Prólogo.

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- La destrucción ha comenzado –susurré aterrada. Todos se acercaron a mí y Sam igual- pero ¿cómo? Yo no alcancé derramar mi sangre…-me detuve cuando el recuerdo del pequeño pinchazo en la espalda me llegó a la mente, cuando Luke se había puesto encima de mí para besarme; resultó ser una trampa, él me había sacado sangre- Luke –grazné furiosa- ¡él tenía mi sangre!

- ¿Cómo la obtuvo? –inquirió James frunciendo el ceño.

- Cuando estábamos en la cama besándonos, y él me sacó con no sé qué sangre, porque sentí un pinchazo pero jamás creí que fuera eso –terminé y luego me di cuenta de lo que dije y miré a Sam. Oh demonios. Estaba apretando la mandíbula y mirándome furioso, metí la pata. Molesto se marchó del patio hacia dentro de mi casa mientras que los demás asimilaban todo en silencio.

- Entonces significa que estamos perdidos –murmuró Mike.

- No aún –replicó Ethan con voz potente- buscaremos la forma de detener la destrucción; debe haber una forma –terminó en voz baja y me miró- ¿sabes algo sobre eso?

- Tal vez estuve con Luke y todo eso pero jamás me dijo nada al respecto, él quería esperar a que se acabaran los rituales para decirme la verdad sobre mí y todo lo demás, pero eso nunca pasó.

¿Qué íbamos hacer? No sabía nada sobre el tema de la destrucción…pero tal vez Chimerius sepa. Yo podía llamarlo, pero por ahora no iba hacerlo, no sabía cómo se lo iban a tomar; era raro, porque él era mi archienemigo demonio y nadie sabía de nuestra nueva amistad, y mucho menos de lo que él sentía por mí…

- ¿En qué piensas, Nat? –me preguntó James en voz baja mientras que los demás charlaban sobre el tema de solucionar el tremendo problema. Me encogí de hombros.

- Nada que sirva –respondí- ni idea de cómo detener esta mierda –repuse mirando hacia la Luna roja sangrienta- ¿qué crees que pase, James?

- Las puertas del infierno han sido abiertas, los demonios no tardarán en salir para hacer sus necesidades; habrá tormentas, accidentes y muertes –terminó y en sus ojos vi lo asustado que estaba.

- Todo esto es mi culpa –susurré abatida pensando en Sam y en la destrucción.

- No lo es. Vamos a encontrar la solución de todo esto…

- ¿Qué se supone que deba hacer? Soy una Illuminati o Luminosa como se llame…necesito saber más sobre eso. Y lo peor de todo es que soy eso y una Oscura o sea…Luminoscura –terminé.

- ¿Luminoscura? Eso es gracioso –repuso con una suave risa. Reí débil, lo era.

- O una Oscuminati o Illoscura  -agregué riéndome. James se echó a reír. Dejamos de reírnos.

- Son buenos nombres –admitió James con una simple sonrisa. Me giré hacia mi casa para ver si Sam regresaba. Suspiré triste porque sabía que no iba hacerlo, él me odiaba.

- Ya vengo, iré a dentro para…-me detuve porque en el cielo apareció una enorme figura alada en un brillante resplandor. Lo conocía. El Arcángel Gabriel- Gabriel –susurré cuando aterrizó frente a nosotros. Todos se giraron a él sorprendidos.

- Hola, Natalie, me alegro de encontrarte nuevamente –saludó haciendo una pequeña reverencia- vengo a decirte que yo soy la causa por lo que eres una Illuminati- terminó.

Oh, mierda. Esto no era bueno.

Pesadillas Reales La Eternidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora