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No era agradable que Harry la llamara a cada segundo como si desconfiara de ella. Sofía sentía que él no confiaba en ella y le dolía, le dolía el hecho que él no pudiera aceptar que ella tenía derecho a tener amigos y una vida fuera de su relación.
Decidió apagar su teléfono por todo lo que quedaba del día,  sabía que él se molestaría pero ya no podía seguir de ese modo.
-¿Estás bien?- preguntó Mike. Ambos caminaban por el centro comercial, tomándose un descanso del lío que Luke, Calum y Ash estaban haciendo para organizar sus cosas.
-Si, sólo... nada.- suspiró ella.- ¿Por qué Harry desconfía tanto de mi? Me refiero a que, lo amo y nunca haría nada para lastimarlo, ¿Qué motivo tiene para controlar cada paso que doy?
-No lo pienses así,- dijo Mike rodeándole los hombros con su brazo.- pensá que él necesita saber que estás bien, él se preocupa muchísimo por vos y necesita saber qué haces, dónde y con quién estás. Puede ser algo controlador pero sólo lo hace porque te quiere.
-Mike. ¿Estás defendiendo a Harry? Creí que lo odiabas.- dijo ella presa de la sorpresa.
-Bueno, es sencillo odiar al novio de la chica que te gusta pero tengo que darle la razón en esto.
Tras ser conciente de sus palabras, sus ojos se abrieron como platos. Miró a ella de reojo, estaba tensa parecía aturdida. La chica se apartó lentamente retirando el brazo de él de sus hombros.
-No quise...- empezó él.
-Creo que voy a volver a casa.- susurró ella confundida. -Perdón.
No sabía muy bien por qué se disculpaba. Quizás era por dejarlo sólo o por no poder corresponderle.
Caminó por las calles en silencio sin saber muy bien dónde estaba. La noche se hacía presente y ella se encontraba en una zona bastante fea de Londres, a su parecer.
Las calles desiertas le devolvían los cantos de un grupo de borrachos con el que no tardó en toparse.
Las miradas sugerentes de ellos comenzaron a atemorizarla y apuró el paso pero tres hombres la siguieron a la vez que le gritaban cosas bulgares. Sofía comenzó a buscar su teléfono pero no lo encontraba. Había perdido su teléfono y estaba extraviada en las calles de Londres con tres borrachos siguiéndola. El miedo corría por sus venas y, simplemente, quería despertar de esa pesadilla.

Aun se puede caer mas bajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora