Visitante inesperado
Al día siguiente, el doctor Warner retiró por fin el respirador artificial y aunque los siguientes minutos fueron estresantes para Severus, cuando vio que su hijo logró superar la prueba se sintió inmensamente feliz.
Habría deseado poder llevarse a su hijo de inmediato a casa, pero ni siquiera San Mungo era ya una opción, no confiaría a las manos de cualquiera la salud de su bebé y ahora era el doctor Warner la persona que seguiría cuidando de Ángel hasta que por fin pudiera salir del hospital.
Afortunadamente, Harry continuó siendo muy colaborador, ya no se estresaba por su ausencia e incluso se esforzaba en enviar regalos a su hijo. Al principio solo eran alguna que otra flor o juguete pero un día se decidió y logró escribir una pequeña nota diciéndole "Te amo", eso fue un gran logro para él, y para Severus algo que casi le arranca lágrimas de alegría.
Esperaba siempre paciente el regreso de Severus cada noche, y las horas que pasaba a solas las ocupaba estudiando, estaba muy entusiasmado con leer fluidamente cada día más y su caligrafía iba mejorando a pasos agigantados, amaba escribir frases siempre dedicadas a su pequeño hijo al que no veía desde hacía ya un mes.
Una tarde, Severus le anunció que ese día probablemente darían el alta a su bebé, por lo que las horas para que volvieran se hicieron en verdad eternas. Harry decidió que tenía que poner linda la casa para su hijo, así que la limpió a fondo y llenó todo de flores. Aún no sabía cocinar muy bien por lo que tuvo que conformarse con cortar algunas frutas y colocarlas en la mesa de la mejor manera posible.
— Creo que hacen falta más flores. —comentó para sí mismo al revisar la pequeña estancia, sin importar que casi no hubiera un lugar sin adornar—. Y sería genial tener esas manzanas que tanto le gustan a Severus.
Se mordió el labio a disgusto, recordando que el árbol de manzano crecía del otro lado de la barda, había revisado y las ramas que caían hacia su jardín ya no tenían ni un solo fruto, pero no se dio por vencido. Fue otra vez hacia el jardín trepando ayudando por una escalera el muro que tenía prohibido atravesar, necesitaba alcanzar las manzanas que estaban un poco más allá.
Pero por más que se estiró no era posible ni siquiera tocarlas. ¡Y lucían tan apetitosas!
Frunció el ceño concentrándose tan fuerte como pudo. Aún se le dificultaba controlar su magia y carecía de varita como Severus, pero tuvo la esperanza de que aquellas manzanas volaran hasta su mano. Era tanto su deseo de darle ese fruto a Severus que en poco tiempo las notó vibrar colgadas de su rama y jadeó extasiado en el momento en que una de ellas se desprendió y fue hacia él como una viruta de metal a un imán.
Sin embargo, no llegó hasta su mano, la manzana iba con tanta fuerza que le golpeó en la cabeza.
— ¡Ouch! —se quejó sobándose la frente mientras el resto de las manzanas caían al suelo.
— ¿Quién está ahí? —escuchó una voz sorprendida.
Harry se resguardó tras el muro con el corazón golpeándole el pecho, se olvidó que nadie podía verlo, él simplemente se angustió al creerse descubierto.
— ¡Manifiéstate! —ordenó aquella voz del otro lado de la barda.
Harry se armó de valor para asomarse cuidadosamente
De pronto, algo llamó su atención. Una persona desconocida merodeaba muy cerca, como si estuviera buscando algo, llevaba un traje extraño, de color rojo y negro con capucha, y en su mano tenía una varita como la de Severus. Eso quería decir que podía hacer magia y sonrió con una idea en mente.
— ¿Puedes ayudarme? —le gritó titubeante, era la primera vez que hacía contacto con alguien que no fuera Severus y su bebé.
El desconocido escuchó la voz y giró sobre sí mismo en busca del origen de ésta.
— ¿Quién eres, dónde estás?
— Estoy arriba, en el muro.
— ¿Muro? —repitió casi tambaleándose de asombro, con más ímpetu giró sobre sí mismo, desesperado por encontrarle—. ¿Cuál muro? ¡No veo ningún muro, no te veo a ti!
— ¿Ves el manzano?
— Sí.
— Trépalo, toma unas manzanas y luego dirígete hacia el árbol torcido que está a tu izquierda. No te tardes, por favor.
El desconocido obedeció, trepó, cortó un par de manzanas y corrió hacia el árbol torcido, pero continuó sin ver nada. De pronto, una puerta se abrió y se dio cuenta que estaba frente a una barrera mágica, eso no le sorprendió, por el contrario, había estado en busca de una.
Lo que sí le sorprendió fue la persona que apareció para recibirlo con una sonrisa.
— ¿Traes las manzanas? —preguntó Harry sin soltar la puerta, dispuesto a cerrarla a la menor señal de peligro.
Por toda respuesta, el joven dejó caer la fruta al piso y Harry rápidamente se apresuró a recogerlas procurando no permanecer fuera del área de protección.
— Gracias, Severus se pondrá feliz.
— ¿Ha-Harry? —repitió aquella persona.
— ¿Me conoces?
De pronto Harry se vio envuelto en un fuerte abrazo que lo desconcertó. Por un par de segundos el miedo le estremeció pero luego algo llamó poderosamente su atención. Con el movimiento, la capucha del desconocido se había deslizado dejando ver un cabello de un color muy especial.
— ¡Oh, que gracioso! —exclamó separándose y sujetando con sus dedos uno de los rizos rojos del recién llegado—. Tu cabello es rojo.
— Harry, realmente eres tú. —jadeó su acompañante incrédulo.
— ¡Tus ojos! —admiró Harry ahora observándole directamente el rostro—. ¡Son azules, como el cielo de día! ¡Oh, en verdad que eres maravilloso!
— ¿Es que no me recuerdas? ¡Soy Ron, amigo, soy tu hermano del alma!
— ¿Ron?... no, no me acuerdo.
Ron aspiró profundo intentando normalizar su respiración. Sí, no debía olvidar que Harry había sido víctima de un dementor, era normal que pudiera haber olvidado cosas... ¡pero estaba vivo! Y eso lo llenó de inmensa alegría.
— ¿Y Snape, está contigo? Necesito hablar con él.
— ¿Severus? No tarda en volver.
— Bien, esperemos adentro.
— Pero él no quiere que deje entrar a nadie.
— Te prometo que no se enojará, nunca podría hacerte daño.
Harry dudó un momento pero estaba tan deslumbrado por el tono rojo del cabello de Ron que brillaba mucho con el sol que no deseaba más que seguir mirándolo por todo el tiempo posible.
— Así que han estado aquí todo el tiempo. —comentó Ron mirando la pequeña casa ahora adornada con flores, de pronto, sus ojos se toparon con una cuna rodeada de juguetes—. ¿Un... bebé?
— Oh sí, bueno, ya no debo decirle "bebé" si no "Ángel", él se ha ido ¿sabes? Eso ha tenido a Severus muy triste.
— ¿Se ha ido...? ¿Es un...ángel?
— Lo extraño mucho, y Sev también, he querido poner otro bebé aquí. —dijo señalándose el abdomen—. Pero Severus no me ha dicho cómo... ¡Ron, tú puedes ayudarme! ¡Tú podrías ponerme otro bebé aquí para Severus!
Ron tosió ahogándose con su propia saliva, cada vez se preocupaba más al darse cuenta de la ingenuidad de Harry, era como un niño que sabía tan poco de la vida.
Ya no pudo decir nada, justo entonces Severus apareció en la puerta sosteniendo en brazos a un bebé. Harry también se olvidó de la conversación para correr hacia su pareja.
— ¡Sev, lo trajiste, mi bebé! —exclamó emocionado mirando a Ángel dormido en brazos de su padre—. ¡Dámelo, Sev, quiero cargarlo!
— No lo despiertes, amor, llévalo a la cama mientras yo hablo con tu amigo.
Harry obedeció, sujetó a Ángel con mucho cuidado de no despertarlo, y olvidándose por completo de la presencia de Ron, se llevó a su hijo a la cama recostándose a su lado, mirándole absorto y feliz.
Severus hizo una seña a Ron para que se sentaran en la sala donde le sirvió un whisky, ya era mayor de edad y seguramente lo necesitaría, no importaba que llevara puesto el uniforme de Auror, no se equivocó, Ron bebió de un trago todo su contenido, su cabeza era un caos.
Desde su lugar, Ron escuchó en silencio la resumida explicación de Severus. No podía apartar su mirada de la cama donde Harry ya se había quedado dormido abrazando protectoramente al bebé.
— Me... alegro que no esté muerto. —comentó Ron después de aclarado el malentendido del bebé—. Y también que Harry no lo esté, todo el mundo piensa que murió hace tiempo, usted le dejó una nota a la Profesora McGonagall...
— Harry estuvo a punto de morir, creí que pronto se iría y yo con él, pero no pasó así, y fue entonces que me di cuenta de su embarazo.
— ¿Porqué no volvió, porqué permitió que el mundo creyera que estaba muerto?
— Aquí está a salvo, Weasley, y no permitiré que nada venga a alterar eso ¿me entiende?
— Entiendo que quiera protegerlo, pero usted también debe entender que afuera estamos más gente con el mismo deseo. Hermione, mi familia, todos los profesores del colegio... todos queremos cuidar de Harry.
— Harry no saldrá de aquí mientras Lucius Malfoy esté aún en libertad. —dijo con firmeza—. ¿Quiere cambiar eso, Weasley? ¡Pues encuéntrelo y enciérrelo de por vida antes de que lo haga yo y lo mate!
— ¡Yo mismo mataría a ese bastardo, pero entienda Snape! ¡Harry necesita ayuda, hay medimagos que pueden tener mejores remedios que nosotros para su condición!
— ¡Nadie puede devolverle los recuerdos si eso es lo que insinúa! —gruñó Severus entre dientes, tenía ganas de gritar pero eso sólo despertaría a Harry y al bebé, de cualquier forma, su voz amenazante era suficiente para intimidar a Ron como en sus tiempos escolares—. Harry jamás le recordará, jamás volverá a ser el mismo de antes, no volverá a ser su amigo de la infancia, no es el mismo que usted conoció, Weasley, nunca lo será.
— ¡Pero...!
Severus suspiró cansado, esas palabras no se había atrevido a decírselas ni a sí mismo, pero era la verdad que le gritaba su corazón, y al reconocerlas sentía un doloroso nudo en la garganta que le dificultaba respirar.
— Cuando despertó, no recordaba nada. Tuve que enseñarle desde el principio, Weasley, a hablar, a caminar, a comer, a asearse... no ha sido fácil pero está avanzando porque es muy inteligente, sé que un día su mente alcanzará su edad real, pero todo lo que vivió antes que el dementor le besara, todo eso se perdió irremediablemente.
— Pero dice que le recordó a usted.
Severus asintió mientras se servía más whisky y bebía con la intención de desaparecer el nudo en su voz.
— Aquella noche que estuvo conmigo en Azkaban, le pedí que se olvidara de mí, que fuera feliz con alguien más... me dijo que no, me prometió que nunca me olvidaría, que me amaría siempre. Creo que se aferró tanto a eso durante el beso que el dementor no pudo destruirle el alma, tan solo sus recuerdos, menos uno, aquel que salvó su vida y su corazón.
— Harry siempre me sorprenderá de lo fuerte que es, y sé que lo ama a usted con toda esa fuerza.
— Sin embargo, ahora continúa siendo demasiado vulnerable. Debo ir minimizando su inocencia, pero mírelo, Weasley, mírelo y dígame si es capaz de derrumbar su mundo rosa para sacarlo a uno donde hay quienes quieren lastimarlo.
Ron obedeció, miró a Harry, durmiendo tan inocente, con su sonrisa cándida abrazando a su hijo sin saber de la existencia de alguien tan cruel como Lucius Malfoy. Y aunque quería protestar y decir que también había mucha gente que quería cuidar de Harry y de protegerlo de toda esa maldad, no pudo. Cualquier error... cualquier descuido, y ahora su amigo sería incapaz de defenderse.
— Atraparé a Lucius. —aseguró Ron con firme determinación, era su trabajo como Auror, y ahora que él había logrado encontrar a Harry, temía la posibilidad de que alguien más pudiera hacerlo y lastimar a su amigo—. Y creo saber quién va a ayudarme a conseguirlo.*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*X*
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El beso del dementor
FanfictionTodo inicia con una condena. Dos personas ven su mundo transformarse por la crueldad de un despiadado corazón. Snarry