Colton:
Nuevo día en el colegio. Otro maldito día solo y sin amigos. Caminé por el pasillo, notando alguna que otra mirada furtiva femenina. ¿Alguna vez dejaré de ser el nuevo? Ya habían pasado tres años, y nada. Seguían hablando de lo que había sucedí... Alguien chocó contra mi hombro, interrumpiendo mis pensamientos. Busqué quien había sido, pero no lo encontré hasta bajar mi mirada hacia abajo. Era una chica, la rubia que siempre andaba con Lucas. Me miraba claramente enfadada con sus ojos celestes. Esos ojos...
— ¿Ni un perdón? — soltó la chica. Puso sus brazos en jarras y me miró desafiante.
— Tú me has chocado, no yo a ti — crucé mis brazos sobre mi pecho.
— Creí que los caballeros aún existían — se encogió de hombros. — Pero veo que tu solo tienes su rostro.
Se dio la vuelta, intentando alejarse de mí. La tomé de la cintura, y me agaché un poco para poder susurrar a su oído.
— Con que crees que soy guapo — se soltó de mi agarre y se dio la vuelta, dejando ver sus mejillas coloradas.
— ¡Yo no dije eso, pedazo de imbécil mal nacido! — su grito hizo que todos en el pasillo se voltearan. La volví a tomar de la cintura, pegando su pecho contra el mío. Ella tiró la cabeza hacia atrás para poder enfrentarme con la mirada.
— No grites tanto, chiquita — reí por lo bajo, pero al ver como su expresión se transformaba, mi risa cesó.
— Dime que he escuchado mal — masculló entre diente. Lucas se acercó por atrás, junto con una pelirroja. Ambos miraban a la rubia con cierto aire de preocupación.
— Sam, cálmate, hay que razonar esto como personas civilizadas y no como... — no pudo terminar la frase cuando Sam estrelló su puño contra mi mandíbula — salvajes. — Terminó de decir Lucas. Froté mi mano contra el lugar donde el puño había impactado. Intentó volver a hacerlo, pero esta vez fui más rápido y le tomé la mano. La giré, haciendo que su espalda impactara contra mi pecho. En comparación, ella era chiquita contra mi cuerpo. Parecía delicada y débil, pero acababa de comprobar que no era así.
— Esas cosas no se hacen — susurré a su oído. — Ya veré que hago con vos.
Morí el lóbulo de su oreja, y aunque ella haya querido evitarlo, soltó un leve gruñido. No sabía si era por odio o por placer.
Serás mía, pequeña Sammy.
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Un Kiss, SamNovels