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El alfa se recostó en su cama, atrayendo al rubio y encerrándolo en sus brazos. No sabía que estaba haciendo ni porqué, pero tenía el leve presentimiento de que esto era lo que Jimin necesitaba.

Su aroma había aumentado poco a poco, hasta el punto de volverse asfixiante y no sabía si era normal.

A este punto toda la casa estaría oliendo a almendras dulces.

Y eso no le importaba para nada.

— Jimin. —lo llamó cuando éste empezó a entresbrir su ojitos, con el sudor cayéndole por la frente.

— Tengo calor. —Con cuidado lo ayudó a sentarse y le quitó la polera, dejándolo con el pecho descubierto.

— ¿Mejor?

— Sólo un poco. —con un jadeo, se quitó rápidamente el jogger, soltando un suspiro de alivio— Ahora si.

El alfa lo atrajo de nuevo y lo abrazó, soltando feromonas sin siquiera darse cuenta. Pero Jimin si las olió. Sus pupilas se expandieron y soltó un gemido ahogado, alertando al alfa de su estado.

— Jimin... ¿estás bien?

— No se que me pasa, yo... —bajó su mirada, incómodo.

Estaba teniendo un problemita.

— Oh. —exclamó el pelinegro, mirando su entrepierna.

Trató de apartarse para no generar incomodidad en el otro, pero tan solo el más mínimo roce entre sus pieles provocó una corriente eléctrica en el más bajo, quien jadeó y se tensó.

— Jungkook. —lo llamó con voz lastimera— Ayudame...

El aroma a almendras se disparó, notándose cada vez más y más dulce. El alfa inhaló éste mismo, embriagándose con el olor de su destinado.

Mio.

Sólo mío.

Un gruñido lleno de posesión salió de él, olisqueando codicioso el cuello del rubio, quien se retorcía con un sentimiento extraño dentro de él.

Eres mío. —gruñó, tomando sus caderas con posesión.

El humano no podía articular palabra, sintiendo los caninos del alfa en su cuello, sacándole un jadeo de anticipación.

¿Pero que era exactamente lo que estaba esperando?

¿Qué era aquello que quería?

Que necesitaba.

Jungkook empezó a besar el cuello de Jimin, preparándolo para algo más. Algo que no podía hacer. Sabía que no podía y estaba mal.

¿Por qué su lobo le decía que todo estaría bien? ¿Por qué Jimin ladeaba el cuello? No, aquello estaba mal.

Debía parar.

No podía marcar a Jimin, si no era un lobo lo mataría. Y el no quería arriesgar su vida por un capricho de su lobo.

Así que se apartó con cuidado, escuchando un gimoteo de tristeza de parte de Jimin.

¿Qué era aquello? ¿Por qué el se comportaba de esa manera?

— Lo siento, voy a preparar la cena. —anunció, levantándose y dejando al rubio en la cama.

Sin saber que ya no estaría allí cuando volviese.

Destiny ©Kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora