Cazadores (cap 30)

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Había un montón de lugares para acampar a una distancia de una hora en coche, pero yo quería llevarnos a un sitio un poco más especial, así que conduje profundamente en las montañas, a este lugar en un antiguo camino forestal, en el que había estado muchas veces cuando era niño. Cuando salimos del camino a un camino de tierra, Annie preguntó:

—¿Dónde está el campamento?—Los campamentos son para los turistas. Acamparemos solos.

—¿Acampar solos? —Su voz se elevó en alarma.

—Relájate, Annie. Mi padre solía entrar por aquí. Conozco estos caminos. Y si estás preocupada acerca de las duchas y esas cosas...—No me importan las duchas.—Bien, porque tenemos nuestra propia piscina privada. 

—Apagué el coche, y le mostré a Annie el lugar. Estaba justo junto al río, donde había una pequeña entrada de agua estancada tranquila y cristalina. La vista estaba libre en todas las direcciones, nada más que pinos y montañas, como una gigante postal publicitaria diciendo ¡OREGÓN!—Es bonito —reconoció Annie, de mala gana.

—Espera a ver la vista desde la cima de la cresta. ¿Estás preparada para dar un paseo?—Annie asintió con la cabeza. Cogí unos bocadillos, agua, y dos paquetes de Now and Laters de sandía, y subimos por el sendero, perdiendo el tiempo, leímos nuestros libros bajo un árbol. Para el momento en que volvimos, anochecía.

—Será mejor que arme la tienda —le dije.

—¿Necesitas ayuda?—No. Tú eres la invitada. Relájate. Lee un libro o algo.

—Si tú lo dices.


Puse las piezas de la tienda de camping en el suelo, y comencé a conectar los palos. Pero la tienda era uno de esos modelos novedosos, donde todos los palos están en un rompecabezas gigante, no como las simples tiendas antiguas que había crecido montando. Después de media hora, todavía estaba luchando con ella. El sol se hundía detrás de las montañas, y Annie dejó el libro. Estaba mirándome, una sonrisa un poco perpleja en su cara.

—¿Estás disfrutando de esto? —le pregunté, sudando en la noche fría.

—Por supuesto. Si yo hubiera sabido que sería así, hubiera aceptado venir tiempo atrás.

—Me alegro de que lo encuentres tan divertido.

—Oh, sí. Pero ¿estás seguro de que no te gustaría algo de ayuda? Vas a necesitar que sostenga una linterna si se toma mucho más tiempo. Suspiré. Levanté las manos en señal de rendición.

—Estoy siendo superado por una pieza de artículos deportivos.

—¿Tu oponente tiene instrucciones?

—Probablemente las tenía en algún momento. Ella sacudió la cabeza, se levantó, y cogió la parte superior de la tienda de campaña.

—Está bien, tú tomas esta punta. Yo voy a hacer esta punta. Creo que esta parte de abajo se enrolla en esta parte superior. Diez minutos más tarde tuvimos la carpa montada y estacada hacia abajo. Recogí algunas piedras y algunas astillas para agregarle al hueco del fuego, junto con la leña que encendí para la fogata. Nos preparé hamburguesas en una sartén sobre el fuego y frijoles cocidos directamente en la lata.

—Estoy impresionada —dijo Annie.

—¿Así que ahora te gusta acampar?

—Yo no dije eso —dijo ella, pero estaba sonriendo.


Fue sólo hasta más tarde, después de que tuvimos la cena, s'mores, lavamos nuestra vajilla en el río iluminado por la luna, y que toque un poco de guitarra alrededor de la fogata, mientras Annie tomaba sorbos de té y masticaba un paquete de Starburst, que finalmente entendí el problema de Annie con acampar. Eran quizás las diez de la noche, pero en horario de campamento, eran como las dos de la madrugada. Nos metimos en nuestra tienda, acurrucados en un saco de dormir doble. Jale a Annie hacía mí.

Que Será de Tí...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora