L.A (Cap 22)

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La Holding Herrera se a caracterizado por negocios primero, vidas personales no hay tiempo, aunque yo me haya posesionado en la presidencia y aunque cambie algunas normas de la empresa no todo se puede hacer solo, a los socios no les parecio que las madres trabajadoras tengan sus nueve meses de embarazo en periodo libre con pagos. Pero terminaron aceptandolo cuando la revista Economia y Negocios me entrevisto y mas socios quisieron inyectar un capital en la Holding.

Después de salir de mi nube, escribi la letra de una cancion en la que se veia mi situacion, la que vivia en aquel momento.


Se que me canse de estar luchando contra las agujas del reloj... Se que nos volvimos dos extraños... Se que nuestro tiempo termino...


—Hermano, pensábamos que estabas encerrado, hundido en toda la basura de tu habitacion   suspirando y dejandote llevar por el tiempo, pero has sido productivo —exclamó Ucker—. Esta letra de la cancion está muy buena.

Dulce asintió con la cabeza. —Así es. Y es hermosa, también. Debe haber sido catártico —dijo ella acercándose más para apretar mi mano—. Me encantaría leer toda la letra. ¿La tienes en tu computador?

—No, solo escritas en este viejo papel.

—Tú habitación es un museo sin tocar. ¿Por qué no lo arreglas? —preguntó Dulce.

—Porque no tengo intencion de quedarme, me mudare en dos semanas.

— Te mudaras? A donde? —dijo Dulce.

—A Los Angeles, me hare cargo de las empresas de la familia.

— Listo, ya le puse sonido a la letra — comento Ucker. La cantas tu Poncho?



—Amigo, esta cancion es una maravilla —dijo Christian, una total inspiracion.

—Si, lo sé te la dejo si quieres, creo que despues de escribir eso es como un medio desfogue.

—Estas seguro.

— Totalmente, quedatela.

—Asi que si no veniamos a sacarte de tu encierro, te marchabas a Los Angeles y nosotros ni por enterados — dijo Dulce.

— Pensaba despedirme de ustedes digo esto con una mueca... talvez.

Al principio de mi mudanza a casa de mis padres en L.A todo fue dificil, pero con el tiempo te acostumbras o por lo menos intentas hacerlo. Asi que preferi olvidar todo y querer hacer borron y cuenta nueva, no todo resulta como se planea tengo de asistente a alguien parecido o igual que Annie en mi oficina, a mi lado las veinticuatro horas del dia.


*******

Cuando hemos salido de la estacion de bolos, Annie no me dice cuál es el próximo destino. Dice que es porque es su paseo secreto por Nueva York, debe ser un secreto y luego procede a llevarme hacia la Autoridad Portuaria, abajo, muy abajo por un laberinto de túneles subterráneos.

Y yo la sigo. A pesar de que no me gustan los secretos, a pesar de que creo que Annie  y yo tenemos suficientes secretos entre nosotros dos hasta este momento, y a pesar de que el metro es como la culminación de todos mis temores. Espacios cerrados. Montones de personas. Sin escape. Casi le menciono esto, pero me devuelve lo que le dije antes en los bolos sobre el tema.

—¿Quién estará esperando ver a Alfonso Herrera en el tren a las tres de la mañana? ¿Y sin una top model colgada del brazo? —Me da una sonrisa burlona—. Además, debe estar muerto a esta hora. Y en mi Nueva York, siempre tomo el tren.

Cuando llegamos a la estación del metro Times Square, el lugar está tan lleno que bien podría ser un jueves a las cinco de la tarde. Mi campana de alerta comienza a repiquetear. Más aún, una vez que llegamos a la atestada plataforma. Me tenso y me acerco a uno de los pilares. Annie me mira.

—Esto es una mala idea —murmuro, pero mis preocupaciones son ahogadas por el tren.

—Los trenes no funcionan a menudo por las noches, así que debe ser por eso que todos han estado esperando por un tiempo —grita Annie sobre el estruendo—. Pero aquí ya viene uno, así que mira, todo está bien.

Cuando llegamos a la entrada, ambos vemos que Annie está equivocada. El vagón está lleno de gente. Personas borrachas. Siento una comezón de miradas sobre mí. Sé que no tengo pastillas, pero necesito un cigarrillo. Ahora. Busco mí mochila.

—No puedes fumar en el tren —susurra Annie.

—Lo necesito.

—Es ilegal.

—No me importa. —Si me arrestan, al menos estaría en la seguridad de la custodia policial.



Bajo la noche de Nueva York... Se podran perdonar?

Que Será de Tí...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora