Capitulo 3

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Luego de darme una ducha y elegir ropa ligera para andar en el metro, le pido a papá, que ya se ha marchado donde mi abuela, la dirección del mecánico. Me tomo el tiempo de tomarme el cabello en coleta mientras espero pacientemente a que mi padre teclee las letras en su Smarthphone.

-La verdad es que no tienes por qué arreglarte tanto-Comienza a decir Jennie.

-Nadie te ha pedido la opinión. Solo me he puesto unos shorts y una blusa.

-Se te ven los senos.

Pongo los ojos en blanco.

-Lo siento por tener más que tú-Sonrío con satisfacción. Jennie parece ofendida. Sé que es poco normal que te lleves mal con tu hermana pero la verdadera razón por la que nos llevábamos mal es porque Jennie dijo algo que no debía. Fue ella quien reveló a mis padres que me había visto con mi ex novio en la cama semi-desnuda.Si, una gran historia que hasta día de hoy mis padres me reprochan y regañan. Por culpa suya ya no tienen la misma confianza que solían tener conmigo.

-¿Dónde irás?

-¿Al mecánico?-Frunzo el ceño tomando mi celular que me obsequiaron cuando recibí la carta de aceptación. La dirección ha sido enviada y ahora la estoy buscando por el mapa del celular.

-¿Quieres que te demos un aventón? Aaron me pasará a buscar en unos segundos.

-Muy solidario de tu parte pero prefiero caminar.

-Odias el metro.

Me sonríe con brazos cruzados.

-Jennie de verdad prefiero irme caminando y en metro.

-Bueno.¿Me llamas cuando llegues a casa, sí?

Si,algunas veces podía ser demasiado sobre protectora. Me molesta aquella característica de su personalidad. Incluso me hace pensar que tal vez eso la llevó a decirle a mis padres que me había visto teniendo casi relaciones con Lucas.

-Sí. Anda tranquila-Le digo para que se marche.

Quiero irme cuando ella ya no esté en la casa así que espero unos minutos más para escuchar la bocina del auto de Aaron y la puerta cerrándose para tomar mi bolso, las llaves y mi celular.

Camino varias manzanas hasta poder llegar a la calle donde se encuentra el metro que me sirve. Todas las mañana ha sido esperar a que salga la gente del vagón y luego entrar a empujones en ellos. Pero ahora como era sábado y no era la hora donde todos entraban o salían de sus trabajos, los vagones se encontraban casi vacíos. Me hubiese gustado llamar a Nathaniel o a Marinette para que uno de los dos me hubiese acompañado pero sé que deben estar durmiendo o a punto de almorzar,eso me recuerda que no he comido nada en lo absoluto. Quizás luego pasé a comprar algo en Subway para comprarme un sándwich y una soda.

No sé muy bien en que estación me tengo que bajar así que le pregunto a una señora que va con su hijo de unos cuatro o cinco años en sus piernas. Me dice que la estación me deja bastante lejos pero que de seguro puedo pagar un taxi. Tengo el dinero que mi padre me ha dejado para pagar la reparación y para comprarme comida. Le doy las gracias a la señora y me bajo en la estación. Está cerca de la universidad de Nueva York. Camino más de lo que tenía en mente. Y comienzo a buscar la calle que me ha dado mi padre. Cuando llego un hombre mayor me atiende y me pregunta que es lo que estoy buscando.

-He venido por el Peugeot 207 a nombre de André Bourgeois.

-Sí, creo que está listo. Acompáñeme por acá, por favor.

Asiento y entrelazo mis manos. Sigo al hombre, impaciente por ver a Candy. Hay dos chicos con gatas y tuercas en sus manos arreglando probablemente el radiador o cambiando el aceite. Otro chico está debajo de uno de los autos. Cuando oye la voz del hombre mayor se desliza por debajo del auto. Es el chico con tatuajes. Se incorpora y queda frente a mí, sus ojos me escanean con suspicacia y duda,probablemente confundido de verme en aquel lugar. Yo en cambio lo miro con admiración y asombro de verlo ahí trabajando, mostrando sus bíceps trabajados, pero concetrándome en su rostro con perforaciones en su ceja izquierda y debajo de su labio.

Beethoven (Adrichloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora