Y nos encontramos

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Capítulo 14

Miro de nuevo la última de conexión de Mia al whatssap y veo que es de hace un mes. Esta Mia, sólo a ella se le ocurre viajar aquí y sin móvil... Siempre quiere vivir todo con intensidad, y no dejarse llevar por ninguna distracción, creo que eso fue lo que me enamoró de ella.

Resoplo y pronto siento unas manos en mi torso que comienzan a descender hasta mi sexo, al cual le dan un pequeño apretón.

—Lena...— digo al notar como mi pene comienza a despertarse muy temprano.

—Hola teniente, necesito más— dice Lena antes de morder mi hombro.

Sí, es lo que estáis pensando. Lena y yo nos acostamos, en realidad lo llevamos haciendo desde que vi a Mia aquel día, en aquel jodido campamento. Llegué a la base como un obelisco, cogí a Lena y me la follé.

Lo peor de todo es que mientras me la follaba pensaba que era Mia, y no duré una mierda.

Después bebía, ahogaba mis penas en alcohol y me la volvía a follar, hasta que empecé a follármela sin pensar en nadie y sin tener que recurrir a nada, porque de todas formas Lena siempre fue una mujer atractiva, que no necesitó de mucho para conquistar algún hombre.

El sonido de mi móvil alertándome de una llamada hace que me separe de ella de golpe.

—¿Sí? — pregunto mientras me levanto de la cama.

Lena sonríe como una hiena al observar mi completa desnudez, le guiño un ojo y busco mis calzoncillos y mis pantalones para salir de allí y tener un poco de privacidad.

—Joder, por fin, estaba preocupado— la voz de Ian inunda mis oídos.

Salgo de la habitación de la teniente y camino por la base con el móvil en mi oreja.

—Perdona tío, la señal aquí es malísima...

—Con que Sierra Leona, serás cabrón, en cuanto me enteré no me lo podía creer— dice Ian.

—No le digas nada a Caroline, no quiero que Mia se entere aún que estoy aquí, no me he animado a hablar con ella todavía— revuelvo mi pelo frustrado.

—Serás canalla, ¿piensas recuperarla?

—Eso quería, pero ahora..., está difícil, la vi, con un hombre, y muy feliz, igual debería de irme antes de que me vea...

—No me jodas Paul, nadie es adversario para ti, esa mujer te ama, con locura, lo vi con mis propios ojos

Suspiro. Sí, yo también veía aquel amor todos los días. Cuando me despertaba con un beso, cuando me miraba mientras cenábamos, cuando me leía uno de sus poemas inventados acerca de lo maravilloso que era el sexo a mi lado, e incluso antes de que se pusiera roncar en el medio de cualquier película.

—La he cagado—digo mirando hacia la habitación de Lena— y lo sigo haciendo.

—¿Por qué lo dices? — pregunta Ian curioso.

—Te acuerdas de Lena, ¿Lena Zeta?

—Pufff, como para no acordarme..., que dolor de cabeza...

—Pues está aquí, en la base en la que me encuentro, es la teniente— digo.

—Huye— es la respuesta de Ian entre risas.

—Hemos follado, unas cuantas veces— respondo.

—ME CAGO EN TU MADRE PAUL, ¿CÓMO ERES TAN IMBÉCIL? — dice Ian cabreado.

Y tiene razón, soy gilipollas muy gilipollas, pero...

Sin fecha de caducidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora