Capítulo 27.

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Stiles.

¿Qué es todo esto? Yo no entiendo porque hay tanto escándalo, hay personas rodeando algo. Por alguna extraña razón decido abrirme paso entre la multitud hasta encontrarme cara a cara con lo que sea que causase tanto revuelo.

Veo que hay muchos cadáveres ¿Apenas han llegado? Algunos se ven viejos, otros en estado de putrefacción y otros se ven tan recientes que da miedo verlos tan estáticos.

- ¡Thomas Wilson! - gritó uno de los soldados, Nolan Holloway creo que se llama.

Pude ver cómo una joven lloraba en silencio mientras recogía el cuerpo del hombre.

- ¡Carver Smith! - gritó nuevamente el soldado.

Ahora eran unos niños quienes lloraban y se aferraban al cuerpo inerte de quién supongo era su padre. Creo que a mí también se me apretó el corazón con eso.

- ¡Derek Hale! - no tengo idea de cómo, pero creo que en ese momento mi corazón dejó de funcionar y mi poca sanidad mental terminó por acabarse. Esto es una broma ¿No? Estoy seguro de que si.

- ¡A-aqui! Yo vengo por el. - dije mientras me acercaba, encontrándome con un cuerpo descolorido.

- ¿Quién recibe? - me quedé callado por unos instantes, no podía decir que era mi esposo porque me matarían seguramente.

Se escuchaban murmuros, personas que decían "¿No eran mejores amigos?", "El es huérfano, ¿por qué lo recoge Stilinski?", o "Dios mío pobre muchacho".

El soldado entonces miro mi mano y luego la de Derek, creo que vio los anillos.

- Sabes que, no importa. Largo de aquí antes de que te hagan algo. - dice fríamente y desviando la mirada, no fue grosero, estoy seguro.



Derek seguramente solo estaba durmiendo, fue un viaje largo.



- Bien Derek, ya puedes dejar de jugar. Me atrapaste... - reí nervioso y nadie respondió, solo las miradas de pena y confusión en la multitud me hicieron darme cuenta que debía moverme rápido.

Tomé a mi esposo y lo cargué en mi espalda, el no se sostenía pero tuve la suficiente fuerza como para sostenerlo.

- Oye... Ya no hay nadie Der, puedes hablarme. - no recibí respuesta, quizá está más cansado de lo que pensé.

- Bueno guapo, vamos a llevarte a desayunar. Debes estar hambriento... - forcé una risita por lo incómodo que me sentía al no oír respuesta.

Caminé varias calles del centro con este pesado adonis, me estaba cansando porque tenía tiempo sin entrenar propiamente como antes.

Finalmente llegué al restaurante de la señora Martin, me intriga saber porque cuando entré por la puerta todas las personas se me quedaron viendo. Hubo quien incluso vomitó. ¿Huelo mal o algo?

𝐓𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐞́ 𝐞𝐧 1945. | 𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐤 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora