Sin darme cuenta ya estábamos reunidos en el gran salón de bailes de la reina, mañana comenzaría el Festival de la Paz y esta fiesta solo daba la bienvenida a las múltiples celebraciones, Colin a mi derecha conversaba con los recién llegados del Reino del Sol, los miembros de la corte eran brillantes, literalmente. Sus vestimentas abundaban por elaborados cosidos de diminutos espejos, con cada movimiento daban finos rayos de luz.
En el otro extremo de la larga mesa estaba la corte privada del Reino del Sur, ambos representantes de los reinos habían llegado con pocas horas de diferencia. A diferencia de los Ancestrales del Sol, los que provenían del Sur llevaban un estilo mucho más relajado, tanto machos como hembras llevaban sencillos peinados con cuentas y conchas enlazadas.
Centro la vista en las hembras Ancestrales con las que intenta dialogar Colin, a simple vista se las ve tremendamente aburridas. Una característica principal de las visitantes podría ser su piel bronceada y rasgos faciales afilados, de sus orejas puntiagudas sobresalían plumas oscuras que se mezclaban con el pelo de la cabeza con la misma tonalidad.
Algunos de los Ancestrales poseían más plumas por el cuerpo e incluso en vez de pies llevaban garras semejantes a la de los pájaros.
Ellos parecen integrarse a la perfección con el Este y el Sur, en cambio nuestra propia corte parece fuera de lugar, aquellos consejeros que nos acompañaban no tramitaban palabra y se sentían incómodos sin su rey presente, desde la inminente llegada todos los reyes presentes se habían encerrado en uno de los despachos a dialogar.
Me perdí en la inmensidad de la sala, al igual que en el invernadero que vi el otro día, no había paredes, unos inmensos arcos de metros de altura nos dejaban la vista al exterior; la noche comenzaba a presentarse y el frescor agradable invadía la estancia.
La sala en sí estaba decorada con hermosas y elaboradas guirnaldas, ramas extensas con flores blancas colgaban del techo, similares a la de sauces; y en las todas las mesas se encontraban centros florales compuestos de lavanda.
Las mesas estaban repartidas en los extremos de la sala, dejando el centro de la estancia totalmente libre, Lord Azel nos comentó que la reina había organizado exóticos espectáculos para el entretenimiento de la cena, Colin estuvo muy interesado en ellos, pero Adelaide solo prestaba su atención a las puertas principales, esperando la aparición de Proserpina, quien también nos acompañaría en la fiesta.
Una suave música nos acompañaba y captó todo mi interés, algunos de los instrumentos eran totalmente desconocidos para nosotros.
No era de extrañar que por los arcos de la puerta aparecieran más invitados, lo que me sorprendió fue ver aquella Ancestral, Eir la había llamado Ira. Todo su melena roja estaba recogida en lo alto de su cabeza e iba vestida entera de negro sin dejar ni una muesca de piel a la vista, sus preciosas alas de mariposa monarca estaban plegadas de tal modo que semejaban una capa.
Muchos de los presentes la saludaron con entusiasmo y ella solo alzaba su barbilla sin devolver palabra, se sentó en una de las mesas más próximas a la nuestra, sus ojos negros encontraron los míos y alzo una de sus finas cejas.
Tuve que apartar la mirada, había algo en ella que resultaba absolutamente intimídate.
Lord Azel cruzó la sala en grandes zancadas y lo vi susurrar algo a la banda de músicos, automáticamente ellos bajaron el volumen de sus instrumentos y miraron hacia la entrada. No había duda de quién aparecería ahora.
Era evidente que la primera en aparecer fue la reina del Este, iba vestida acorde con los racimos de las lavandas de la mesa; daba igual cuantas veces lo viera, el arcana seguía fascinándome, su corona compuesta de racimos de cerezos que florecían continuamente.
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Sangre y Luz
Teen FictionEirene es una Dividida y durante diez años ha hecho lo necesario para sobrevivir. Así, cuando una serie de muertes de Ancestrales invade la ciudad de Zetria y la encuentran en pleno escenario del crimen su única opción es el príncipe Lucian Betancou...