Corre

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Capítulo 28

Mia

Camino por aquel pequeño hotel de carretera, observando como diferentes parejas corren a refugiarse a su habitación, y pienso que por un momento yo podría ser una de esas parejas, pero, ¿quién sería mi acompañante?

Pienso en Paul, en todo lo vivido, en nuestra historia, en el momento en el que nos conocimos...Siempre me defendió delante de mis padres, siempre creyó en mí y en mi criterio, nunca pensó que fuera una niña rica más que no sabía lo que quería en la vida...

Luego pensé en Blake, en el momento que nos conocimos, dos personas maduras y adultas con heridas del pasado, pero que realmente desean ser felices, y en esa búsqueda de felicidad nos encontramos y nos fundimos. Sentimos, vivimos, disfrutamos...Sané mi alma y mis miedos, todo lo que había provocado un matrimonio fallido, un matrimonio que nunca creí que se rompería.

Suspiro, y sin dudarlo mi mano se posa en la puerta de la entrada del hotel, la cual no duda en abrirse ante mi empuje. Busco con la mirada la zona de recepción y cuando la visualizo camino hacia allí con paso dubitativo. Tengo miedo ante lo que voy a hacer, tengo miedo que las decisiones que creía tener tomadas se difuminen ante los recuerdos y la nostalgia.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?

—Verá, necesitaba saber en la habitación en la que se aloja Paul Jones

—Lo siento señorita, pero la ley de protección de datos no nos deja revelar esa información...

—Soy su mujer— respondo en automático.

La susodicha se sorprende y asiente antes de volver a dirigir su vista al ordenador, teclea unas cuantas veces antes de responderme.

—Habitación 308, planta 3

—Gracias

Camino hasta el ascensor y de nuevo una pareja se para a mi lado. Ella se ríe sobre algo que él susurra en su oído, sus manos se agarran con fuerza y antes de entrar él deposita un beso sobre su mejilla.

No puedo evitar mirar de reojo y sonreír. Creo que en un momento de nuestra relación, Paul y yo fuimos así, parecíamos dos locos adolescentes que no sabían apartar sus manos de las del otro, dos enamorados que sentían que lo único que necesitaban era estar así.

Las puertas del ascensor se abre y camino por el largo pasillo buscando la habitación. Mi mano, en un acto reflejo, se posa sobre mi vientre, depositando pequeñas caricias. ¿Estaré fallando a este bebé haciendo esto? ¿Le estoy fallando a su padre? Ni si quiera sé que estoy haciendo aquí.

Agobiada decido dar media vuelta y volver hacia el ascensor, pero las puertas del mismo se abren y ante mí visualizo esos enormes ojos castaños y ese pelo alborotado y rizado que tanto me gusta.

—¿Mia?

La voz de Paul repercute en mis oídos.

—¿Te ibas?

De detrás de su espalda saca unas latas de cocacola y lo que parece una bolsa de patatas.

—Fui a por algo de picotear— responde ante mi atenta mirada.

—No te pega a ti mucho eso de la cocacola y las patatas— respondo confusa.

—Bueno...— comienza a rascarse la nuca avergonzado antes de contestarme de nuevo— justo estaba aburrido y me puse a leer un artículo sobre embarazos, y muchas de ellas decían que tenían antojos de este tipo.

Su gesto me hace sonreír, y por un momento me olvido de mi huida y comienzo a caminar a su lado, siguiendo sus pasos.

—Pensaba que me ibas a dar plantón— me dice mientras abre la puerta de su habitación.

Sin fecha de caducidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora