Sam:
- ¡Hija, levántate! - gritó mi madre desde el umbral de la puerta. Se acercó a mi cama y me sacudió. Me di vuelta y miré el reloj de mi cómoda. 8:07 a.m.
- Es temprano - me quejé.
- Vamos, que tenemos que pasar por lo de Marisa.
Me levanté a regadientes de la cama y me dirigí al baño. Me lavé la cara y me cepillé los dientes. Cuando salí me puse unos jeans, unas botas marrones y una blusa blanca. Me cepillé el pelo y luego salí de mi habitación. Bajé las escaleras y entré a la cocina, encontrándome a mi mamá dándome la espalda. Tenía el pelo recogido en una coleta, siempre tan perfecto. Se volteó y me sonrió.
- ¿Qué tomas hija? - preguntó mi mamá. Yo me paré al lado suyo y tomé nuestras tazas. La mía era negra y tenía un signo de infinito en rojo a un costado. La suya era blanca, con detalles en negro y una palabra escrita en roja, love.
- ¿Qué tomas, mamá? -pregunté sonriendo. Ella rió.
- Un té de manzanilla con una cucharada de miel, bien caliente - dijo.
-Un café con dos cucharadas de azúcar y un poco de leche, bien caliente - dije.
Ambas reímos. Ella preparó el mío y yo el suyo, como todas las mañanas. Me subí a la mesada y agarré la miel y un paquete de galletas con chips de chocolate y otro de galletas de chocolate. Terminé de preparar el té, y nos sentamos juntas a desayunar.
Era viernes y era un día tranquilo. Hoy no había clases, no había gente molesta. Cuando terminamos de desayunar, mamá lavó los platos y yo los sequé. Salimos de la casa y nos subimos a su auto. Pusimos la canción de The Beatles "Hey Jude". Comenzamos a cantarla hasta llegar a la casa de Marisa. Baje corriendo del auto y toqué el timbre de la casa de Mar. A los minutos, una señora alta, de pelo rizado y rojo me abrió la puerta. Era Tiffany, la madre de Marisa.
- Pasa, corazón - me dijo.
Corrí por los pasillos y subí la escalera, pera finalmente encontrarme con la puerta blanca que tenía un cartel con el nombre de Mar en él. Toqué y luego de escuchar un "pase" abrí la puerta. Me tiré en la cama al lado de Mar.
- Es muy temprano - se quejo ella.
- Ya lo sé - ambas nos reímos.
Raramente Mar se levantaba temprano, y cuando lo hacía le costaba demasiado. Se apoyó en sus codos y me miró por detrás de todos los mechones que caían sobre su cara. No pude evitar sonreír. Últimamente no pasábamos mucho tiempo juntas, pero el poco tiempo que lográbamos hacer coincidir nuestras agendas era perfecto.
- Se supone que cuando no hay colegio, uno aprovecha para dormir hasta tarde - se quejó, acomodándose los mechones de pelo fuera de su cara.
- Se supone - sonreí -, vos misma lo dijiste, Mar.
*_*_*
- Vamos, Sam, tenemos que ir a comprar - gritó mamá desde la planta baja.
- ¡Voy! - le grite - Nos vemos mañana en el colegio.
- ¿Después quieres venir a casa? - me preguntó.
- Claro, como todos los viernes - dije sonriendo.
Nos despedimos, y luego me subí al auto junto a mamá. Pusimos la radio y comenzamos a contar, sí que lo que hacíamos se podía llamar "cantar". Paramos en la tienda preferida de ella y mía, y al entrar, el olor a vainilla nos inundó. Comenzamos a ver los vestidos hasta encontrar uno perfecto. Mamá tenía una cena con papá por su aniversario de bodas, y yo había insistido en ir a comprar un vestido para la gran noche. Finalmente, luego de ver vestidos de todos los largos y colores, nos decidimos por uno azul marino con una sola manga. Le quedaba perfecto en su cuerpo de bailarina clásica.