Beethoven (Adrichloe)

Capitulo 28

''...Y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido...''-Todavía, Mario Benedetti.

Comencé la rutina de danza hace una hora, había estado sola en la sala de ensayo prácticamente toda la mañana. Marinette había quedado en venir, sin embargo recibí un mensaje a mitad de mañana, diciendo que no podía venir ya que estaba preparándose para entrar al elenco que se presentaría el próximo mes en Navidad. Luego de una hora me dirigí a los camarines a asearme y ahora me disponía a casa a descansar. La sonrisa comenzaba a desaparecer de una vez que avanzaba en el pasillo del conservatorio. Jennie me esperaba en las escaleras.

Ella nunca se aparecía así como así, al menos si no era por algo malo que había ocurrido.

Su rostro reflejaba tormento y una terrible preocupación. Estaba más que claro que se trataba de algo malo.

Con un paso rápido me dirijo hacia ella.

-¿Qué ha ocurrido?-Es la primera pregunta que sale de mi boca cuando estoy a su lado.

Ella me abraza y entierra su rostro en mi hombro. ¿Es Aaron? Que si le ha pasado algo en las carreras, sé que le derrumbaría todo su mundo. No podría soportar ver a mi hermana pasando por una situación como esa.

Pero no. Las palabras que pronuncia a continuación me dejan helada.

-Es papá.

Doy un respingo y me aparto de ella. La sangre comienza a bombear con fuerza por mis venas a causa del susto, por que debe haber pasado y por saber como debo reaccionar en este momento.

-¿Está bien?-Pregunto.

-Ha tenido un pre infarto. Ahora está en sala de recuperaciones-

Las lágrimas escuecen por mis ojos por la rabia y la preocupación. No puedo imaginar que le pueda pasar otra vez. Ya es la tercera vez que le pasa. Ha tenido tanta suerte, que la intranquilidad me invade al pensar que la próxima vez su cuerpo no lo soporte.

Subimos a su auto y acelera enseguida. Sus manos tiritan y toca el claxon cada vez que un auto frena de improvisto. Llevo las uñas a mi boca y comienzo a comérmelas mientras muevo una pierna, arriba y abajo, nerviosa. El camino se nos hace eterno para ambas y me resisto a decirle que maneje con menor mayor precaución.

Ambas esperamos a que estacione fuera del hospital para bajarnos del auto.

El corazón me palpita con fuerza mientras subimos por el ascensor y nos dirigimos hacia el piso de cardiología. Jennie pregunta a una enfermera por mi padre mientras yo camino por los pasillos mucho antes de que ni siquiera ella abra la boca para decirme el número de la habitación. Una mano me detiene y me enfurece que lo haga.

La mirada se me enternece al verlo y lo abrazo. Sus grandes brazos me envuelven y rodean, y me siento más calmada al sentir su perfume.

-Todo estará bien, nena-Me calma en un susurro mientras me llena de besos en el cuello, la mejilla y en la boca. Lo abrazo con fuerza y lo estrecho a mi aún con lágrimas en los ojos.

Yo asiento y me alejo de Adrien para ir a ver a mi padre. Jennie está llorando cuando entro a la habitación. Mi padre se encuentra en una unidad monitorizada por lo que tiene una vía intravenosa que se conecta con el respectivo monitor. Tiene una intubación de tranquea y mantiene los ojos cerrados.

Mi madre me abraza cuando entro y, escucho sus sollozos y lamentos en mi oído. Oírla hace que me de un escalofrío por todo el cuerpo.

Me alejo de ella con cuidado y me acerco donde papá. Le tomo la mano. Mi padre niega con la cabeza. Sé que quiere disculparse y decir muchas cosas que nos ha dicho las veces pasadas, pero no puede por el tubo que le permite y ayuda a respirar.