Aristócrata

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Aristócrata





Lucius Malfoy aprendió desde muy joven que nació como triunfador, bendecido con el don de conseguir lo que quería con sólo decirlo. Sabía usar las palabras adecuadas, e incluso las expresiones de su rostro, para salirse siempre con la suya. Nadie podía negarle nada pues hacerlo feliz parecía ser un pago suficiente para los demás.


Sus padres le llenaron de obsequios, de premios y de alabanzas. Se creyó merecedor de todo, y además, su mente inteligente le proporcionaba el método para conseguirlo.


En el colegio, era un honor ser amigo de Lucius Malfoy. El más apuesto, el de más abolengo, el más carismático, inteligente y poderoso. Sus amigos querían ser como él, sus enemigos... también. Destacó en Pociones, Artes Oscuras y en Transformaciones. Quizá el Quidditch no era lo suyo, pero cuando el resto del colegio se enteró del desprecio del rubio por los partidos, las gradas permanecían casi vacías, preferían acudir a cualquier otro asunto, con mucha más razón si Lucius Malfoy estaba involucrado.


Después vino la guerra, y la derrota del Señor Tenebroso, y la sorpresa de escuchar el nombre Malfoy involucrado duró muy poco, nadie dudó su versión de haber sido hechizado y se olvidaron de inmediato de lo que consideraron un error.


Sin embargo, hubo otra guerra, una donde un niño llamado Harry Potter venció definitivamente al Señor Tenebroso, y el cual señaló a Lucius Malfoy como uno de los más acérrimos seguidores del mago oscuro. La sociedad entró en caos ¿cómo no creerle al héroe mágico? Y para pesar, incluso del primer Ministro, Lucius Malfoy tuvo que ser detenido.


Se alegó nuevamente el hechizo Imperius, pero en esta ocasión era difícil de creerlo. Lucius Malfoy vio que la gente se volvía en su contra, que todo mundo creía en la palabra de Harry Potter más que en la suya, pero no le preocupó. Aún tenía el don, y su mente supo cómo actuar.


Se mostró arrepentido, continuó afirmando no ser culpable de sus acciones durante el Imperius, pero no negaba su responsabilidad al no haber sabido defenderse de la maldición imperdonable. Puso todo su poder y dinero al servicio del reino mágico.


Becas, donaciones, albergues para niños huérfanos de guerra, pensiones a viudas, viviendas a todo aquel que hubiese perdido su hogar. Todo, absolutamente toda su fortuna fue a beneficio de los más necesitados, principalmente a aquellos que fueron dañados por su error.


La gente empezó a dudar, nadie que fuera capaz de mostrar arrepentimiento y renunciar a todo lo que tenía podía ser considerado una mala persona. Y entonces sucedió lo increíble: Harry Potter anunció públicamente su perdón a Lucius Malfoy.


El joven héroe ahora creía en su inocencia y eso fue suficiente para que la comunidad mágica decidiera también creer sin ninguna duda. Lucius Malfoy dejó de ser un ex-mortífago para convertirse en un altruista venerado por las mayorías.


Por eso, cuando unos meses después, el hombre rubio anunció su candidatura para convertirse en Primer Ministro, se escucharon vítores por doquier. Su triunfo fue aplastante, y muy pronto se desataban fiestas en cada rincón del país. Tenían un nuevo líder, uno realmente digno de la investidura.


Lucius Malfoy agradeció públicamente por el apoyo, y con la mayor humildad de la que era posible prometió dedicar su cuerpo y alma a defender a todos aquellos que confiaron en él para darles un mundo mágico libre de magos tenebrosos, para que cada persona confiara en poder salir a la calle sin el temor de verse amenazados por aquellos que sí creían en los ideales de Voldemort.


La misma noche en que Lucius Malfoy tomó posesión del báculo de primer Ministro, giró su primera orden.


Hizo arrestar a Severus Snape y le condenó al beso del dementor.


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El beso del dementorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora