Capítulo 22.

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19 de febrero de 1945.


Stiles.

No sé ni por dónde empezar, ese día llegamos a la Isla de Iwo Jima. Varios soldados que eran originarios de los pelotones fuimos transferidos a la marina. No para ser marines, sino que para cuando estuviéramos en tierra nosotros nos encargasemos.

Es decir, un Marín tiene el mejor desempeño en los mares, pero no en tierra. Lo mismo pasa con los soldados que estamos en tierra. Así que básicamente éramos un refuerzo o carne de cañón.

Una de las cosas más tristes y espectaculares que vi fue cuando comenzamos a disparar cañones hacia la isla para alejar a los japoneses de sus zonas seguras. Y digo impresionante porque que maravillosos se ven los disparos, pero que triste dónde impactan.

- ¿Crees que hacemos lo correcto? - me preguntó el sargento primero Hale.

- No, si todos hiciéramos lo correcto no habría guerra. - susurré mientras observaba cómo los nipones corrían por sus vidas, algunos árboles caían, la tierra se levantaba por las explosiones y el fuego tan sagrado causaba incendios.



No creo que sea correcto, pero no creo tener opción.



- Ni yo creo que sea correcto. - Derek cortó seco. ¿Qué es esto? Es tan anormal verlo en desacuerdo de su patria.

Después de eso no dijimos nada, ¿Qué más podíamos decir? Nada habría cambiado el resultado, éramos dos soldados en desacuerdo de otros setenta mil.

Claro que después de eso bajamos a tierra, es la parte que siempre he odiado. Mi corazón late con rapidez, el aire me falta y mis piernas exigen descanso. Eso pasa cuando debes cubrir terrero y lograr un sitio donde poner tu base.

Pero finalmente lo logramos, nos establecimos y descansamos un rato. Creo que las fogatas me ayudan mucho, me hacen acordar a mi infancia cuando permanecía hasta tarde con Derek en las montañas, y unos objetos como si fueran tanques de oxígeno llaman mi atención.

- ¿Qué es eso? - pregunté a Derek

- Tanques de Gas. - musita simple.

- ¿Y para qué? - vuelvo a preguntar, mirando algo de fastidio en el rostro de Derek. Sé que no es por mi, sino por la utilidad del objeto.

- Se ponen como si fueran una mochila, tiran fuego. - se encoge de hombros y le pide a un soldado que se lo pruebe.

- Derek, ven un momento. - pido mientras salgo por un poco de aire.

- ¿Qué es lo que pasa guapo? - me susurra al oído, mi cuerpo se estremece. Basta, no me quiero calentar.

- ¿Vamos a quemar vivos a los nipones? - pregunté cómo si fuera la peor atrocidad.

𝐓𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐞́ 𝐞𝐧 1945. | 𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐤 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora