Sucesos ocultos

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Capítulo 19

A veces pienso que estoy en medio de una tragicomedia, y que las cosas que suceden en mi vida se deben a que alguien tiene demasiado tiempo libre y trata de escribir cosas alocadas y que nunca deberían de ocurrir. Lo digo en serio, no puede ser normal que las cosas me vayan bien, de repente mal, y después, bueno después todo sea un lío de cojones que no sea capaz de solucionar.

¿No me creéis? Bueno pues con nueve años me enamoré de mi vecino, locamente, estuvo siendo mi amor platónico hasta los 12 años. El empezó a sumergirse en la moda de los skates, y yo, intentando enamorarlo, le pedí a mis padres uno. No quisieron comprármelo porque decían que eso era un cacharro estúpido y masculino (sí, lo sé, demasiado sexista por su parte, pero es que ambos son bastante machistas, aunque tratan de ocultarlo), así que ahorré dinero y me compré yo uno. Un día intentando hacerme la guay delante de mi vecino me resbalé del skate y me pegué la hostia de mi vida. Me rompí un diente, y el me llamó diente tuerto durante mucho tiempo, ahí descubrí que no merecía la pena.

A los 14 años perdí mi virginidad, sí, demasiado pronto, y aún por encima con un chico de 19 años, que trabajaba en la cafetería de mi internado de monjas. Sí, estuve internada en un convento, porque eso es lo que parecía ese jodido lugar, y me enamoré del chico que trabajaba en la cafetería. El cabronazo me robó la virginidad y me folló todas las veces que quiso, siempre en el almacén, que no sé como no pillé nada allí porque estaba todo hecho asco. Después descubrí que lo que estaba haciendo conmigo lo hacía también con otras chicas del internado. Me tiré dos meses con la llorera de mi vida y la autoestima por los suelos, hasta que robé de la enfermería laxante y se lo eché en la botella de agua que solía llevar, el pobre estuvo cagándose encima bastante tiempo.

Me expulsaron del internado por eso, y a el lo despidieron. Como no mis padres me odiaron bastante, no sabían que hacer conmigo, así que decidieron no hacer literalmente nada y dejarme a mi aire mientras me ignoraban por completo. Me seguí enamorando y desenamorando de hombres, las decepciones eran continuas, y la que siempre salía lastimada era yo.

Pero entonces lo conocí a el. Me enamoré, como hacía siempre, pero esta vez era diferente, porque él era diferente. Me hablaba sobre cosas interesantes, me hacía reír, me deseaba de una forma indescriptible, cuando hacíamos el amor había algo más, una conexión que parecía surgir entre ambos.

Nos casamos, seguimos haciendo el amor como locos, y entonces ocurrió, lo que siempre ocurría, me rompieron el corazón.

Así que he llegado a la conclusión de que quizás el amor no está hecho para mí, ¿sino por qué siempre soy yo la que sufre?

Y lo peor de todo es que luego está él, Blake, con todos sus encantos, diciéndome cosas que no esperaba oír, con una sinceridad que te arroya y te hace pensar, con sus intensos ojos color miel que te desarman, pero que no termina de hacerte sentir lo que ÉL me hacía sentir en el pasado.

Después de aquellas palabras tan dulces de Blake frente al lago me quedé en silencio durante un buen rato, hasta que me animé a hablar de nuevo.

FLASHBACK

—No me digas esas cosas de nuevo, por favor— susurro.

—¿Por qué? Me gusta ser sincero contigo, al igual que me gusta que tú lo seas conmigo...

—¿Quieres sinceridad?

—Sí

—¿Aunque esta te duela? — pregunto

Blake suspira y cierra los ojos.

—Sí— susurra

—No puedo empezar nada contigo, ni si quiera puedo continuar con lo que teníamos porque tengo la cabeza hecha un lío, y no es justo ni para ti ni para mí.

Sin fecha de caducidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora