parque de caravanas era la falta de silencio. Si no eran las ruedas del monopatín de Max sobre la acera o el llanto de un bebé cualquiera que resonaba en el parque, era Eddie Munson poniendo a todo volumen cualquier canción que le apeteciera a las dos de la mañana. Cuando te mudaste por primera vez al parque, te sorprendió que ninguno de los otros residentes hiciera algo para evitar sus sesiones nocturnas, pero no ibas a dejar que eso te impidiera intentarlo. Y así, cada noche que oías el estruendo de la guitarra a través de tu ventana, te levantabas, te ponías la primera sudadera con capucha que encontrabas y te acercabas a la caravana que estaba a dos pasos de la tuya.
Comenzó como una simple reprimenda. Golpeando la puerta, diciéndole que se callara porque eran literalmente las 2 de la mañana y siempre cerraba la puerta en tu cara.
Pero un día decidió responderte.
ー Oye, te acabas de mudar, ¿no? ー soltó antes de que pudiera darle el tercer portazo de la semana.
ー Sí. Me mudé a dos remolques más abajo el mes pasadoー respondiste, con tu molestia reflejada en tu voz.
ー ¿Quieres entrar?
Y ahí fue donde empezó todo. Resultó que Eddie no era el imbécil que se hacía pasar. Nunca lo admitirías, pero no podías esperar esas noches en las que te despertaba un riff de otra canción de Black Sabbath. Esas pocas horas en la oscuridad de la noche pasadas en la caravana de Eddie eran algunas de las mejores. Debajo de su ego de estrella del rock había un tipo intrigante que no podías evitar que te gustara.
A medida que esas noches de conversación se prolongaban y los dos se sentían más cómodos el uno con el otro, pronto quedó claro que no era sólo hablar lo que querías hacer. Lo que empezó como noches de conversación profunda se convirtió en noches de, bueno, algo más profundo.
Esta noche no fue diferente. Te apresuras a ponerte la camiseta del Hellfire Club que te ha prestado Eddie cuando oyes el ruido familiar del parque. Sales de tu habitación, casi corriendo hacia la puerta, cuando oyes la voz de tu madre que viene de su dormitorio.
ー Asegúrate de que sepa que si vuelve a tocar esa maldita guitarra tan tarde, iré a darle una paliza ー grito enfadada.
ー No te preocupes, mamá. Se lo ha buscadoー respondes, saliendo a trompicones por la puerta.
