—¿Por qué no te creo, JungKook? —Irene no estaba muy convencida con las respuestas que le daba el castaño. Aún en la distancia se podía sentir su molestia, pero más que eso, su preocupación.
—Ya no soy un niño pequeño—comenzaba a sentirse irritado.
—No quiero que cometas una estupidez, no otra vez—ella también se sentía alterada por la información que JungKook le proporcionó sin querer; no estaba en su departamento y no abrió la galería, además ni siquiera se tomó el tiempo de empezar las pinturas que quería hacer. Entonces, ¿qué pasó? Y ¿dónde estaba?
—No me sentía inspirado y salí a tomar aire—el castaño insistió, intentando ser convincente. Para ese momento ya había llegado a su edificio y esperaba poder cortar la llamada antes de entrar a su departamento—Estoy bien, no te preocupes—aseguró, tratando de convencerse más a sí mismo que a ella—por favor, ve a dormir.
—No estoy conforme—suspiró pesadamente—pero confiaré en ti—cortó la llamada.
Como habían cambiado las cosas en tan poco tiempo. Ahora Irene parecía más interesada en JungKook que cuando eran novios. Aunque él entendía sus motivos, le molestaba que, de alguna forma, la castaña interviniera en lo que quería y terminara por alejarlo de JiMin. No quería tener otro rival aparte del pelinegro que ahora gozaba de la compañía del pequeño rubio, solos, en esas cuatro paredes. Pensar en ese tipo de cosas lo llevaban a tener pequeñas crisis que no parecía poder controlar con nada. Antes se hubiera sentado frente al caballete para desahogar su frustración, pero ahora ni eso lo tranquilizaba. Necesitaba algo más certero y que, sin duda, anivelaría sus sentidos, pero por ahora, en su mente martillaban pensamientos poco adecuados del pelinegro con JiMin, provocando que fuera hasta el botiquín para tomar calmantes, algo que no había hecho desde que inició la universidad. Aun así, en medio de su decadencia sabía que estaba mal y, definitivamente, no quería sentirse así.
—¡No más! —se encontraba arrodillado a los pies del sillón con la cabeza sobre el mismo y frotando su nuca con desesperación—No quiero sentir esto, pero necesito verlo, necesito sentirlo, necesito que sea mío—suplicaba entre balbuceos y lágrimas que caían a cantaros por sus mejillas.
Después de un rato, parecía que los calmantes comenzaban a surtir efecto en él, pero aun así no quería estar solo. Quería a su pequeño ahí a su lado. O a quien fuera. Tal vez Irene, pero no tuvo el valor para llamarla, lo que menos deseaba era ser una molestia para ella. Así que intentó ahogar sus sentimientos y tomó otro calmante para después acostarse en el sillón. Con el cuerpo y la mente más relajada, nuevamente sus pensamientos iban hacia JiMin, aunque ya no del mismo modo. Pero le preocupaba que, mañana cuando despertara y los calmantes se hayan disipado, su tortura volviera a él con mayor magnitud. Lloró un poco y se sintió culpable de que el pequeño no lo quisiera. Y se preguntaba sí algún día cambiaría su perspectiva de él, sí tal vez algún día le diera la oportunidad. JungKook de verdad quería hacer las cosas bien, pero sus pensamientos y la imperiosa necesidad de tener al rubio entre sus brazos nublaban su juicio y erradicaba cualquier bello sentimiento que pudiera tener hacia él.
—¿Qué es esto? —preguntó al aire, cubriendo sus ojos con el antebrazo—¿Qué me has hecho, Park JiMin? ¿Por qué me provocas todos estos deseos? ¿Por qué?
No supo cuando se quedó dormido, pero el rubio seguramente aparecería en sus sueños, provocando en JungKook lo que más temía; desearlo con más intensidad sin tener la capacidad suficiente de controlar ese impulso y todos los demás. En verdad quería ser bueno y JiMin tenía razón respecto a eso; "No era malo", pero algo se apoderaba del castaño que era completamente involuntario. Sólo esperaba que en uno de esos impulsos no dañara al pequeño, porque eso nunca se lo perdonaría.
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Siempre Tú (Kookmin)
FanfictionJungKook creía tener todo y ser feliz con eso, hasta que, por "casualidad", se reencuentra con JiMin, un chico del cual estuvo enamorado en la secundaria, pero que jamás le correspondió por la forma tan obsesiva y pasional en la que intentaba llamar...