Sin fecha de caducidad

¡Sorpresa!

Capítulo 21

PAUL

—Para— dice Mia separándose bruscamente de mí.

Mis manos ya se estaban anticipando a tocar cada parte de su cuerpo mientras mis labios trataban de pegarse continuamente a los suyos.

No puedo evitar sentirme demasiado frustrado cuando Mia marca la distancia entre ambos, creía que esa no iba a ser su actitud, creía que iba a estar dispuesta a seguir más allá, a volver a querer sentir como nuestros cuerpos se buscan y encajan a la perfección, o eso creía hace apenas unos minutos, cuando sus labios no detenían el movimiento de los míos, sino que lo intensificaba.

—¿Por qué? — pregunto con la voz ronca.

—Porque tengo demasiadas dudas, en mí, en mi cabeza, en mi corazón— comienza a decir.

Busco de nuevo sus manos y me siento horrible cuando no veo el anillo ahí, y la sombra que dejaba entrever que ahí hubo antes algo, iba desapareciendo hasta casi apenas notarse.

—Dime una cosa Mia..., tu..., ¿lo quieres a él?
Pregunto aún y cuando siento miedo, miedo a la respuesta que pueda salir de sus labios.

—No lo sé— dice confusa, y por como me mira se que está siendo sincera conmigo.

Pero me duele, ver esa confusión en sus ojos, se de buena fe que antes nunca hubiese dudado de sus sentimientos hacia mi, y que no habría permitido que nadie entrase en su vida, pero quizás ahora era demasiado tarde para todo.

—Te dejo tranquila— digo ante el silencio que comenzaba instalarse entre nosotros.

—Te lo agradezco— dice en un susurro antes de recostarse de nuevo en la cama y darme la espalda.

Se ve tan pequeña desde ahí, tan frágil, tan dulce.

FLASHBACK

Veo a mi amigo y compañero de fatigas entrar por la habitación completamente desnortado, se agarra fuertemente del pelo y resopla cansado.

—No me digas que la chica esa te trae de cabeza— comienzo a decir.

Mi amigo me mira hecho una furia y de nuevo vuelve a dar vueltas en si mismo por aquella estancia.

—A ver, que cojones te pasa, como sigas así harás un agüjero en el suelo, y paso de luego ponerme en plan albañil, no es un uniforme que a mi me fuese a sentar bien— mi colega da un pequeño grito y se acerca hasta mi.

—Estoy jodidamente jodido, no puedo sacarme a esa mujer de la cabeza y me va a volver loco

—Es verdad, esa preciosidad, ¿cómo se llamaba?

—Caroline— dice este.

—Un nombre bonito para una chica bonita, y dime hermano, estás deseando colarte entre sus piernas

—Eso es lo que menos deseo, lo deseo todo con ella— comienza a decir— deseo poder disfrutar de cada una de sus sonrisas, y que todas sean para mí, deseo mirarla a los ojos y ver lo mucho que me quiere, deseo despertarme todos los días a su lado, deseo verlo todo con ella, y descubrir todo un mundo nuevo juntos.

—Vaya hermano, ¿eso es demasiado grande no?

—Lo sé, y por eso estoy así, porque tengo miedo de cojones.

No puedo evitar reírme. Me acerco a mi amigo y lo abrazo con fuerza.

—A diferencia de mí Ian tu eres un pitbull, enganchas y no sueltas, y yo se que aunque ahora todo eso te de miedo, tu a esa mujer no la vas a dejar escapar.