Capítulo 9 Natalie: Está muerta...

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Los ojos chocolatosos de Sam me miraban con sorpresa y con deseo, estábamos muy cerca del uno al otro que ya podíamos sentir nuestras respiración agitándose cada vez más por la cercanía. Su olor a hombre y pimienta quemaba mi nariz con una picazón acogedora…la manzana que Sam sostenía cayó al suelo en un golpe sordo, pero a él no le importó; sus ojos no dejaban los míos…me miró a los labios y yo a los suyos, quería hacerlo; quería besarlo después de tanto tiempo de que no lo hacía. Su cara se acercó lentamente a mí…cada vez más cerca…ya podía sentir el calor de su aliento…sus labios rozaron los míos…Se alejó de repente haciéndome soltar un gemido de decepción. Él miró hacia otro lado por un momento y luego se agachó para levantar la manzana del suelo y me dio una rápida miradita antes de marcharse. 

Molesta golpeé la mesada, trisándolo por la ira que tenía; desdeñosamente la reparé y me marché de la cocina. Me dolía la cabeza, desde que me había levantado no he dejado de renegar por cualquier cosa, en especial por Anabel. 

Me irritaba que no me hiciera caso, todo lo que hacía era por ella, por su protección, pero ella era tan dura como una piedra para entenderlo. Me fui a la biblioteca sin dejar de restregarme las manos como una nerviosa ¿qué iba hacer? Debía buscar algo que calmara mis nervios. Busqué un libro, leer me tranquilizaba pero ya no tenía nada para eso, todos los libros ya los había leído. Cómo quisiera tener el libro de la profecía, de la sección prohibida de la biblioteca de Luke. Mi mente tenía bloqueado lo último que había leído y sabía que era crucial recordarlo…quizás podía encontrar la manera de parar la destrucción si encontraba la manera de regresar al recinto oculto de Luke...

Salí de la biblioteca a mi habitación, me puse una remera blanca con estampados de aves volando y un pantalón de jean gastado celeste con zapatillas negras, por si hacía frío llevé una chaqueta de jean a juego con el pantalón y salí de casa, pero antes de hacerlo todos me preguntaban dónde iba; sin embargo, no les dije.

Fui a la cochera donde estaba mi gran auto de lujo, era la primera vez que lo había visto y casi lloro de la emoción: era un Audi r8 Spyder negro como la noche y lo mejor de todo era descapotable. Era el auto que siempre había soñado tener, y sabía que era demasiadamente caro. Saqué la llave y entré al hermoso auto con asientos de cuero, aspiré el aroma… ¡lavanda! Había un pequeño racimo en el segundo asiento de lavandas algo secas por el tiempo. Arranqué el poderoso motor y salí a toda velocidad de mi casa.

Grité emocionada, era casi como volar. Aumenté de velocidad, casi llegando a los ciento cincuenta kilómetros por hora…pisé aún más el acelerador; estaba consciente de que estaba traspasando las normas de velocidad. Pero no me importaba. Ni un poco. Esto me hacía recordar a la Natalie que estaba con Luke; malvada y rebelde…

- ¡Curabitur regina orbis! –exclamé con alegría perdiéndome en la velocidad…

Sí, yo era la reina del mundo y podía hacer lo que quisiese cuando quiera. Era parte de mi naturaleza Oscura; y no iba a dejar que nadie me detenga.

Al llegar al centro me detuve frente a una tienda vintage y entré a ella con paso seguro, al instante sentí la sensación en mi columna que me advertía de los demonios…

- ¿La puedo ayudar en algo, señorita? –habló una anciana detrás de un enorme escritorio repleto de cosas antiguas. Me acerqué a ella.

- ¿Tiene algún libro antiguo? Mejor si es en latín.

- ¿Latín? –preguntó con el ceño desdeñoso. Asentí- no creo…aquí no hay esas cosas…

- ¿Y por qué hay un libro de magia negra en su tienda? –la interrumpí rápidamente con astucia, la anciana quedó con la boca abierta pasmada y sin contestarme. Miré recelosa a la anciana antes de ir por el libro.

Pesadillas Reales La Eternidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora