El Casamiento.

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No había conjuro o poción que calmara mis nervios. Y no entendía por qué estaba así ¡es simplemente una ceremonia! No una cualquiera como cualquier mundano lo hacía, la ceremonia Oscura era diferente: se realizaba a medianoche en la cima de una montaña bajo la luz de la Luna, no se decía ese discurso habitual para los novios solo se preguntaba si aceptaban convivir y amar para toda la eternidad, luego se hacía el pequeños sacrificio de sangre donde debíamos cortarnos la palma de la mano y entrelazar nuestra sangre; y eso era todo. Y toda la ceremonia lo dirigía un miembro del Consejo Oscuro, en este caso, Angelina Rayder.

En el caso de los invitados...bueno, yo era mitad del "cielo" y mitad del "infierno", así que los invitados eran: ángeles caídos, ángeles celestiales, demonios, criaturas sobrenaturales, Nephilims, Illuminatis y guardianes. Ah, también humanos.

Mi vestido no era como el clásico blanco inmaculado...era negro con pequeños destellos plateados que parecían estrellas. En resumen: mi vestido era como una noche estrellada. Y el traje de Sam exactamente igual.

Todos los invitados estaban parados y algunos sentados en forma de círculo que rodeaba el pequeño altar de mármol negro; Sam me esperaba allí junto Angelina que hacía como "sacerdote" y se suponía que...la música sonó, una muy tenebrosa, y comencé a caminar <intentaba no caerme> hacia el altar con un ramo de rosas Oscuras en mano mientras miraba al frente, a mi futuro esposo, a Sam.

Llegué al altar donde había como una fuente de piedra negra con fuego en el centro y arrojé las rosas allí <era una tradición de los Oscuros>, Sam me guiñó un ojo y ambos miramos a Angelina que vestía como normalmente lo hacía.

- Es hora de unir a esta pareja –comenzó ella- estos héroes para toda la eternidad, por eso... -nos miró directamente- ¿aceptan estar juntos para toda la eternidad?

- Aceptamos –respondimos a la vez.

- Si rompen esa promesa, ambos morirán. Ahora, el sacrificio...

A ambos lados de la fuente de fuego había una daga de obsidiana y plata con la cual debíamos hacer lo que se nos explicó hacer: cortarnos la palma. Lo hicimos al mismo tiempo, luego acercamos las manos a la fuente mientras la sangre se derramaba dentro, juntamos nuestras palmas y nuestra sangre se unió...al caer la sangre mezclada al fuego, las llamas crepitaron y cambiaron de color azul verdoso.

- Están unidos para toda la eternidad, felicidades.

El público aplaudió y nosotros nos besamos...sentí un pequeño ardor en mi marca Luminoscura...el tatuaje...entre medio de las alas apareció una "R". Sonreí, ahora era una Roswell. Sam me besó con fervor y al separarnos agitados, me preguntó:

- ¿Eternos?

Asentí, lo besé y le respondí:

- Eternos.



Pesadillas Reales La Eternidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora