Raptado

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Raptado



Ronald tuvo que pedir demasiados favores para que Severus Snape fuera puesto en libertad mientras se llevaban a cabo las averiguaciones pertinentes. Hermione también se esforzó por ayudar usando sus influencias para convencer de otorgar una custodia temporal de Harry para Ron, de esa manera el hospital San Mungo ya no podría retenerlo en sus instalaciones.


Severus estaba bastante agradecido con ambos, sin embargo, apenas sí podía contener la ansiedad por regresar junto a Harry. Ron quiso acompañarlo para que no tuviera problemas, ni con la autoridad del hospital ni con los Aurores que custodiaban a Harry.


Les sorprendió encontrarlos volviendo juntos del comedor del hospital dejando la puerta de la habitación de Harry sin vigilancia.


— ¿Se puede saber dónde estaban? —cuestionó Ron a sus compañeros—. Se supone que no debían separarse de aquí ni un momento.

— Pero si tú fuiste quien nos dijo que nos tomáramos un descanso mientras hacías compañía a Potter.


Ron palideció esforzándose sin comprender. Severus no esperó más y entró apresurado a la habitación donde comprobó que su más grande temor se hacía realidad. La cama vacía y ni una señal de Harry. El mundo pareció derrumbarse ante sus pies.


— ¿Dónde está Harry? —increpó a sus compañeros cuando Ron comprobó la ausencia de su amigo.

— Estamos tan confundidos como tú, creo que...

— Poción multijugos. —susurró Snape creyendo comprender—. Fue Lucius ¡Tuvo que haber sido él!


Ron lanzó una maldición golpeando la pared, pero no podía perder más tiempo lamentándose. Corrió hacia la chimenea más cercana para llamar a su casa. Draco no demoró en responderle sonriendo feliz por verlo.


— Ron ¿cómo resultó todo? ¿Lograste ayudar a Snape?

— Respóndeme algo, Draco, y no me mientas ¿estuvo tu padre en casa?

— Sí. —afirmó Draco bajando la mirada—. Pero te juro que yo...

— ¿Hizo algo? ¿Tomó algo mío?

— No hizo nada, Ron, sólo estuvo poco tiempo mirando nuestra casa.


Ron bufó contrariado, no tenía ninguna duda. Del otro lado de la chimenea, Draco logró escuchar la voz de Severus diciendo:


— Lucius debió conseguir el ingrediente que le faltaba para la poción multijugos y hacerse pasar por usted, Weasley, no perdamos más tiempo y vamos tras él.

— ¡La alarma! —exclamó Ron llevándose la mano al bolsillo de su túnica donde resguardaba su varita—. ¡Fue a la finca Druelle!


Draco contuvo la respiración cuando la llamada se cortó de improviso. Su cerebro ató la información comprendiendo lo que sucedía. Tenía que actuar de inmediato antes de que ocurriera algo irremediable.


Activó nuevamente la chimenea, su casa lo recibiría sin importar cuántas barreras hubiesen sido colocadas en ella.


*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*



Harry estaba asombrado por la hermosa casa a donde Ron lo había llevado, le condujo de la mano hasta la habitación principal desde donde podía ver el mar. Era la primera vez que lo hacía, por lo menos que él recordara, y le parecía una maravilla ver las olas brillando con los últimos rayos del sol, y el ruido de la brisa, y su olor tan característico. Aspiró hondo desde la terraza queriendo impregnarse del maravilloso paisaje.


— Que bello es aquí, Ron ¿dónde estamos?... ¿y dónde está Sev?

— Me alegra que te guste, Snape llegará pronto, no pienses más en él.


Ron se acercó por la espalda de Harry rodeándolo por la cintura, a él no le interesaba el olor del mar sino el del ojiverde que tenía a su merced. Besó su cuello excitándose de inmediato, era tan delicioso como imaginaba.


— ¿Qué... qué haces? —preguntó Harry tensando su cuerpo.

— Nada malo ¿es que no te gusta?

— No. —gruñó Harry girándose con la intención de apartarlo pero sólo consiguió estar más a merced del pelirrojo—. Con Sev sí, pero no creo que debas volver a hacerlo.

— Es una lástima que eso no me importe.


Lucius intentó besarlo, pero Harry se resistió esquivando su cara, aun así no lograba apartarse, Ron parecía más fuerte, más alto de lo que realmente era. Fue entonces que notó que algo estaba cambiando en su amigo, su cuerpo crecía, su cabello abandonaba el tono rojo que tanto le gustaba por uno plateado, igualmente hermoso pero que lo asustaba.


— Tú no eres Ron. —musitó confundido—. ¿Quién eres, qué está pasando?

— Que pena que no me recuerdes. —dijo Lucius ya con su verdadera apariencia—. Disfrutaría mucho follarte mientras susurras mi nombre.

— ¿Follar? ¿Qué es eso?


Una sonrisa complaciente se dibujó en los labios de Lucius al comprender que Snape no había vuelto a tocar a Harry. Sería como su primera vez, él le robaría su candidez, ahora más acentuada, tanto que parecía increíble.


— Te va a gustar, he querido tomar tu cuerpo casi desde que eras un crío y por fin ha llegado el momento.


Lucius tomó a Harry de la mano queriendo llevarlo hacia el interior donde una esplendorosa cama los esperaba. Harry se rehusó lo más fuerte que pudo. Miró a su alrededor, parecía no haber escapatoria, la terraza estaba muy alta como para saltar hacia la playa, y a su alrededor no había más que rocas de un acantilado que parecía muy difícil de escalar.


Pero tenía que intentarlo. Aun cuando no comprendía lo que querían hacerle, no era tan tonto como para no saber que estaba frente a una mala persona. Hizo acopio de toda su fuerza logrando liberarse y retroceder hasta la barandilla.


— No irás a saltar ¿cierto? —increpó Lucius con burla al ver a Harry mirando aterrado la gran altura—. Morirías, y eso no es muy inteligente, Harry.

— ¿Morir?... ¿No volvería a ver a Sev, ni a mi bebé?

— ¿Bebé? —repitió confuso, creyó recordar que mencionaron un bebé en alguna nota de El Profeta, pero realmente no prestó demasiada atención.

— Ángel. —respondió Harry con una sonrisa enternecida—. Así se llama, es mío y de Sev.

— Así que el imbécil sí te folló después de todo.

— ¿Qué es follar? ¿Porqué lo has mencionado tanto?


Lucius sonrió enigmático, no comprendía porqué Harry ignoraba el significado de la palabra, pero estaba dispuesto a hacérselo entender.


— Es más fácil de explicar si dejas de huir.

— No, primero dime. —insistió con infantil necedad—. Y cuando vea a Severus le preguntaré si podemos hacerlo.

— Sinceramente, me exasperas, Potter, supongo que estás intentando ganar tiempo pero no tienes ninguna oportunidad de escapar y no pienso ser demasiado paciente, esperé por mucho tiempo, y si ya tienes un hijo quiere decir que sabes de lo que hablo.

— ¿Follar es hacer un bebé? —recapituló interesado—. ¿Cómo?

— ¿Quieres uno? —cuestionó al notar el brillo en los ojos del joven—. Yo puedo hacértelo.

— ¿Me lo prometes? Severus estaría muy feliz si tenemos otro bebé, a él le gustan mucho.

— Ya vas comprendiendo, regresa y te prometo que vas a disfrutar infinitamente conmigo, luego te dejaré volver con Snape si es que quieres hacerlo.


Harry volteó a mirarlo, quizá estaba diciendo la verdad, quizá si lo dejaba seguirle besando podría regresar con Severus... pero tan sólo de pensarlo, sentía náuseas. No comprendía si estaba siendo engañado o no, jamás había tenido esa sensación de estar ante alguien que mentía.


Severus no le mentía, Ron y Hermione tampoco, pero sabía que existía la posibilidad de la no verdad e intuía que ese hombre estaba intentándolo.


Lucius, al ver la indecisión de Harry, dio un cauteloso paso hacia él extendiéndole la mano.


— Puedo apostarte, que cuando sientas lo que es el verdadero placer, sabrás que es Snape quien te ha estafado... te llevaré a la locura de la pasión y no querrás separarte más de mí, tanto, que te olvidarás de él.

— ¿Olvidar? —repitió frunciendo el ceño como si hubiera escuchado la más ofensiva de las blasfemias—. ¿Olvidar a mi Severus?

— Por supuesto, hasta hoy es lo único que conoces, pero...

— ¡Calla! —ordenó indignado—. No sabes lo que dices, Severus es mi vida, es mi más grande amor y el único, no hay persona en el mundo que lo arranque de mis pensamientos, y nada, ni siquiera la promesa de otro bebé me haría olvidarlo.


Harry se resistió a seguir escuchando las atrocidades que escuchaba. Trepó de un salto al barandal donde el viento le agitaba con fuerza, sin embargo, eso no le atemorizó más que la posibilidad de volver a sentir los labios de ese hombre sobre su piel.


— ¡Que bajes de ahí! —ordenó Lucius impacientándose.

— Quisiera volver a ver a Sev. —suspiró permitiendo que una lágrima resbalara por su mejilla—. En verdad quisiera regresar a sus brazos... verme en sus ojos tan negros y hermosos, escuchar su risa y sentirlo feliz cuando aprendo algo nuevo que él me enseña. Quiero verlo, más que nada en este mundo, porque lo amo y lo amaré más allá del final... por eso eres la primera persona a la que decido no creer.


Lucius palideció al oírle, se apresuró a intentar sostenerlo pero Harry empezó a correr ágilmente por todo el borde del barandal hasta llegar al final y entonces saltar.




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El beso del dementorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora