19. Lucian

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Aquí os traigo el cap 19, espero que os guste, se que la historia esta teniendo un desarrollo lento a comparación de mis otras historias, pero espero que le estéis tomando cariñin, me gustaría saber lo que opináis. Y no os preocupéis ya pronto se acercan momentos spicy para vosotros.

Así que ya sabéis, compartir, comentad y votad, me haríais un favor enorme.

Un beso, los amo.

Adieu;)





Llevábamos días en Persefeiras y cada cosa que veía me parecía más hermosa que la anterior, desde nuestra llegada nos habían guiado por la ciudad, el propio Lord Azel que resultó ser el consejero real nos hizo una visita por el palacio y sus terrenos. A cada uno nos había interesado diferentes zonas, por ejemplo cuando vimos de lejos los campos de entrenamiento junto al lago Adelaide estuvo extasiada queriendo ver de cerca, pero al tratar también de residencias particulares no se nos permitió, cosa que me resultó ciertamente extraña.

En cambio aquel día nos hizo recorrer los senderos del lago, a cada tanto Adelaide miraba hacia lo lejos, a los guardias reales que entrenaban, solo era puntos a la distancia que se movían rápidamente.

Lord Azel nos comentó que aquellos jardines era un honor pisarlos, solo aquellos invitados por la reina podían pasear por ellos. Conocimos a la reina del Este en la noche de nuestra llegada, cenando, sin duda alguna fue una sorpresa, tenía presente las características externas de los Ancestrales y su larga longevidad, pero ver a la reina me sorprendió ante su muy joven apariencia.

Resultó curioso verla caminar al son de las diminutas campanillas que colgaban de sus orejas, pero todo en su paso mostraba una elegancia sobrenatural y dejaba tu cuerpo en total calma, en la cena había llevado un vestido rosa vaporoso con los hombros desnudos, con tatuajes similares a los que llevaba Lord Azel y los muchos Ancestrales que habíamos visto por palacio.

Hermosas espirales de enredaderas blancas.

Y durante los días restantes, padre y la reina se reunían en el despacho para dialogar sobre los futuros pactos y alianzas, a la espera de la llegada de los otros portavoces de los reinos. Mis hermanos y yo teníamos poco que hacer más, en una ocasión, lejos de ellos y de padre le pregunté a Lord Azel por Eir, pero solo dio respuestas vagas y poco claras, seguía sin saber nada de ella.

Nos detenemos en la unión de cuatro senderos, en el medio hay una fuente natural que rodea una gran estatua de la figura de una Ancestral.

—Lord Azel ¿Quién es? —quise saber, a mis espaldas tanto Colin como Adelaide suspiran ante mi pregunta, ayer Colin me regañó ante lo único que hacía desde la llegada, preguntar sobre el reino, pero consideraba que al ser los príncipes del reino vecino y al ser una visita diplomática lo mínimo era interesarse por su cultura, y en este caso su arte arquitectónico y escultórico.

Lord Azel a mi lado pareció complacido, sus ojos brillaron ante las replicas de mis hermanos, volteó a mirarme, bajando la cabeza ligeramente para estar su mirada en mi campo de visión. Por un momento creí ver un atisbo de sonrisa en sus labios, eran un macho totalmente serie y taciturno.

—Me alegra que lo pregunte su alteza —miró a la estatua.

La escultura en cuestión estaba tallada en mármol claro, la figura de la hembra se alzaba empuñando una espada fina con doble filo, la empuñadura era la cabeza de una rosa rodeada de espinas; el rostro era ilegible al estar oculto tras un yelmo con grandes astas semejantes a la de los ciervos —también a las que poseían los guardias reales—, quedé embelesado ante el tallado de la ropa, pliegues asemejando la transparencia, era hermoso como el trabajo con detalle se cernía sobre el cuerpo de la estatua. A los pies de la misma habían tallada flores que logré distinguir a la perfección, idénticas a la pulsera que actualmente estaba escondida debajo de mi almohada.

Sangre y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora