Capítulo 16.

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Verano de 1939

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Verano de 1939.

Stiles.

Vivía en un sueño, o eso me gustaba pensar. Derek y yo formalizamos nuestra relación ese mismo día que lo confronté. Desde ese momento comenzó una faceta más amorosa, más íntima. Claro aún no era público ante los demás, sólo Isaac y Liam lo sabían y quizá algún amigo cercano a Derek.

Las rutinas durante los entrenamientos eran las mismas, aunque debo admitir que tenía beneficios. El señor gruñón ya no me regañaba tanto como antes y claro que es más indulgente conmigo, solo conmigo. Los demás pueden irse a correr otras dos vueltas.

A veces me daba sus galletas en los desayunos, su pan de carne en la comida y su manzana en la noche. Es tan dulce, Yo le daba mis cigarrillos, el café y mi barra de chocolate. A nadie le doy mi chocolate, solo a Derek.

Por otro lado, cuando nuestros cuartos estaban vacíos nos gustaba acurrucarnos juntos, darnos uno que otro beso o talvez acariciarnos. Encuentro tierna la manera en la que Derek se acuesta boca abajo para que le haga cosquillas en su espalda.

También, nos gusta vernos en los baños. Siempre nos aseguramos que estén vacíos. No hacemos nada sucio, nos limitamos a platicar y uno que otro pico. Sabemos guardar las apariencias, actualmente estoy contento. No quiero que se arruine por algún cristiano que crea que nuestra forma de amar es incorrecta, mejor lo evito.

Establecimos una rutina en las noches, a las diez de la noche nos encontrábamos en las gradas del patio central. Teníamos vista completa por sí alguien venía. No durabamos mucho ahí, máximo una hora porque debíamos despertarnos temprano al día siguiente.

Pero era suficiente, hacía frío, por lo que nos acomodaba permanecer abrazados, Derek detrás mío mientras mirábamos el panorama y platicabamos, nos gustaba contar estrellas. A veces me daba vergüenza. Derek encontraba forma a estrellas que yo pensaba "Ni se ve nada". Hacíamos una bonita dupla, el me llamaba Constelación y yo lo llamaba astrónomo.

En los fines de semana, que eran libres después del mediodía subíamos a las colinas, es lo que más me gusta. Las colinas nadie las visitaba por el abrasador sol, pero nosotros conocíamos un lugar en específico que proyectaba una gran sombra, los verdes pastizales elevaban la humedad y ahí el aire se sentía más fresco, más natural.

Era un lugar especial, la brisa siempre golpeaba nuestros cuerpos y pasaba por nuestras ropas, la sensación refrescante de cuando el sudor se enfría era tan especial. Nos acostamos ahí, mirábamos al cielo y tratabamos de buscarles forma a las nubes, también hacíamos picnics, no variaba sinceramente ya que lo hacíamos con la comida del comedor.

En navidad tuvimos el primer receso o al menos mi primer receso, sólo fueron un par de semanas pero para mí bastaban. No me gustaba estar en mi casa porque implicaba gasto para papá, así que trataba estar lo menos posible, Derek al ser huérfano se quedaba en los cuarteles.

𝐓𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐞́ 𝐞𝐧 1945. | 𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐤 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora