Capitulo 26

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''No quiero un amor a medias, rasgado y partido por la mitad. He luchado y sufrido tanto, que me merezco algo entero, intenso e indestructible''-Frida Kahlo.

Un suspiro de alivio sale de mis labios cuando escucho las ruedas de la maleta sonar contra el piso de madera. Había llegado a la que sería mi habitación por estos tres días.

El vuelo a Múnich ha sido casi de doce horas con escala en Berlín. La limusina de su familia no estaba esperando cuando salimos del aeropuerto. Adrien jugaba con los anillos de sus manos y de vez en cuando tomaba entre sus dedos el piercing debajo de sus labios. Yo mantenía entrelazada mi mano con la suya, y pasaba mi dedo índice por aquella marca de nacimiento justo en su muñeca derecha. Me miró y sonrió satisfecho, esa sonrisa de lado que tanto me traía loca.

¿Cómo no me había dado cuenta? Desde el día uno, me sentí atraída por él.

Algo inevitable, que comenzó siendo un juego terminó siendo algo real.

Al bajar del carro miré la casa de concreto blanca, con ventanales enormes y una preciosa vista hacia el campo verde. Ya dentro de la estancia, lo primero que sentí fue un aroma a manzana y canela. Di una larga bocanada de aire y luego miré a Adrien quien me observaba con cautela. Mis ojos miraban asombrados todo el lugar. Era tan grande como la mansión de su padre. Pero esta tenía ese aspecto que a la casa del señor Agreste le faltaba, esa sensación de hogar. Ese toque femenino que esta casa parece desbordar por los ventanales.

Al momento en que la puerta principal se abrió me fijé en las piezas de artes colgadas en las murallas. No podía dar nombres de pintores, pero podía decir que técnica había utilizado cada uno. A mi izquierda había una gran puerta abierta al comedor mientras que al frente había una puerta que probablemente daba a la cocina y a mi derecha la escalera y probablemente otra puerta debajo de esta.

Frente a nosotros se encontraba Choris, una mujer de cara redonda y cachetes rosados. Durante todo momento mantuvo una sonrisa. Adrien me la había presentado como la ama de llaves. Y luego, a nuestro lado estaba su madre y su marido. Ambos nos sonrieron al entrar. Con un saludo corto preciso, nos dejaron a solas con Choris.

-Ve con ella-Me dijo Adrien-Te alcanzo luego.

No hubiese aceptado si hubiese sabido que tenía que llevar mi propia maleta. Choris llevaba la de Adrien, y yo me tuve que mamar todos los escalones tomando el equipaje con mis manos y alzando todo el peso de este para no golpear y dañar el piso de madera de las escaleras. El hecho de subir las escaleras no era lo peor, levantar mi maleta sí.

La ama de llaves, me deja en mitad del pasillo sola y la veo entrar en otra, una habitación más grande que el resto. Inclusive la mía. Al momento de volver y dirigirse a mi habitación, saca una toalla, bata y la deja a los pies de la cama.

-El señor y la señora Graham la esperan en el comedor-Me dice la señora de cabello grisáceo con acento alemán.

-Muchas gracias-Le sonrío y espero a que se marche de la habitación para tomar la toalla que la mujer había dejado encima de la cama y me meto en el cuarto de baño.

Decido colocarme los pantalones rajados y las botas que me he comprado antes del viaje. Encima me coloco un suéter que me ha regalado Adrien.

Cuando bajo al primer piso Adrien no se encuentra cerca de mi rada. Solo Emilie y Choris lo están.

-Ahora si te saludaré como corresponde-Me dice la mujer de cabello rubio y ojos de color azul verdoso cuando me ve caminar hacia la mesa. Es preciosa. Tan bella y dulce. Incluso me deja sorprendida el parecido que tiene Adrien con ella.

Su sonrisa se extiende aún más por su rostro cuando está frente a mí. Me envuelve en un abrazo corto pero acogedor.

-Encantada de conocerte-Dice-La otra vez no tuve la oportunidad de conocerte.

Beethoven (Adrichloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora