Cross Memories (Jicheol)

3.

En el momento en que un hormigueo se alojó en la parte baja de su abdomen, Seungcheol gruñó apretando los dientes. Observó al sensual chico debajo de él, gimiendo y apretando las sábanas sin control. Se relamió los labios y en un solo movimiento elevó la pierna izquierda del blanquecino y la posó sobre su hombro invadiendo hasta el último rincón de la estrecha y húmeda entrada.

Sus movimientos eran bruscos y certeros, cada uno capaz de revolver hasta el estómago de Jihoon, provocándole el orgasmo. Seungcheol se aprovechó de ese momento de sensibilidad y se movió sin compasión, llenando su interior, observando orgulloso la apariencia aún más caótica que había adquirido con su semen desbordándose de su rosada e hinchada entrada.

— Te amo — pronunció tumbándose a un lado del pequeño cuerpo que se estremecía aún sobre la cama. Sus fuertes brazos tiraron de él para apresarlo.

— Te amo Cheolie — respondió acurrucándose sobre el pecho sudado del mayor.

En el momento que Seungcheol sintió como su piel se erizaba, abrió los ojos perezoso descubriendo que ambos se habían quedado dormidos. Observó a la persona a su lado que estaba más acurrucada de lo usual y con cuidado de no despertarlo, levantó la colcha del suelo y la extendió sobre el pequeño cuerpo. Sin importarle que ninguno de los dos se había aseado después de su encuentro, el mayor acercó a su pareja a sus brazos nuevamente y respirando su dulce aroma a shampoo de fresas, se quedó nuevamente dormido a lado de la persona que amaba.

Por la mañana, Seungcheol llenó de besos el tranquilo rostro que mantenía los ojos sellados, entre beso y beso un te amo brotaba de sus labios, pero el dueño de aquellos ojos no despertaba.

— Llegaremos tarde — Pronunció en voz baja cerca de la oreja ajena — Precioso, despierta.

El bajito frunció el ceño y se giró para darle la espalda al mayor protestando — No quiero.

Después de batallar tanto logró despertarlo. Somnoliento lo metió a la bañera ya preparada con agua calientita para consentirlo. Jihoon negó con la cabeza apenas tocó el agua — la bañera es muy grande — Parpadeó un par de veces, tomó la mano de Seungcheol y tiró de ella — Puedo ahogarme ¿quieres entrar para que me pueda recargar en tu pecho?

Seungcheol entrecerró los ojos; la bañera era todo menos grande. Soltó una risita y asintió segundos después; se quitó la camisa mostrando solo los pequeños boxers negros que estaban debajo, deslizándose por sus piernas.

Jihoon quería congelar aquella apreciable vista — Si yo hago ejercicio ¿También me pondré así? — Inquirió coqueto, tocando el abdomen de Seungcheol, dibujando un camino hasta su parte baja.

— Si haces ejercicio me pondré celoso porque te pondrás aún más bonito — levantó con facilidad al pequeño blanquecino para abrirse paso y poder entrar a la bañera. Seungcheol abrió las piernas y sentó a su novio en medio de ellas. Jihoon se movió juguetonamente, haciendo que el mayor se estremeciera por el contacto de piel con piel.

— Si haces eso, tendremos problemas — Musitó sobre la oreja ajena, sintiendo que las palabras se atorarían en su garganta.

— ¿Qué clases de problemas? — Inquirió aún moviéndose divertido.

— Llegaremos tarde.

ς(>‿<.)

Dos meses se fueron volando como si solo fueran veinticuatro horas de un día. Jihoon se volvió a un más perezoso de lo normal, comía como si la comida fuera a escapar del plato, pero esas acciones nunca fueron sospechosas para Seungcheol o para la pareja de betas.

El blanquecino después de pensarlo por un par de días, se encontraba frente al hospital. Soltó un agobiado y gran suspiro al estar indeciso por entrar. Sentía miedo. Miedo de lo que el médico volviera a decirle; a pesar de que no era un ginecólogo el que visitaría en esta ocasión.

Apretó sus manos en un puño y tomó el valor suficiente para mover su congelado cuerpo.  Le había ocultado al mayor todas las molestias que comenzó a sentir hace unas semanas. Pero su preocupación comenzó cuando se encontraba sobre la escalera acomodando unas cajas en el almacén de Save a Lot y estuvo a nada de caer a causa de un pequeño mareo.

En esta ocasión no asistía al hospital ilusionado, mucho menos esperando una buena noticia. Asistía para descartar algo malo en su cuerpo, algo como una enfermedad.

En el momento que los resultados estuvieron sobre las manos del médico, cerró los ojos y trató de controlar a su corazón.

— Los análisis que le realizamos fueron generales Señor Lee, también realizamos la prueba de embarazo al ser usted un omega.

El blanquecino tragó grueso al escuchar lo último.

— Usted no está enfermo — Jihoon apretó sus rodillas y aspiró una gran bocanada de aire al ver al médico sonreír — La prueba de embarazo es positiva.

Aquella gran bocanada de aire escapó junto a un quejido que era acompañado de lágrimas brotando de sus ojos. Llevó sus manos a su rostro y lo cubrió para evitar que el médico lo viera llorar. Antes de salir del consultorio, escuchó sus recomendaciones y las molestias que podría tener y le recomendó asistir lo más pronto con su ginecólogo de cabecera.

Regresar al trabajo y no correr a los brazos de su esposo para darle la noticia fue un reto. Y cuando sintió los brazos del mayor rodearlo y apretar su estómago fue duro luchar para evitar que lo abrazara.

— ¿Estás bien? — Inquirió Seungcheol confundido.

— Sí — Respondió evitando los brazos del mayor una vez más.

— ¿Por qué no quieres que te abrace? — Frunció el ceño y miró a Jihoon con ojos tristes.

— Puedes lastimarme.

— ¿Cómo voy a lastimarte? Siempre te abrazo de esa manera.

— Solo camina — Por primera vez en mucho tiempo, Jihoon dejó a Seungcheol atrás.
El mayor apretó la correa de su mochila y a trotes alcanzó a Jihoon y le tomó la mano ofendido.

— Puedes regresar a la tienda — pidió Jihoon minutos después de llegar a casa.

— ¿A la tienda?

— Quiero helado — Jihoon se acercó a su esposo y lo tomó de un extremo de su remera, elevó la cabeza para ver el rostro ajeno — De chocolate — Su voz suave para endulzar los oídos de su esposo.

— Tenemos de fresa en casa, podemos comprar el de chocolate mañana.

Seungcheol se estremeció al sentir el toque travieso de Jihoon en su espalda.

— ¿Puedes?

El mayor asintió.