Marisa:
Estaba sentada en el suelo, con la espalda contra la pared viendo como Sam le pegaba a la bolsa de boxeo. Cada tanto hacía una mueca, mostrando cuanto le dolía, pero solo por un segundo, para luego volver a concentrarse.
La había visto correr, sentada en la puerta de su casa. Diaz veces había pasado, y al finalizar tenía las mejillas rosadas y la respiración agitada. Luego habíamos ido al gimnasio, donde estuvo saltando con la soga, haciendo abdominales y flexiones de brazos.
— ¿Por qué quieres boxear? — pregunté de repente. Ella frenó su ataque constante a la bolsa y me miró.
— Es esto o pegarle a Lucas — se rió. Yo la acompañé pero al cabo de un par de minutos, volví a preguntar.
— Enserio, ¿por qué lo haces?
— Me gusta saber defenderme, me gusta pelear, es una forma de relajarme — se encogió de hombros. — Ven — me hizo un ademán con la mano para que me acercara. Me paré de mi lugar, me sacudí los pantalones y me acerqué. Ella me posicionó delante de la bolsa azul y puso sus manos sobre mis hombros. — Pégale.
Miré sobre mi hombro confundida, mirándola directamente a esos ojos celestes que tanto me encantaban.
— Estas loca — le dije y volví a mirar la bolsa.
— Tranquila, no se te romperá ninguna uña — dijo sarcástica, a lo que yo me voltee y la fulminé con la mirada. — Pégale de una vez — se rió. Cerré mi puño y le pegué a la bolsa. — Con más ganas — le volví a pegar, esta vez más fuerte. Y luego otra vez, y otra y otra. No sé cuantas veces le había pegado, ni cuánto tiempo había pasado, pero al terminar, mi respiración estaba agitada, sentía mi cuerpo caliente y mis puños un poco doloridos. Pero de alguna manera, estaba más relajada. — Dime que pensaste en el director — ambas reímos.
— No, pensé en el idiota de Martín — apunté dándome vuelta.
— Ahora entiendo ese enojo, fiera — su puño pegó contra mi hombro juguetonamente. — Se ve que tienes un animal dentro, Mar — me guiñó el ojo riendo.
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Un Kiss, SamNovels