La más difícil decisión
Pasaron dos días sin que Severus abandonara el hospital. Ese angustiante presentimiento de peligro no se marchaba de su alma, y estaba seguro de que no era relacionado con la enfermedad de su bebé.
Continuó siempre pendiente de la salud de su hijo y temiendo que en cualquier momento lo condujeran a quirófano. Había llegado a la conclusión de que cuando eso ocurriera quería decir que Ángel estaba estable y quizá entonces podría sacarlo y llevarlo a San Mungo.
No salía de la sala de espera ni para comer, siempre ansiando la noticia de que el bebé ya estaba mejor.
Sin embargo, una noche ya muy entrada la madrugada, el cansancio le venció y dormitaba rendido en uno de los mullidos sillones, fue entonces que un ruido le alertó y vio como la camita de Ángel era trasladada rápidamente por los corredores.
— ¿Qué... qué pasa? —preguntó a una enfermera.
— Su hijo será intervenido ahora mismo, su corazón no podrá soportar más tiempo.
— ¡No, pero dijeron que esperarían hasta que se fortaleciera!
— Lo lamento, el cirujano hablará con usted, pero créame, es lo mejor para su hijo.
— ¡No, no, no lo permitiré!
Severus corrió tras de la incubadora pero ya era demasiado tarde, la perdió de vista en uno de los elevadores. La angustia y la rabia le desquiciaron, sacó su varita dispuesto a pelear a muerte por la vida de su hijo sin embargo fue algo lo que le detuvo.
Ahí, al final del corredor, su presentimiento se hizo realidad. Descubrió una figura que podía reconocer en cualquier parte: Lucius Malfoy.
Su primer instinto fue ir y matarlo directamente, sin contemplaciones, pero luego pensó en que la prioridad era su bebé... y Harry. ¡Harry estaba solo en casa!
¿Lo habría visto? No, parecía que Lucius aún no se daba cuenta de su presencia. Severus decidió esconderse, no podía darle señales de dónde encontrarlo. Vio que el hechicero robaba unos medicamentos que guardaban con llave. Para el rubio fue fácil usar su varita y alguno que otro hechizo para que nadie del personal notara su crimen.
Severus comprendió que el Ministerio y los Aurores debían seguir buscándole y por eso no robaba en sitios mágicos. Esperó a que el peligro pasara antes de atreverse a abandonar su escondite y volver en busca del quirófano, aunque algo le decía que para entonces ya era demasiado tarde.*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*
Y no se equivocó. Aunque pudo deshacerse de guardias y camilleros, cuando llegó a la puerta del quirófano ya no pudo más. Su bebé estaba siendo sometido ya a una cirugía a corazón abierto. Si no se desmayó fue gracias a una enfermera que le empujó gentilmente hacia el pasillo, Severus retrocedió obediente, ya no tenía fuerza para luchar.
Sin importarle que la gente le viera, se dejó caer al suelo de rodillas, llorando dolorosamente. Pero nadie se burló ni lo juzgó, prefirieron dejarle a solas para que se desahogara, muchos conmovidos por la angustia de un padre a punto de perder a su hijo.
— Mi bebé... —sollozó Severus sin fuerza—... mi angelito... por favor no me abandones.
Fueron horas interminables hasta que por fin el pediatra responsable de Ángel salió del quirófano. Severus quiso pararse pero las piernas no le respondieron, fue demasiado el tiempo que pasó arrodillado frente al quirófano. Al darse cuenta, el pediatra fue quien se acuclilló mientras se quitaba el gorro quirúrgico.
— Hicimos lo que se tenía que hacer, señor Snape... y hasta ahora todo va bien, pero habrá que esperar varios días antes de cantar victoria ¿lo entiende, verdad?
— ¿Salvó a mi hijo?
— Todo un equipo lo hizo. Ha sido usted muy valiente, y tiene que seguir siéndolo, le aseguro que Angelito siempre me tendrá a su lado para vigilarle hasta poder decirle que está fuera de peligro. Ahora puede ir a su casa, descansar y volver más tarde, tendremos dormido a su bebé por un par de días más, después de eso... bueno, ya veremos.
Severus asintió y aceptó que le sacaran del área de quirófano hasta la sala de espera. Aprovechó ese tiempo de vigilia en colocarse otro hechizo desilusionador, inspeccionó el hospital en cada rincón sin encontrar ningún rastro de Lucius Malfoy.
Eso lo tranquilizó un poco, por lo menos el presentimiento que la agobiaba ya lo dejaba respirar mejor, sin embargo no podía confiarse, colocó hechizos de protección alrededor de su hijo, aunque no dejaba de repetirse que Lucius ignoraba la existencia de Ángel, de cualquier manera así se sentía menos alterado.
Por un momento pensó en continuar ahí pero enseguida recordó a Harry... ¿cuánto tiempo habrá pasado? Tenía que volver y decirle lo que estaba sucediendo. Dejó el recado con una enfermera, y sin perder más tiempo, dispuesto a regresar lo antes posible al lado de su hijo, partió de vuelta a su hogar.*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*
Nada le hubiera preparado para lo que vio.
Harry estaba acurrucado en un rincón de la estancia, con la mirada vacía como cuando recibió el beso del dementor. A su alrededor, todo era un desastre.
Los libros fuera de sus estantes, los cojines de la sala destrozados, un mueble quemado hasta sus cenizas, charcos de agua por doquier, vidrios rotos... parecía que no quedaba nada íntegro.
Lentamente caminó entre los escombros, suplicando por Harry, para que aquella mirada hueca fuera producto de su imaginación. Y cuando se acuclilló a su lado y el chico reaccionó devolviéndole la mirada, también le volvió el alma al cuerpo.
— No... no fui yo. —dijo Harry asustado—. No sé qué pasó.
— No debes tener miedo, tan sólo explícame.
— Es que... pasó el tiempo y no volvías, me asusté mucho, Sev. —confesó entrecortadamente mientras permitía que Severus lo abrazara consolándole—. Quería salir a buscarte pero tú me pediste que no dejara la casa y eso me angustió mucho... de pronto el sillón se encendió, quise apagarlo con agua, pero luego estallaron los vidrios, y los libros salieron volando... no podía detenerlos... todo se volvió loco... loco como yo.
— Harry, pequeño mío, tú no estás loco.
— ¡Pero te juro que yo no hice nada, Severus!
— Es tu magia, ha vuelto. —dijo acariciándole la espalda en suaves círculos—. Creo que estuvo contenida demasiado tiempo y el miedo la detonó, pero no te preocupes, te enseñaré a controlarla nuevamente.
— Pero yo no tengo una varita como tú, ¿cómo pudo haber sido magia?
— A veces, cuando es mucha la desesperación, la magia brota por sí sola.
— ¿Te ha pasado a ti?
— Solo una vez. —recordó el momento en que pudo invocar el Patronus en la sala de la muerte y que ayudó a que Harry no muriera.
— ¿Sev, y el bebé?
— Se llama Ángel, no lo olvides. Bueno, por eso me tardé, él estuvo muy mal y va a tener que quedarse en el hospital por otros días.
— ¿Ahí lo repararán?
— Sí, algo así.
— Y lo traerán cuando ya esté listo ¿verdad? No tienes que regresar... por favor, no me dejes solo otra vez, tengo miedo.
— Harry...
— Te lo suplico... o llévame contigo, pero no quiero quedarme solo aquí.
Severus no supo qué decir. Era imposible llevarse a Harry al hospital, mucho menos ahora que Lucius rondaba por ahí, pero tampoco podía dejarlo solo, la magia de Harry había despertado y siempre se caracterizó por su poderío, eso le hacía correr un gran peligro.
Era una enorme decisión, tenía que elegir entre cuidar de Harry o de su bebé, le dolía el alma tener que hacerlo pero no podía ser de otra manera.
— No me iré, amor, me quedaré a tu lado siempre ¡siempre!*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*
ESTÁS LEYENDO
El beso del dementor
FanfictionTodo inicia con una condena. Dos personas ven su mundo transformarse por la crueldad de un despiadado corazón. Snarry